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Zaga Zeravica: "Si Pilar Valero no hubiera existido, habría que haberla inventado"

A sus 82 años, la mítica entrenadora recuerda desde Belgrado la Copa de la Reina que conquistó el Banco Zaragozano, analiza el gran momento del Casademont femenino y proclama su amor eterno por Ranko: "Cada vez lo echo más en falta"

Zaga Zeravica, junto a su nieto, en el paseo que lleva el nombre de su marido, Ranko Zeravica, en Belgrado.
Zaga Zeravica, junto a su nieto, en el paseo que lleva el nombre de su marido, Ranko Zeravica, en Belgrado.
Heraldo

Zaga Zeravica regresó a Belgrado el pasado mes de mayo. Aquejada de unos inoportunos dolores en la cadera, a sus 82 años, la legendaria entrenadora de baloncesto ha instalado su residencia en la fría capital serbia después de casi media vida (35 años) en su querida Zaragoza. Inmersa en plena Navidad, a pesar de reconocer abiertamente no ser religiosa, atiende la llamada de HERALDO para viajar al pasado y repasar distintos asuntos de la actualidad.

Sonríe al analizar el gran momento del Casademont Zaragoza femenino, se emociona con la inolvidable Copa de la Reina que levantó el Banco Zaragozano en 1990, se le quiebra la voz al hablar de la irreparable pérdida de Pilar Valero y toma aire antes de proclamar lo "muchísimo" que añora a Ranko Zeravica, su marido, con el que convivió 50 años hasta que la muerte los separó para siempre en 2015.

¡Qué alegría saber de usted!

Creo que he vuelto a Belgrado definitivamente. Tengo algunos problemas en la cadera, en la espalda… y me cuesta viajar. Pero en Zaragoza tengo mi casa, hemos vivido allí 35 años. Aunque espero mejorar y poder volver porque quiero muchísimo a Zaragoza.

¿Cómo es su vida en Belgrado?

Hace fresquito, pero estoy muy bien. Voy a andar, hago gimnasia, veo el telediario en España a las 15.00, leo HERALDO un poco todos los días… Vivo a mi manera, contenta, un poco dividida porque España es también mi país. Estos días hablaré con mi nieto y mi nuera.

¿Sigue mucho el baloncesto?

¡Por supuesto que sí! Veo al Estrella Roja y al Partizán. Estoy siempre, siempre, siempre, pendiente del baloncesto, es mi vida desde que tenía 13 años. La noche anterior a morir Ranko, el 29 de octubre, vimos tres partidos de baloncesto.

¿Qué es eso de que empezó a entrenar por aburrimiento?

Cuando llegamos, en el año 86, todavía trabajaba aquí como abogada. Tomé unos años sabáticos para acompañar a Ranko. Estaba aburrida y me gustaba mucho el baloncesto, así que empecé a entrenar un equipo escolar en Compañía de María. Ahí ya destacaban Nines Gracia, Pilar Valero…

Siempre será la entrenadora que levantó el primer título del baloncesto femenino en Aragón.

¿Qué quiere que le diga? Iba por mi barrio, San José, y todavía la gente me reconocía. Nos seguían y nos querían muchísimo. Empezamos en La Granja y muchos días teníamos que poner un cartel para avisar de que estaba lleno, no cabía la gente.

Zaga Zeravica, la segunda por la derecha, junto a parte de su familia a las puertas del Museo Zeravica.
Zaga Zeravica, la segunda por la derecha, junto a parte de su familia a las puertas del Museo Zeravica.
Heraldo

Hasta que conquistaron la Copa de la Reina en 1990 con el Banco Zaragozano.

Fuimos como Cenicienta, a ver qué pasaba. Con nosotras no iba prácticamente nadie. Ganamos el primer partido al Tintoretto, un equipazo de Madrid muy caro; la final vencimos al Masnou, que lo entrenaba María Planas y tenía ¡¡¡siete internacionales!!! La final con dos prórrogas… imagínese.

De Jerez volvieron los dos equipos en el mismo avión.

Dimos una vuelta en autobús por la avenida de Navarra, toda la ciudad, hasta la plaza del Pilar. Lo que para mí tiene más valor es que todas esas chicas eran de la ciudad. Recuerdo a Pilar Valero que decía: "¡Aquella es mi verdulera, mi panadera, mi peluquera!" Era un equipo muy familiar.

Diga lo que usted quiera sobre Pilar Valero.

Que nunca he conocido alguien como ella. Si no hubiera existido, habría que haberla inventado. Daba un ritmo de alegría, de chistes, nos levantaba siempre cuando caíamos… Ha vivido tan pleno, tan alegre, era algo excepcional. Todas eran como mis hijas, les hacía pasteles cuando ganábamos un partido.

Se pegaría todo el día en la cocina.

Cierro los ojos y veo a Pilar pasando la lengua por la bandeja de lo que le gustaba… Era un caso único. Todavía no me lo creo… Las quiero con toda mi alma y sé que ellas también a mí.

Usted no era una entrenadora blanda.

No, al contrario. Era bastante dura con ellas, incluso a veces me llamaban Hitler o Stalin. Luego reconocieron que era el camino al éxito. Hoy en día hay muchos problemas con los padres, los abuelos, que no juega su hijo… Yo prohibí eso. Hubiese sido muy mala entrenadora si pongo a quien no lo merece y perdemos. Eso no era la Cruz Roja, las cosas hay que ganárselas, no se regala nada.

¿También vigilaba las notas del colegio?

Una madre me dijo una vez: "No sé qué has hecho, pero mi hija tenía siete suspensos y ahora tiene solo dos". Le respondí que una persona tonta también es una jugadora tonta.

Dicen los que saben de baloncesto que el Casademont Zaragoza tiene opciones de pelear por la próxima Copa de la Reina…

Me alegro mucho de que el equipo femenino actual esté consiguiendo también muy buenos resultados. Nosotras sembramos y ellas están ahora recogiendo. Veo algunos de sus partidos a través de la tablet. Son un equipo muy serio y me encanta. Lo único que echo un poco de menos es que haya más jugadoras de la ciudad.

Ojalá verla por aquí el próximo año.

Zaragoza ha organizado eventos reconocidos mundialmente. El Príncipe Felipe estará lleno, seguro que los zaragozanos se van a volcar. El mayor mérito del éxito del Banco Zaragozano lo tiene José Antonio Martín Espíldora. Él es el verdadero artífice de todo.

¿Cómo dio con usted?

Me encontró en las gradas de El Huevo mientras Ranko entrenaba. Se acercó y me dijo que era el presidente del equipo femenino, si podía ayudarles, ya que Alfonso Alonso era el entrenador pero trabajaba en la Opel, iba a turnos.

¿También sigue al equipo masculino?

Me alegro de que hayan cambiado al entrenador austriaco (Martin Schiller). Cuando vi que lo traían me quedé muy sorprendida. Austria es la tercera división de baloncesto europeo. ¿Cómo un entrenador de Austria puede entrenar en España, que es campeona del Mundial, olímpica…? Tenían que despedirlo. Ahora es otra cosa.

No hay nada como tener entrenador.

Un buen técnico hace mucho. Mire el Estrella Roja, habían traído un entrenador de casa, un chico bastante joven, bueno, pero no tenía la mano dura, solo la tenía blanda. Desde que ha venido Dusko Ivanovic han ganado más de 10 partidos. Yo era Hitler y Stalin, pero hice lo que hice.

Otra cosa no, pero claro habla usted un rato…

Hoy los jugadores son un poco mercenarios. No se pueden identificar con un equipo ni con una ciudad, están poco tiempo, cambian de equipo… Es otro tipo de baloncesto, de política, en definitiva, de vida. Yo estoy contenta con la mía. Lo único que me falta, y cada vez más, es Ranko. Convivimos 50 años juntos, cada vez lo echo más de menos.

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