baloncesto

Casademont Zaragoza: todo a una carta

El equipo aragonés alcanzará la salvación matemática en la Liga Endesa si supera este martes al Andorra (20.30). Por el contrario, una derrota comprometería drásticamente su continuidad en la máxima categoría. 

Dragan Sakota da instrucciones a sus jugadores en el pabellón Príncipe Felipe.
Dragan Sakota da instrucciones a sus jugadores en el pabellón Príncipe Felipe.
Guillermo Mestre

El pasado sábado, en su actuación más reciente, el Casademont abandonó Vitoria con sensaciones muy negativas en su juego. Ante el Baskonia, apenas resistió los 10 primeros minutos de la contienda; después se descompuso, con una facilidad sorprendente, ante un adversario con mayor intensidad, fuerza, talento y convicción. Perdió con amplitud (91-59), sin ni siquiera competir, y de paso acentuó sus dudas, su desconcierto y su ansiedad cuando le sobreviene ahora, precisamente, una de las semanas más importantes de sus 20 años de historia.

En este estado de inseguridad, el Casademont se juega la permanancia en la Liga Endesa, donde le aguardan las dos últimas jornadas de la competición regular en apenas cinco días: recibirá este martes al Andorra (20.30, Movistar+), un rival directo en la lucha por la salvación; y se desplazará después a Murcia, el próximo sábado, para medirse con una de las revelaciones del presente curso, en un duelo de muy mal pronóstico para los zaragozanos. La escuadra de Sito Alonso no sólo sigue optando a las posiciones de ‘play off’, sino que también aspira a participar el próximo ejercicio en las competiciones europeas. Es decir, que acudirá al careo con la obligación de sumar una nueva victoria.

En cualquier caso, el duelo más trascendental, el de mayor calado, el más determinante, es el que dirimen este martes aragoneses y andorranos en el pabellón Príncipe Felipe. Los dos conjuntos se presentan a la cita en una situación problemática, desesperada, de máximo riesgo. Para ambos, de hecho, el único resultado válido pasa por la victoria; de lo contrario, sus posibilidad de alcanzar la permanencia se reducirán a la mínima expresión.

El triunfo ante el Andorra, sin embargo, sí conllevaría la salvación matemática para el Casademont, que al menos cuenta con una baza a su favor en un duelo de tanta trascendencia: actuará al abrigo de sus aficionados, lo que elevará notablemente sus opciones de éxito. En un curso de intermitencias, altibajos y grandes decepciones, es en casa donde los zaragozanos han ido edificando la permanencia en la máxima categoría nacional: de sus 11 triunfos actuales, ocho los han facturado en el pabellón Príncipe Felipe, donde, salvo excepciones, sí han exhibido su versión más sólida y eficaz. En la capital aragonesa, de hecho, han claudicado equipos de la talla del Manresa (98-91), el Baskonia (97-79), el UCAM Murcia (91-78), el Unicaja de Málaga (93-82) e, incluso, al Barcelona (76-71) –actual líder de la Liga Endesa–; además, el Casademont ha superado también al Río Breogán (79-75), así como a a dos rivales directos como el Real Betis (82-72) y el Obradoiro (80-73).

En el pabellón Príncipe Felipe comparece ahora el Andorra, un conjunto prácticamente desahuciado semanas atrás, pero que ha fortalecido sus aspiraciones en las últimas jornadas, coincidiendo con el cambio de entrenador: Óscar Quintana asumió el mando de la plantilla el pasado 18 de abril, tras la dimisión de David Eudal; y los jugadores, desde entonces, han dado un importante paso adelante en su rendimiento –dos victorias en los últimos tres encuentros–. De esta forma, los andorranos han alcanzado los 10 triunfos en el presente ejercicio, y se han situado a un solo partido del Casademont.

Por el contrario, el conjunto aragonés ha experimentado una sorprendente involución en su juego, que se ha traducido en dos derrotas consecutivas –ante el Bilbao, en el pabellón Príncipe Felipe (80-82), y contra el Baskonia (91-59), en el Buesa Arena de Vitoria–, y que le ha dejado expuesto hasta el último suspiro de la temporada. Hoy, frente al Andorra, el Casademont Zaragoza está obligado a ganar. Para sellar matemáticamente la salvación. Para acabar, por fin, con su agonía. Victoria o infierno. Todo a una carta.

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