baloncesto

Dos quintetos y una prioridad en el Casademont

Sergio Hernández amplía la nómina de un equipo. que decididamente apuesta por Europa

Casademont Zaragoza - Brose Bamberg
Casademont Zaragoza - Brose Bamberg
Guillermo Mestre

El mejor alemán era... Benzing. Pocos, limitados por la covid, y escasos, limitados por su talento, el Brose Bamberg fue fácil presa de un Casademont que ganó con holgura y sin esfuerzo. Una docena diferencial entre un equipo con dos quintetos para competir y un rival con apenas ocho jugadores. Que el base Bennet Hundt consumiera los 40 minutos lo proclama todo. Ganó silbando el cuadro de Hernández. Lástima que solo fuera por 12 puntos. Ojalá que no tengamos que recordar esta última idea...

Sulaimon, Ennis, Brussino, Barreiro y Hlinason constituyeron el quinteto del primer cuarto. El 14-13 al paso por la meta volante del minuto 10 no le agradó demasiado a Sergio Hernández, que retiró a los cinco e inició el segundo cuarto con Javi García, Rodrigo San Miguel, Benzing, Harris y Wiley. Dos buenos cincos, aunque el único cinco sea Hlinason... Dos formaciones equilibradas que significan una sensible transformación estructural y orgánica sobre ese boceto que Porfirio Fisac dibujó para luego dejar colgado al Casademont. Llegó después Diego Ocampo y su baloncesto escolar. Estuvo demasiado Ocampo en el banquillo del Casademont. Una pena que el oprobio del Unicaja (sí, el día que nos metieron de 30...) no hubiera llegado antes. O que la victoria ante el Tenerife en la fase final de la BCL no hubiera sucedido jamás. Victoria cegadora, que demoró decisiones. Lo dicho, hay victorias que no sirven para nada. Mejor dicho, sí sirven para algo: para perder el tiempo.

Después llegó Sergio Hernández. Le costó, pero en el Casademont se aprecia una clara evolución. Tiene aciertos y errores el argentino. Algunas veces se equivoca. Claro, se equivoca porque toma decisiones. El que no toma decisiones no se equivoca nunca... Eso es lo bueno de Hernández, que ha tomado decisiones. Luka Rupnik y TJ Bray se fueron por la misma puerta que entraron. También se marchó DJ Seeley, pues al baloncesto se juega solo con un balón, y para tirarse hasta las zapatillas ya está Ennis. Aunque visto el partido de ayer, casi mejor que se hubiera quedado DJ... En el lugar de estos jugadores exteriores, el Casademont ha incorporado a Elias Harris y a Jacob Wiley. Harris rayó ayer a gran nivel. Wiley no estuvo acertado en la anotación, pero fue de largo el mejor reboteador local. Dos grandes fichajes, dos hombres que han hecho cambiar el centro de gravedad del equipo. Dos refuerzos para soñar.

Harris y Wiley han dotado de mucha más solidez estructural al Casademont, que ya mira, mueve y produce en la pintura. Ayer no jugó brillante, pero volvió a navegar muy por encima de su rival. Y eso que no alcanzó nunca su nivel real. No buscó a Hlinason, un pívot que vuela muy por encima del Brose Bamberg y de casi todos los rivales del BCL. Sulaimon tampoco se enteró de la película. El problema de Ennis es otro. Cuando Ennis coge la pelota, no hay compañeros, no hay esquemas, no hay reloj (ya lo vimos en Sevilla...). Juega bien a la pelota Ennis, pero no juega al baloncesto. Al baloncesto se juega con los compañeros, con esquema y con reloj. A veces desquicia al rival; ayer, a sus compañeros. Rodrigo, Javi García, Sulaimon, Benzing, Barreiro, Brussino y Hlinason sí socializan espacios y esfuerzos. Hernández también tiene una idea. Una idea y dos quintetos. Y dos hombres recién llegados, Harris y Willey, que ayudarán lo suyo en el objetivo. Un objetivo más claro que la sopa de un asilo: la BCL.

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