MONTAÑISMO

Dawa, el héroe anónimo

Carlos Pauner hace un encendido y entrañable elogio de Dawa, el sherpa que, junto a su compañero Sonam, les acompañó en su ataque a la cima del Annapurna y que apuró sus fuerzas para tratar de ayudar a Tolo.

Ya estamos en Katmandú, a punto de dejar este país de montañas. Tras los terribles días pasados, hemos conseguido recuperarnos y descansar antes de iniciar la vuelta a nuestro hogar. Atrás han quedado todos los tristes acontecimientos pasados y los cuerpos se recuperan poco a poco de la tremenda paliza que supone ascender a una montaña como el Annapurna. Gracias a nuestra aseguradora, FIATC, las incipientes congelaciones y la ceguera no han ido a mayores y su ayuda en nuestra rápida evacuación ha cobrado suma importancia. Nuestra confianza en vosotros crece día a día. Gracias amigos.

En este momento de reflexión y agradecimientos, no podía dejar pasar por alto a una persona fundamental en toda esta aventura. El sherpa Dawa, así como su compañero Sonam. Ambos dos han trabajado para nosotros en esta difícil expedición, ayudándonos en el duro trabajo en la montaña. No obstante, su trabajo ha ido mucho mas allá de lo cotidiano en esta extraordinaria vivencia. Cuando Tolo quedó inmovilizado a 7.600 metros, pedimos ayuda a sherpas cercanos del equipo coreano y nos dijeron que estaban muy cansados del ascenso a la cumbre y que no podían hacer nada. Estaban en su derecho y me parece totalmente razonable. Poco más que decir al respecto.

Sonam se había quedado con Tolo toda la noche e intentó traerlo hacia abajo, hacia la vida, pero Tolo ya no caminó más. Él decidió, lógicamente, salvar la vida y bajó por la mañana al campo 4. Mientras, Juanito, Horia y yo, venidos de la cumbre, no teníamos ninguna posibilidad de llegar hasta arriba, sin un descanso suficiente. Hablé con Dawa, este fuerte sherpa de casi 50 años. Era nuestro último cartucho allá arriba y la verdad es que no lo dudó un instante. Llevando oxígeno, comida, medicinas y un saco, salió para arriba al encuentro de Tolo, con fe y decisión. Yo se lo sugerí y él aceptó, eso fue todo.

Dejó la seguridad del campo 4 y salió hacia la zona de la muerte, no para trabajar, sino para buscar a un amigo, Tolo, y devolverlo a la vida. Cuando volvió tras más de once horas de ascenso, sin que el blanco manto de la nieve caída le hubiera delatado ningún signo de vida, Dawa tenía lágrimas en los ojos. "No lo he encontrado, no he podido", dijo... Mis lágrimas eran por los dos, puesto que había perdido a un gran amigo y casi había visto desaparecer a otro.

Dawa hizo un sacrificio extraordinario, no por dinero, no por gloria, no por fama. Lo hizo tan sólo porque comprendió que era el único que lo podía hacer y sabía que la vida de su compañero, que no de su jefe, estaba en juego. Cuando los hombres están tan cercanos al límite entre la vida y la muerte, aparece lo mejor y lo peor de ellos. Los vínculos entre nosotros se estrechan y los lazos laborales se difuminan, dejando paso a sentimientos humanos y viscerales.

Nunca me he alegrado tanto de poder abrazar a un sherpa noble y poderoso, de decirle que estoy orgulloso de ser su amigo y que puede contar conmigo, al igual que él nos entregó su valía. Gracias Dawa, gracias por tu esfuerzo, gracias por ayudarnos y espero que nosotros podamos hacer lo mismo contigo.

Si alguien merece un premio, una ayuda, desde luego, es este héroe anónimo de 50 años, cuyo único modo de vida es subir montañas, arriesgar la vida por un salario y que creo que debería ya descansar tranquilo en su pequeño pueblo. Ojalá podamos hacer algo por él.