baloncesto

El Casademont juega con seis

El conjunto aragonés vuela hasta las semifinales alimentado por un baloncesto fetén y la energía emanada desde la grada por 8.000 aficionados 

Los aficionados celebraron las canastas de su equipo.
Los aficionados celebraron las canastas de su equipo.
Francisco Jiménez

Que conste, antes de nada, que con cinco también habría ganado con holgura. Con una más, esto es, con la energía emanada desde la grada del pabellón Príncipe Felipe, ni les cuento... Porque no hace falta contarlo. El resultado final lo proclama todo. Un elocuente 71-50 que no deja lugar a la duda.

Ganó de principio a fin el Casademont, como de principio a fin fue arropado por 8.000 entregados aficionados. Suele haber división de pareceres, de respaldos, en un torneo que reúne ocho participantes. Ocho aficiones diferentes representan la enorme variedad cromática del formato copero del baloncesto, igual masculino que femenino. Ayer, antes del careo protagonizado por las aragonesas, se rompieron las manos los aficionados del Valencia y del Estudiantes de Madrid. Siempre aglutinó una especial gracia la afición del Ramiro de Maeztu. Ahora solo les queda en la élite el conjunto femenino. Ayer palmaron ante un aspirante a todo.

Desde las ocho, media hora antes de la cita, el graderío se pintó de rojo. Bueno, casi todo. Un rinconcito verde en el Sector D albergó a la afición del Araski. La canasta inicial de Natalie Isabelle Van den Adel, ex Mann Filter, fue la única anotación visitante que se escuchó. En verdad, fue la única ventaja vasca durante toda la reunión. Un parcial 15-0 dejó el asunto ventilado en un santiamén. Mariona, Vega, Fiebich, Oma y Gatling salieron enchufadas. Mucha motivación del visionario Cantero. Pero, también, mucha energía detrás. Sin el factor público, sin la jugadora número seis, también habría ganado. Pero con seis es que no hubo ni partido.

El cortocircuito vasco resultó tan evidente como el magnetismo aragonés. No fue un partido corriente, pero hay que hablar otra vez de electricidad. Los garrampazos que daba la defensa del Casademont invitaban a la reflexión del ataque rival, invertebrado en el primer cuarto. En el segundo cuarto pasó de invertebrado a inexistente. Aunque el precio de la luz esté por las nubes, Cantero no apagó el interruptor. Vatios y más vatios. El ataque del Araski fue electrocutado. Vatios y vatios que dejaron en 18 pírricos puntos la anotación vitoriana en el intermedio.

Con el partido y la eliminatoria resueltos, en la segunda mitad Cantero reservó energías para las semifinales y para la final. Sí, vamos a jugar la final... Descendieron los vatios en los segundos 20 minutos, pero los decibelios brotados de la grada no disminuyeron, construyendo una atmósfera cargada de pasión por el Casademont femenino, de pasión de Zaragoza por su equipo de baloncesto. Los vatios y los decibelios de un equipo y de una afición que quieren ganar la Copa de la Reina.

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