REAL ZARAGOZA

De la tregua a las victorias

Llega la Navidad y vence el periodo fijado por Aguirre para acoplarse él al equipo y el equipo a él. En sus primeros cinco partidos ha sumado apenas tres puntos. Demasiado poco para tan pocas mejoras expresadas en el juego. Los triunfos siguen pendientes.

Sinama Pongolle, muy solo en la vanguardia aragonesa, trata de controlar un balón.
De la tregua a las victorias
J. DIGES/EFE

Aguirre aterrizó en Zaragoza con la bandera blanca. La sacó, la ondeó y reclamó una tregua, un periodo de aclimatación, de tanteo, de observación. Un tiempo lógico para estudiar a sus futbolistas en el que el técnico se ha llevado un choque frontal con la realidad de una plantilla mutilada de talento. Aguirre pidió paz, comprensión y paciencia hasta el parón de Navidad, es decir, hasta el punto exacto en el que nos encontramos. ¿Qué decir de Aguirre y del efecto de su llegada? Pocas cosas esperanzadoras. El Zaragoza sigue pareciendo lo mismo, un equipo huérfano de ideas, con la pelota como enemigo y sin filo alguno en ataque. Su primera mitad en Pamplona fue un homenaje al fútbol de las cavernas. Expuso una versión primitiva, basada en el pelotazo desorientado, sin capacidad de hilar combinaciones, con apenas un par de pisadas al área de Osasuna, sin gobierno, sin control. El Zaragoza fue un mero frontón sobre el que percutió Osasuna con una colección de pelotas voladoras. Nada más.

Es obvio que, tras el desembarco de Aguirre, el juego en sí apenas ha progresado. No se han apreciado mejorías y avances de envergadura. Si acaso cierta ganancia en solidez y poso sobre el campo, especialmente en los partidos fuera de casa, donde el Zaragoza de Aguirre no ha perdido en tres salidas (Getafe, Almería y Osasuna). El problema es que tampoco ha ganado, como ante el Valencia -aún con Gay como entrenador-, el partido que completa la secuencia de cuatro empates consecutivos del Real Zaragoza lejos de La Romareda.

Esta competitividad expresada por el equipo en las últimas visitas es la única entrada de luz en una oscura temporada y el mejor argumento de Aguirre en el campo de los resultados desde que llegó al Real Zaragoza. Esto, y un discurso eternamente optimista y motivador, son su única garantía durante el periodo de tregua que exigió en su momento, aunque es cierto que su trayectoria de cinco partidos la distorsionan dos derrotas ante los dos portentosos rivales que recibió en su estadio, Villarreal y Real Madrid, que pasaron por Zaragoza con la contundencia de un rodillo.

Computando todo, el Zaragoza de Aguirre solo ha sumado tres puntos de quince posibles, una miseria ante el estado de alarma que persigue al equipo. Los números castigan a Aguirre de momento y solo la precariedad de los subterráneos de la Liga alivia algo el descorazonador presente del Zaragoza. La salvación, pese a todo, sigue ahí al lado, a tres puntos, a una victoria.

Eso se le exige ya al equipo y a Aguirre. Se abre tras el reposo navideño un mes crucial. La vida se pone en juego en enero. Y es entonces cuando Aguirre debe confirmar las posibilidades de salvación. Llegó para eso, para traer resultados y evacuar al Zaragoza de las profundidades de la Liga.

En estos cinco partidos, Aguirre ha movido ciertas piezas. Se ha apoyado en un núcleo duro, en una serie de incuestionables de la que se cayó en Pamplona Edmilson. Aguirre, como ya hiciera Gay, busca infinitas soluciones en una plantilla escasa de número, pero sobre todo de fútbol, con varios jugadores consumidos por las circunstancias. Puede pensarse que a este grupo da igual el entrenador que ponerle, que sus limitaciones ahogan todo lo demás. El mercado le pondrá fichajes a Aguirre, no menos de cuatro, con una reforma integral en todas las líneas. Es evidente que el técnico ha ganado tiempo a la vez que ha tratado por todos los medios de estimular los mimbres a su disposición en estos primeros cinco partidos. La estrategia motivadora, ensalzando de modo casi imaginario la calidad de la plantilla, no ha dado sus frutos. Ahora, expirados los días de tregua y verbo, se abre el turno de las victorias.