CAI ZARAGOZA

Dar la talla no sirvió (79-90)

El CAI puede hacerse grande y rozar los puestos de 'play off' si vence al poderoso Real Madrid

Qué difícil es derrotar a un equipo grande. Le aguantas, lo tienes ahí, parece que con un pequeño esfuerzo más lo vas a tumbar y sin darte cuenta es él el que te ha dado la puntilla. El CAI anoche dio la talla ante todo un Real Madrid, le jugó de tú a tú durante los cuarenta minutos, llegó a comandar en el electrónico, dominó para sorpresa de los allí presentes la faceta reboteadora y contó con un Quinteros motivado y anotador. Pero todo eso no es suficiente para ganar, no sirve para tumbar a una plantilla tan poderosa como la blanca en la que de repente aparece la magia de Raúl López, los triples de Mumbrú o Bullock y, sobre todo, la omnipresencia d eun Felipe Reyes que con su juego evidenció por qué es el jugador más valorado de la competición. La lectura positiva es que jugando así se lograrán triunfos, pero la negativa es que se desaprovechó la oportunidad de romper la mala racha y esta segunda derrota consecutiva llega justo antes de dos complicadas salidas consecutivas, a Bilbao y a Málaga.


En un partido de estas características la motivación no es necesaria, viene dada por las circunstancias, por el hecho de medirte con un grande, por el ambiente de gala del pabellón... Por ello, con el equipo centrado, lo fundamental es defender para tratar de imponerte a tu rival, y las defensas anoche fueron de las agresivas, de las intensas, de las correosas siempre que lo permitan unos colegiados demasiado quisquillosos. La clave estaba ahí y Joan Plaza lo sabía. De hecho, en lugar de presionar con sus tres bases a un Green demasiado solo sin Victoriano, ya que Marco acaba de llegar, optó por colocar a un hombre eléctrico como Sergio Llull sobre el arma más peligrosa de los locales, Paolo Quinteros.


La jugada inicial le salió bien, porque además los suyos jugaban ataques con criterio tratando de aprovechar las ventajas que se generaban. La grada apretaba más que de costumbre, pero los blancos trataron de correr siempre que pudieron y si no llega a ser por los sorprendentes fallos en el tiro de Felipe Reyes se hubieran escapado en el marcador.


El CAI no estaba dispuesto a ello y con una gran mejoría en la pintura controló la situación. Y es que Garcés estaba desconocido. Sus continuos rebotes ofensivos servían para sumar con comodidad, mientras Darren Phillip aprovechó la oportunidad que le brindó Curro al colocarlo en el cinco inicial con varias canastas seguidas que invitaban a soñar. Con ellos y con el despertar de Quinteros los rojillos llegaron a tomar hasta cuatro puntos de renta en el primer cuarto.


Al descanso llegaría el homenaje a los artífices de la primera Copa del Rey para un equipo zaragozano de baloncesto y la afición quería celebrarlo. Pero a ese instante llegó bastante enojada con lo que estaba viendo y con la actuación arbitral. Una falta de Larry Lewis y una técnica posterior encendieron la mecha. El petardazo en forma de bronca, silbidos y gritos no se acalló casi ni con el debut de Carles Marco ni con un espectacular 3+1 de un participativo Sergio Pérez que evitaba males mayores antes de la pausa.


Ya por aquel entonces se vio que Reyes ofrecería otro recital de los suyos. Se entendía con los bases, aseguraba los rebotes y comenzaba a enchufar una tras otra. Los errores pasados no le pasaban factura y arrancaba su particular 'show' en el que tampoco faltan ciertas dotes de teatralidad para encender a la grada y sacar faltas a los rivales.


Únicamente su tercera falta personal a los 16 minutos de juego, que obviamente lo mandó al banquillo, ofrecía una nueva oportunidad a los hombres de Curro Segura de amarrarse al encuentro. Y lo hicieron. Sin el pívot cordobés en cancha, el CAI se puso las botas de coger rebotes, sobre todo, ofensivos, con lo que las segunda sy terceras opciones eran viables. Eso dio un respiro a los locales, pero solo hasta que Garcés hizo lo propio que Reyes, es decir, cometer su tercera personal, y hasta que salió a relucir otro de los magos merengues, el base Raúl López. Asistencias, triples, rapidez en unas situaciones y calma en otras. El director de juego se echó el equipo a la espalda hasta que sonó la bocina del intermedio con once arriba para los suyos (42-53). Tampoco sirvió contra él una zona 1-3-1 planteada por Segura para sorprender.


Lo que sí que le funcionaba ayer al CAI era el juego interior. Siempre que no estuviera Reyes, claro. La dureza mostrada por Garcés la continuó sin dudarlo el checo Starosta. Su envergadura fue un obstáculo incómodo para los madridistas, mientras que la anotación de DP era el contrapunto a un desaparecido Lewis.

Y aparece Bullock


Otra vez lo mismo. Los locales se vuelven a meter en el encuentro, sus seguidores retoman su fe y como por arte de magia otra estrella blanca aparece para tirar por tierra de un plumazo el generoso esfuerzo rojillo. Esta vez el turno fue de Bullock. 'Sweet Lou' había pasado casi inadvertido, pero cuando las cosas se complicaron sacó a relucir su muñeca. Es como de otra galaxia. Sin inmutarse se eleva, lanza y el balón entra limpio a través del aro. Y así varias veces. Una maravilla que aguaba las ilusiones aragonesas hasta que Quinteros reapareció como salvador.


Todo se equilibraba, todo tenía su contrapunto. Hasta las defensas zonales compartían minutos en la cancha. Cuando el CAI se ponía en 2-3, Plaza ordenaba una 'caja y uno' que obligó a sacar todo el arsenal rojillo ante la falta de referentes ofensivos en el inicio del último parcial.


Esas cosas deciden encuentros. Y mientras en el Madrid tiraban de nuevo del carro Raúl y Reyes, a los locales les faltaba chispa, un empujoncito más. Cunado a dos minutos del final el equipo de Segura disponía de una posesión con siete abajo en el marcador, todos sabían que el partido estaba en juego. Un par de errores seguidos y el encuentro se escapa. Así de duro, pero ante los grandes como el Madrid son cosas que pasan.


Sus estrellas tienen algo que puede con tu garra, tu intensidad o tu carácter. Por eso, dar la talla, en estos casos, no sirve para vencer.