Mal día para los sufridores de pericardio y grandioso para las almas sensibles. El Huesca obró la continuación del milagro de Villarreal para remontar ante el Cádiz en inferioridad numérica y engancharse a la salvación, que no está hecha pero sí más cerca. En Vigo espera el broche. Otro partidazo de Doblas y dos golazos de Helguera y Camacho armaron un triunfo necesario que se puso muy caro con el tanto inicial de Enrique. Y más aún cuando Helguera, en un lance absurdo, se ganó la expulsión. El Huesca estaba medio muerto antes de esta jornada y ayer se levantó con gallardía y compromiso, jaleado por un público inconmensurable, que no merece el descenso. El Cádiz se marcha con el miedo en el cuerpo, más amarillo que nunca por el vértigo que proporciona el abismo. Su principal amenaza, Diego Tristán, se movió menos que el perro de un ciego, que pasa hambre y permanece quieto junto al amo. Pero tiene clase hasta cuando tose. Un movimiento suyo valió el gol de Enrique. Desmarque inteligente y pelota al otro lado. La improvisación del genio se anticipa al resto de las mentes. Las piernas ya ni cuentan..