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Un apagón colectivo
Después de un gran arranque de año, el Casademont Zaragoza ha perdido el pulso competitivo y atraviesa una grave crisis de juego y resultados
"Lo hemos hecho todo mal". Valga esta escueta pero transparente confesión de Rodrigo San Miguel para resumir lo ocurrido en Bamberg. El Casademont fue un juguete en manos de su rival. El octavo clasificado de la Bundesliga alemana pareció un equipo NBA, divirtiéndose frente a los de Sergio Hernández. El Brose arrolló a los zaragozanos en su peor partido de la temporada; en un compromiso en el que se descubrieron todas las carencias del bloque.
Los anteriores duelos ante Joventut de Badalona, FC Barcelona -en menor medida, por la entidad del rival- y Movistar Estudiantes, en los que estos tres equipos le endosaron 100 o más puntos al Casademont, ya habían puesto de manifiesto un apagón colectivo que el martes se magnificó.
Un breve repaso a las estadísticas del encuentro basta para esclarecer la debacle en todas las facetas del juego. El Brose le endosó 117 puntos al cuadro aragonés; con una efectividad del 52% en lanzamientos triples (21 aciertos en 40 intentos) y un 58% (21 de 36) en tiros de dos, lo que solo puede ser sinónimo de una defensa desdibujada, frágil, que también concedió facilidades en la pintura.
El conjunto germano capturó hasta 41 rebotes (ocho más que un Casademont que solo se sujetó mínimamente por la labor de Hlinason) y, por ende, dispuso de numerosas segundas jugadas; de segundas opciones que no puede permitir un equipo que quiere aspirar a llegar lejos en la competición.
Como dijo Rodrigo San Miguel, mucho tienen que cambiar las cosas para que los de Hernández, como se pretende, vayan a por todas en busca de la Final a Ocho de esta Champions. Empezando por esa manifiesta debilidad defensiva, que ha derivado en una sangría de puntos inasumible, y prosiguiendo por la intermitencia en el juego coral.
El Casademont Zaragoza que obtuvo nueve victorias en 10 encuentros en el arranque de 2021 y llegó a fantasear con el ‘play off’ de Liga Endesa se caracterizó por haber recuperado automatismos y velocidad en ataque, pero el más reciente, por contra, también se ha bloqueado hacia la canasta contraria. El técnico argentino no encuentra soluciones; jugadores anárquicos como Ennis, Sulaimon o Benzing hacen la guerra por su cuenta; y el equipo, sin un concepto claro, acaba jugando a lo que proponen sus rivales.
