CICLISMO

Contador arrolla a Evans

Ganó la contrarreloj de Orio con 22 segundos sobre el australiano y 27 con respecto a Thomas Dekker.

El Tour de Francia se lo perderá y la Vuelta al País Vasco lo ha disfrutado. Alberto Contador realizó una exhibición en la primera etapa de la carrera, la que terminó en Legazpi, y ha terminado con un anuncio de lo que puede dar de si en el futuro. Faltan adjetivos para poder definir lo que hemos visto en Orio. Ganaba la contrarreloj final de la carrera, sobre 20 kilómetros, con unas diferencias que espectaculares, de las que no se olvidan.


Cadel Evans terminaba a 22 segundos, Thomas Dekker, a 27, y Damiano Cunego, a 49. A partir del quinto clasificado, todos superaron el minuto de diferencia. Contador barrió, a una media de 41,143 kilómetros por hora, todos los registros que habían marcado sus rivales. Más importante que el ganar, es la forma en la que lo ha hecho. Lejos de su madurez física, aunque la mental la tiene ya superada, con 25 años, su cadencia de pedalada en los 20 kilómetros contrarreloj de la Vuelta al País Vasco ha resultado prodigiosa.


Decía Joan Bruyneel, su director, que la mejora de Alberto Contador en las contrarrelojes podía ser importante y los resultados avalan esa teoría. La primera parte de la contrarreloj tenía dos kilómetros llanos. Luego había cuatro de subida y el resto de repartían entre bajadas y un ligero repecho final. Una crono, para entendernos, modelo Tour de Francia, sólo que con 20 kilómetros, técnica, en la que había que jugar con los desarrollos.


También había que regular los esfuerzos, no dejarse la hiel al comienzo para disponer de fuerza donde debían de hacerse las diferencias. Alberto Contador lo bordó. La etapa, la carrera se terminó en los primeros seis kilómetros. Cuando se dieron a conocer los tiempos en esa referencia, Alberto Contador sabía que había ganado. Sólo un percance, una caída, no llovía y el asfalto estaba seco, podían privarle de ganar una prueba que conocía perfectamente, en la que había sido tercero en la general, pero que hasta ayer no figuraba en su palmarés.

Agrandar su leyenda


Dekker, perdía 16 segundos, Evans, 17, Astarloza se iba a los 49 segundos . Sólo nos quedaba, hasta que llegase a la meta, disfrutar de uno de esos deportistas que están tocados por la gracia divina. Ver rodar a Alberto Contador era entrar de lleno en la memoria de su vida, la de un chaval que dejó Pinto, una población en la zona sur de Madrid, por el verdor de Azpeitia, de Ordizia. Contador también ganaba contrarrelojes cuando era aficionado, una categoría en la que estuvo poco tiempo, y etapas de montaña. Era bueno entonces y con el tiempo lo único que está haciendo, y que hará en el futuro, es agrandar su leyenda.


Salvo sus condiciones como corredor, trabajadas, reforzadas con el paso del tiempo, queda muy poco de aquel chaval. Decíamos no hace mucho que con 25 años había vivido tanto que su mentalidad estaba por encima de su edad natural. Se ha convertido en un ciclista de zarpazos, que ataca allí donde tiene posibilidades reales de poder ganar, de sumar segundos, que no arriesga si la situación se complica y que empieza a sacar rendimiento en la única modalidad en la que tenía más carencias, la contrarreloj.


Bruyneel vio las contrarrelojes de Lance Armstrong durante siete años. Sabe que Contador no es un calco del corredor americano, pero también que tiene una joya que le dará muchos triunfos. "Las subidas han sido un espectáculo, algo increíble. Después de siete kilómetros le he dicho que no arriesgase. Tenía la carrera ganada". Hablaba emocionado, un estado que el director belga sólo demuestra en la intimidad. Contador no deja de sorprenderle.


El viernes, en la etapa que terminó en Orio, la que ganó Cunego, en la que se cayeron David Herrero, que no tomó la salida, Cadel Evans y Riccardo Riccó, su única preocupación era no caerse, evitar perder una prueba en la que ha arrojado toda la rabia, la frustración que tenía acumulada por su ausencia en el Tour de Francia. Evans quiso y no pudo, lo mismo que Dekker. Contador cercenó cualquier atisbo de dudas sobre su rendimiento.


Escondió su pequeño secreto, un dolor de muelas que empezó a molestar después de ganar en Legazpi. "Sólo lo sabía mi compañero de habitación, Benjamín Noval. No quería ni dar ventaja a mis rivales, ni tampoco que nadie pensase que era una excusa". El triunfo tiene muchos padres, la derrota, ninguno. Alberto si tenía a quien dedicarle la prueba: "A mi abuela María". Murió a los 84 años, el mismo día en que se vistió de amarillo.


La Vuelta al País Vasco no deja de ser un paso brillante, llamativo, en una carrera deportiva que cuenta ya con el Tour de Francia, algo que parece olvidarse, en su palmarés. Los ocho segundos que logró en Legazpi fueron una renta moral que dejó marcados a muchos de los favoritos. La contrarreloj final de esta prueba ha encumbrado a un corredor que dejará huella.