S.D. HUESCA

Centrales de lujo

Pese a su juventud, Borrego y Rigo son las piezas vitales del Huesca en el centro de la zaga.

Con una pareja de centrales de una juventud insultante lleva el Huesca resolviendo la papeleta de los tres últimos partidos. Paco Borrego y Baltasar Rigo, andaluz y balear, diestro y zurdo, 22 y 23 años respectivamente, son los capos de la zaga desde que la lesión de Corona y la decisión de Calderón de colocar a Dorado como lateral izquierdo los lanzase a la primera plana.


Se trata de dos futbolistas con hechuras para jugar un día en Primera. Es más, a la máxima categoría llegan jugadores con menos aptitudes que tienen la virtud o la fortuna de estar en el sitio justo en el momento adecuado.


Nunca habían formado pareja en la retaguardia. Borrego, que lleva dos campañas en el Huesca, es más versátil y a veces ha jugado como centrocampista de corte defensivo. Rigo lleva un año más en la disciplina del equipo azulgrana. En el primero su rendimiento fue muy alto en Segunda B. Y el año pasado, el de ascenso, se lo pasó casi en blanco merced a una grave lesión de rodilla.


Como ha resaltado Calderón en las últimas ruedas de prensa, el Huesca está jugando “con dos críos como centrales”. Y si a estos se une Jaume Sobregrau, que está actuando como lateral derecho en lugar del lesionado Robert, y que en agosto cumplió 22 años, la chiquillería azulgrana está completa. Suena paradójico decir que el gran veterano es Dorado, por la banda izquierda, con 26 años.


Inexperiencia

Defensas como la del Zaragoza, cuando la forman Pulido, Ayala, Pavón y Pignol, acumulan veinte años más de experiencia. Eso quiere decir que el Huesca atiende las necesidades del presente, pero cuida la perspectiva de futuro, acunando jugadores susceptibles de echar raíces en el club o de ser transferidos a empresas de mayor envergadura con el consiguiente rédito para las arcas de la entidad oscense.


Borrego, jienense de nacimiento pero cultivado en La Masía del Barcelona, es un jugador temperamental y potente, que roza el 1,90 de estatura, de amplia zancada, con buena anticipación y mejor desplazamiento de balón. Poco a poco va cogiendo también el poso que necesita un central en cuestión de automatismos y colocación en el campo.


Rigo también es un armario ropero de 1,85. Ha superado con nota ocho meses en el dique seco por una lesión de rodilla. Lleva tres partidos jugando con un oficio que parece que no hubiera existido ese paréntesis tan delicado. Como Borrego pero con la zurda, el desplazamiento en largo es otra de las virtudes de un futbolista que gana numerosos enteros día a día.


Para alguien que vive la dificultad de sobreponerse a una lesión importante, la vuelta al fútbol es casi como la vuelta a la vida. “Después de tanto tiempo sin jugar, pasando el calvario de la rodilla, es una alegría muy grande volver. El primer partido estuve un poco nervioso; en el derbi contra el Zaragoza ya me encontré bien; y contra el Murcia, me sentí ya con más confianza”, asegura Rigo, quien reconoce sentirse “muy a gusto con Borrego de compañero”.


Mientras, Borrego también presenta el mismo discurso: “Llevamos tres partidos jugando juntos y creo que lo estamos haciendo bastante bien. Debemos seguir así”, señala.