No esperaba su baja en el Real Zaragoza, Chus. Creo que no la esperaba nadie.

Yo, tampoco. Ha sido duro. En dos minutos se me ha ido más de media vida. Llegué al Zaragoza con 11 años. Es en el único equipo en el que he jugado desde que dejé de niño el Stadium Venecia. He dado 14 años al club, y me echan en dos minutos.

¿Aragón maltrata a sus hijos?

Soy de la cantera. Nadie podrá decirme nunca que no lo he dado todo por esta camiseta, que no me he entregado a tope, que no me he vaciado. Me duele salir así. No es solo mi caso. Pienso que a los canteranos no se nos tratra ni se nos ha tratado bien.

Es un adiós con la cabeza alta.

Creo que no pueden reprocharme nada durante toda mi etapa en el Zaragoza. Siempre he estado en las condiciones contractuales que el club quiso. Nunca he discutido por dinero en el Real Zaragoza. Siempre firmé lo que el club me ofreció, lo que me puso encima de la mesa, porque siempre valoré todo lo que el Zaragoza hizo por mí en mis años de formación en los equpos base. Soy y me siento zaragocista. Por eso me hace mucho más daño la marcha.

¿Qué auditoria hace de todos estos años?

Catorce años es mucho tiempo. En mi caso, como le he dicho antes, más de media vida. Me quedo, sobre todo, con la gente, con los grandes amigos que he hecho. Con entrenadores como Pascual Sanz, Chucho Solana, Ramón Lozano, Espinosa, Javier Garcés, Carlos Rojo. Con compañeros como Rubén Bobed, Antonio Longás. También hubo momentos duros, pero los buenos fueron muchos más.

¿Cómo fue el adiós, la despedida, la comunicación del cese en el Zaragoza?

Breve. Además, me comunicó la decisión Antonio Prieto. No hubo nadie más en la reunión. Ni el entrenador, ni otros técnicos del club: nadie. Este hecho me sorprendió un tanto, aunque cada vez me sorprenden menos cosas en el fútbol. Yo sigo siendo zaragocista, porque el Zaragoza, afortunadamente, siempre estará por encima de sus directivos, de sus técnicos, de sus jugadores.

Durante demasiado tiempo, quizás Chus Herrero ha sido el muñeco del pimpampún de todo lo malo que pasado en la defensa, cuando, en realidad, su rendimiento fue satisfactorio.

Siempre me entregué al máximo. Y no siempre jugué en la posición en la que mejor puedo desarrollar mi juego, mi fútbol, que es como central o medio defensivo. Jugaba en un lateral, en el otro? Nunca creé ningún problema. Intenté adaptarme en todo momento a las necesidades del equipo, dar lo mejor que llevaba dentro por el bien del conjunto.

¿Está contrariado con Marcelino?

Contrariado con él, no. Estoy contrariado con la decisión, porque, sinceramente, pienso que podía haberme quedado.

¿Tiene alguna queja concreta del entrenador?

No. He aprendido mucho este año. Aprendí, por ejemplo, a sufrir. Marcelino trabaja mucho y bien. Además, salió a defenderme. Ahora ha tomado esta decisión de prescindir de mí y la debo respetar. Otra cosa es que la considere justa, que no la considero justa. He nadado mucho para ascender a la Primera División con el Zaragoza, y ahora es como si me quedara en la orilla. En cierto modo, es una situación decepcionante para mí después de toda la felicidad que significó el ascenso.

¿Dónde le conducirá el futuro?

Quizás vaya en el Tenerife, que acaba de ascender a la Primera División. También tengo una oferta del Hércules, que cuenta con un buen equipo para intentar subir a Primera División la próxima temporada.