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El estilo Ponsarnau

El nuevo entrenador del Casademont aspira a dotar al equipo de su personalidad. Su ideario bebe de las fuentes de Pedro Martínez, Scariolo o Vidorreta. 

Ponsarnau, diriendo un partido del Valencia Basket.
Ponsarnau, diriendo un partido del Valencia Basket.
Miguel Ángel Polo

Una vez confirmado que Jaume Ponsarnau dirigirá al Casademont Zaragoza durante las dos próximas temporadas, el club aragonés puede empezar a planificar su proyecto con certidumbre. El nuevo entrenador, de la mano del director deportivo Pep Cargol, asume el reto de edificar un equipo con identidad, que genere ilusión entre los aficionados.

Precisamente en ese aspecto, en el de la personalidad, es el primero en el que deberían incidir Ponsarnau y Cargol. La apuesta por el preparador catalán es una apuesta por el baloncesto versátil, adecuado a las distintas circunstancias que puedan darse a lo largo del curso e incluso en los propios partidos, y busca dejar atrás lo que fue la pasada campaña.

Diego Ocampo y Sergio Hernández -en menor medida Casimiro- trataron de anteponer sus estilos a las características de los jugadores. Ponsarnau, de entrada, no es así. Siempre ha tratado de adaptarse a las virtudes y defectos de las plantillas que ha manejado, explotando distintos modelos ofensivos y defensivos en función de los jugadores.

El baloncesto de Jaume Ponsarnau bebe de fuentes tan ricas como variadas. Los modelos de Pedro Martínez, Sergio Scariolo o Txus Vidorreta influyen en un ideario que trata de combinar la velocidad y el orden, el ansiado equilibrio que tanto echó en falta el Casademont Zaragoza de la 2020-21.

Los equipos de Ponsarnau suelen interiorizar que no siempre se está acertado hacia la canasta y priorizan cerrar la defensa, encajar pocos puntos. Después, como a casi todos los entrenadores, le gusta aprovechar la rapidez al contraataque, un arma que el Casademont supo explotar durante buena parte de la pasada campaña y que este curso puede volver a resultar decisiva.

El cuadro zaragozano, a la espera de que se termine de perfilar la plantilla, sigue disponiendo de hombres físicos capaces de correr. Brussino, Sulaimon, Barreiro… todos ellos están bien considerados, tienen contrato en vigor y seguirán salvo que lleguen ofertas suculentas. Otros como Ennis o DJ Seeley finalizan contrato y es harto improbable que el Casademont haga un esfuerzo económico para retenerlos.

Ennis, precisamente, fue quien más protagonismo reunió la pasada temporada. Para bien o para mal, el escolta canadiense casi siempre centró los focos. Hasta el punto de que se le acusase de un individualismo, de un exceso de ego, que Ponsarnau ha rechazado allá donde ha entrenado.

De hecho, el propio entrenador catalán reconoció -indirectamente, en una entrevista concedida a un medio levantino antes del ‘play off’- no haber sabido administrar los egos repartidos por el vestuario del Valencia Basket en la que ha sido su última campaña al frente del cuadro ‘taronja’.

En Zaragoza difícilmente se le presentará ese problema. Empezando por que la capacidad adquisitiva del Casademont dista mucho de la del Valencia, lo que hace inviable que se pueda contratar tantos jugadores de nivel ‘top’, y siguiendo por que él mismo va a poder confeccionar la plantilla a su antojo en las semanas venideras.

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