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Aday Mara: un gigante con los pies en el suelo

El debut en competición nacional del joven pívot, de 17 años y 2,20 de altura, no modifica el discurso de prudencia y cautela que sigue el Casademont Zaragoza con una de las joyas de su cantera.

El pívot Aday Mara recibe instrucciones de Martin Schiller, entrenador del Casademont Zaragoza.
El pívot Aday Mara recibe instrucciones de Martin Schiller, entrenador del Casademont Zaragoza.
Álvaro Sánchez

Entre la oscuridad y las tinieblas generadas por el deficiente inicio de temporada del Casademont Zaragoza, este domingo asomó la cabeza un gigante llamado Aday Mara. 17 años, 6 meses y 10 días dibujan la figura del risueño pívot aragonés, que debutó en la Liga Endesa con una incontestable derrota contra el Baskonia después de estrenarse el curso pasado con el primer equipo en competición europea. Su notable aportación (8 puntos, 4 rebotes y 1 asistencia en 19 minutos), sin embargo, no modifica el discurso de prudencia y cautela impuesto por el club. De hecho, se trata de un fenómeno excepcional, ya que el jugador apenas trabaja a las órdenes del técnico, Martin Schiller.

En este diario, el propio entrenador austriaco fue categórico hace menos de dos semanas acerca de la figura de Mara. “Con Aday y Lucas no ha cambiado nada, es importante que esté todo claro a partir de ahora”, dijo Schiller, sabedor de que es una decisión familiar la que impide al joven, todavía menor de edad, entrenar a diario con la primera plantilla. Por lo tanto, ¿qué ha cambiado en los últimos días? La respuesta es tan simple como poco común en el deporte de élite: la festividad en los centros educativos de Zaragoza con motivo de las recientes Fiestas del Pilar.

Al no tener clase con el resto de sus compañeros, Aday Mara, que actualmente cursa segundo de bachillerato, pudo entrenar la última semana junto al resto de jugadores: Yusta, Sant-Roos, Mekowulu, Ferrari… Es decir, el pívot, todavía en edad junior, pudo disfrutar y sentirse al nivel de un profesional. Ahora bien, ¿qué ocurrirá en los próximos días, cuando el Casademont Zaragoza prepare el trascendental partido del sábado ante el Fuenlabrada?

Si nada cambia, que no está previsto que lo haga, Mara volverá a ser un estudiante de 17 años al que prácticamente todo el mundo del baloncesto le atisba un futuro prometedor, aunque todavía cuenta con un amplio y lógico margen de mejora fruto de su escasísima experiencia. Condiciones, tal y como demostró este domingo ante el Baskonia, le sobran: tiene presencia en la pintura, intimidación y movilidad bajo el aro rival, capacidad anotadora y el desparpajo propio de su edad. Precisamente ahí, en su imberbe juventud, radica otra de las claves. Conscientes de que estamos ante un diamante en bruto, con un techo muy difícil de edificar ante sus 2,20 de estatura, todo el mundo quiere cuidar a Aday.

Los primeros, sus padres. Francisco Javier Mara, que llegó a competir con el extinto CAI Zaragoza en la década de los 80, y Geli Gómez, una tinerfeña que llegó a ser internacional con la selección española de voleibol. Ellos son los primeros que, conscientes de las dificultades y las trampas que entraña el deporte profesional, priorizan la formación académica de su hijo. Sin descuidar, eso sí, su esperanzadora trayectoria machacando canastas de baloncesto.

En segundo lugar, el club. Un Casademont Zaragoza que desde el primer momento ha querido proteger al menor, tratando de mantenerlo al margen -en la medida de lo posible- de los focos y la exposición en los medios de comunicación. Y, en tercer lugar, la afición. Un público que vibró como hacía mucho tiempo con los 19 minutos de Aday Mara ante el Baskonia. No hace falta haberse criado con una pelota de baloncesto en las manos para saber que la solución a los problemas del equipo de Martin Schiller no pasa por las manos del chaval.

"Aday ha tenido un impacto en ataque muy notable"

“Aday ha tenido un impacto en ataque muy notable por su capacidad de jugar el pick´n´roll por encima del aro. Desde la recepción del balón cerca del aro puede hacer muchas cosas, nos ha ayudado mucho en este aspecto. Como chico de 17 años ha tenido un muy buen debut. Tampoco se trataba de que fuera el show de Aday, sino de producir en una posición en la que estábamos teniendo problemas”, valoró el técnico después del encuentro ante el conjunto vasco.

Aquel niño que soñaba con ser jugador de baloncesto es hoy un adolescente que acaricia con la yema de los dedos el mundo profesional. El olimpo del baloncesto aguarda la llegada de Aday Mara, un gigante que aspira a tocar el cielo sin desprender sus imponentes pies (calza un 52) del suelo firme.

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