Apenas necesita presentación después de su corta, pero intensa primera etapa. Aun con todo, el Casademont le abrirá esta tarde (18.00) las puertas del Príncipe Felipe para que anuncie su mensaje de recién llegado, analice de su regreso, desvele si ha cambiado algo en su baloncesto… Dylan Ennis se pone de largo en su segunda etapa en Zaragoza.

La primera vez descubrió a un jugador físico, atlético, capaz de ejercer de base o de escolta, y con una tremenda pulsión anotadora. Ahora, con la lesión de Seibutis, a quien releva en la teoría, todo parece indicar que será un jugador más alejado de la dirección del equipo que en 2008 y que cumplirá otras funciones más complementarias.

A sus 27 años, Ennis atesora experiencia y una trayectoria reconocible que le devuelve a Zaragoza como un jugador relevante. Llega ahora en unas circunstancias muy diferentes. Hace dos temporadas fue un clavo ardiendo para salvar la categoría en un equipo aturdido y en problemas. Ahora, le recibe un conjunto que funciona como un reloj. Una maquinaria que Ennis ya tuvo la oportunidad de adivinar de cerca este martes, en la inapelable victoria europea de Casademont contra Dijon. Lo hizo sentado en el palco del Príncipe Felipe, desde donde escuchó la ovación que le brindó la afición zaragozana cuando anunciaron su presencia. Resulta complicado que, en la filosofía y el modelo de gestión de Fisac, Ennis pueda atraer tantos focos como en su primera etapa. Quién sabe. Quizá lo haga como complemento de oro de un equipo con pocas jerarquías establecidas. Ennis deberá adaptarse ahora a eso.

Hace dos temporadas, el canadiense se incorporó al cuadro aragonés en abril de 2018, junto a Milko Bjelica, para reforzar al equipo en la recta final de la competición. Solo jugó en los últimos seis partidos de la Liga Endesa y la salvación pasó por sus manos. Facturó 15 puntos por partido, además de aportar 4 rebotes, 2 asistencias y 2 recuperaciones de balón en los 27 minutos de media que permaneció sobre la pista. El Casademont trató de renovar entonces al jugador, pero el Andorra acabó llevándoselo con una oferta económica fuera de las posibilidades de los aragoneses.