CAI ZARAGOZA

Curro apuesta en Las Vegas

Las Vegas, en pleno desierto de Nevada, se levanta la ciudad del "black jack" y de la ruleta. Pero por unos días los sonidos de las máquinas tragaperras y el ir venir de las fichas quedan ahogados por el espectáculo de las ligas estivales de la NBA. Cada verano un enjambre de entrenadores y directores técnicos cruzan el Atlántico en busca del jugador que les haga disfrutar de las mieles del éxito en el viejo continente. Los croupiers se sustituyen por representantes y técnicos, y las apuestas millonarias toman forma de jugador. El CAI también ha querido entrar en esta 'timba' y el elegido para jugar esta mano ha sido Curro Segura.


Es un despliegue muy a la americana. 21 conjuntos de las franquicias NBA disputan una maratón de 10 días de 53 partidos. Las gradas se pueblan de aquellos, que trabajando para el baloncesto, quieren pescar esa pieza para completar su plantel ganador. La organización resulta fundamental para poder sacar resultados positivos y no caer en la vorágine de este macro evento. "Teníamos cierta ventaja ya que nuestras pretensiones pasaban por un ala-pívot o un base", explicó Curro Segura. El granadino devoró cuatro jornadas de principio a fin en las que pudo ojear a jugadores de 19 equipos. Para una sola persona, abarcar todos los partidos que se celebran en los pabellones "COX" y "Thomas and Mack" - 21.500 personas de aforo entre ambos- resulta imposible porque las colisiones horarias entre partidos resultan frecuentes.


Un sistema de competición con cuarenta minutos de juego - lo habitual en la competición americana son cuarenta y ocho minutos- en el que cada jugador dispone de diez faltas personales lo que permite ver la naturaleza y dureza, del fichaje cuyos informes y estadísticas engrosan las diferentes carpetas de las secretarías técnicas y deportivas. La única norma obligatoria respecto a la inscripción de jugadores es que no hayan militado más de tres años en la liga americana. El que permanece allí toda la competición puede disfrutar de cada jugador unos tres o cuatro partidos.


Los representantes montan su propio bazar en el pabellón: "Se te acercan y te dicen que tienen a un base en Minnesota y un pívot en Denver y que vayas a verlos. A la tarde vuelven, y si no te gustan ya tienen más en la recámara", explica Segura. Es un encaje de bolillos para crear una madeja de jugadores que resulte llamativa para los entrenadores, que prefieren este sistema que fichar viendo vídeos. El contacto con unos y otros es vital no sólo para conocer aspectos tácticos y técnicos del jugador en cuestión, sino que interesa lo extradeportivo. La búsqueda de los que dirigen los banquillos de la liga universitaria o de las ligas de desarrollo se convierten en una fuente para conocer cómo son los que han pasado por su manos. Si son sacrificados, si son jugadores de vestuario, cómo reaccionan ante la presión, si están casados… todos los detalles importan. Los conjuntos europeos a veces resultan casi invisibles para los jugadores. Quieren una oferta de la NBA y si no llega, ya tocará le turno de escoger un destino europeo.


Los nombres más sonados están al alcance de pocos -sin contar los primeros puestos del "draft" que están a otro nivel- y sobre los que hay duda, los representantes actúan de filtro cuando un jugador está lejos de las posibilidades económicas de un club.


"Tras la vuelta hemos avanzado en las conversaciones con los jugadores que nos interesan y sabemos en donde estamos bien colocados", comentó Segura. Ha colocado ya sus fichas en varias casillas pero todavía falta subir la apuesta en la dirección de juego y en la pintura para que,cuando termine la liga ACB, los dados señalen la ansiada permanencia.