FÓRMULA 1

Banderazo al Mundial

Vettel ganó la última carrera de un año en el que Briatore y Dennis se fueron, Button sonrojó a los grandes y hubo mucha grada vacía.

Banderazo al Mundial
Banderazo al Mundial
REUTERS

No hace más de ocho meses, Fernando Alonso saludaba pletórico al sol de Australia. "Estoy a tope", soltaba sonriente. El mismo rictus profería Felipe Massa entre su colonia de amistades, recortada la distancia en prestigio y pujanza en Ferrari respecto a Raikkonen. Algo parecido decía Hamilton, el campeón del mundo que vive en un permanente cuento de hadas en McLaren. Lucía en Melbourne el habitual decorado en cartón piedra, perfectamente identificable por los aficionados españoles: coches y promesas, ilusión y millones, Flavio Briatore, Ron Dennis, el odio irracional a Hamilton, el mando a distancia de Bernie Ecclestone, las bellezas despampanantes, demasiadas carreras aburridas, adelantamientos en los garajes, todos con Alonso salvo un nutrido grupo de antis... La Fórmula 1 y su dimensión española. Nadie, ni el optimista de los chicos Brawn, podía imaginar lo que vino después.

 

Llegaron los dobles difusores y nada fue lo que parecía. Intervino la FIA con su presidente Max Mosley señalado ante los ojos del mundo con una orgía pseudonazi y a mitad del verano, ya había eliminado a la mitad de sus enemigos. Sobrevino el otoño y en la hora del recuento, la Fórmula 1 tenía una cara irreconocible. Button, el que estuvo a las puertas del INEM, es el campeón del mundo. Brawn ha ganado el título de marcas. Ferrari no ha conquistado una 'pole' y en el último asalto peleaba con McLaren por ser tercero en el Mundial de constructores para rebañar unos cuantos millones del tío Bernie. Briatore ha sido despedido por tramposo, por inducir a un accidente a un piloto que se prestó al juego. Ron Dennis se tuvo que apartar del mando de McLaren porque Mosley se la tenía jurada. Jean Todt, el ex gurú de Schumacher, manda ahora en la FIA. Y Alonso, en su peor temporada desde que es quien es, ha fichado por la mejor escudería, Ferrari.

 

Un despropósito éste para los 'ferrarristas de toda la vida' en suelo español. Así se denominan los que reniegan de Alonso, de su influencia sobre este deporte. ¿Con quién irán ahora? El asturiano se despidió de Renault sin muchas emociones. "Quería hacer una carrera seria", explicó ante la falta total de objetivos. No tenía con quien pelear, ni puntos por los que luchar, ni siquiera futuros millones que dejar en herencia a Renault, un equipo que se ha desmoronado como un edificio en ruinas desde que Flavio Briatore fue expulsado. Su última presencia a sueldo de Renault fue a beneficio de inventario. Un adiós sin sentimientos en un deporte sin tiempo ni espacio para esas cosas. Ya lo dijo Franz Tost, el jefe de Toro Rosso: "Yo no puedo perder el tiempo en ir al cine". Pues eso.

 

En el fastuoso circuito de Abu Dhabi, su túnel en la salida del 'pit', su hotel circundando una parte de la pista, su cadena de leds iluminando coches y alquitrán, ganó uno de los pilotos más creíbles. Vettel conquistó su cuarta pieza del año en una nueva demostración de fiabilidad de los sorprendentes Red Bull. Webber completó el doblete sin nada en juego, salvo el honor de ser el más rápido, cuestión capital para esta gente. Hamilton se retiró cuando parecía el más veloz sobre la pista, Alonso adelantó dos puestos y Alguersuari provocó la jugada tonta del mes. Tenía problemas su Toro Rosso y él ingresó en los garajes pensando que le esperaban. No era así. En su equipo no había nadie. Y él, confundido por la inexperiencia, se fue directo al 'box' de Red Bull, el hermano mayor, la misma publicidad, el mismo tono en el mono de los mecánicos. Pura anécdota en un negocio con todo el pescado vendido y la vista puesta en 2010.