baloncesto

La delgada línea roja de Fisac

El Casademont Zaragoza ha ganado nueve de los once partidos que se han resuelto en un margen mínimo de uno o dos puntos desde la llegada de su entrenador

Casademont Zaragoza-Falco Szombathely
Alocen entra a canasta Casademont Zaragoza-Falco Szombathely
Toni Galán

Lo podríamos llamar ‘Míster Agonía’ no solo por el modo frenético y desesperado con el que vive los partidos desde una esquina de la cancha, sino también por cómo le echa un pulso a las manecillas del reloj, parando los segundos y acelerándolos, moviendo el tiempo con las canastas de su equipo cuando en el cronómetro apenas ya quedan números por descontar. Porfirio Fisac condujo, de nuevo, a su equipo a una victoria límite, esta vez con Europa como telón de fondo, imponiéndose el Casademont al Falco KC Szombathely por la mínima (70-69).

Hasta aquí nada sería extraño en un desenlace apurado de un partido de baloncesto, tantas veces resuelto en su último tiro, en su última defensa, en un suspiro o un arabesco inesperado. Sin embargo, desde la llegada a Zaragoza de su entrenador, el fenómeno de un resultado ajustado al máximo, con diferencias mínimas, se ha convertido en una de las señas de identidad del equipo aragonés. Podría hablarse del juego de la fortuna, del lanzamiento al aire de una moneda, pero algo más allá de las cábalas aleatorias se esconde en el análisis del asunto cuando al Casademont casi siempre le sale ‘cara’.

Desde que tomó tierra en Zaragoza, los finales como el de este miércoles, igualados, apretados, como contra los húngaros del Falco, muchas veces se han instalado en la pizarra de Porfirio Fisac. En una temporada y un poquito de la segunda, ha habido diez partidos del Casademont que se han resuelto por el estrecho margen de uno o dos puntos de diferencia. El balance es revelador: 9 victorias y solo dos derrotas.

Ya durante la pasada temporada se advirtió la habilidad del equipo aragonés para desenvolverse con astucia, acierto y serenidad en esos instantes finales de los partidos. Dibujó, en este sentido, una tendencia indicadora de rasgos que van más allá de los aspectos tácticos o técnicos. Representaba así un espíritu combativo, de fuertes lazos colectivos y forjado con una personalidad desenfadada y convencida, valores, todos ellos, muy apegados al estilo de Porfirio Fisac: nadie nunca baja los brazos. De esta manera, el entonces Tecnyconta sacó adelante seis de los ocho partidos que se definieron en los segundos finales, por ventajas insignificantes de uno o dos puntos. Ganó así en el Príncipe Felipe a Gran Canaria (71-69), Baskonia (81-79) y Unicaja (72-70), y fuera a Tenerife (86-88), Andorra (97-99) y Fuenlabrada (87-88). Únicamente, el aristocrático Real Madrid (98-96), en su cancha, y Valencia (89-91), en Zaragoza, les superó en ese paseo por la cornisa. 

La nueva temporada no está siendo una excepción. De nueve partidos jugados entre Liga Endesa y Champions League, el Casademont ha resuelto tres victorias milimétricas. Las han gestionado, además, desde ambas facetas: el ataque y la defensa. Al Betis, le ganó (69-71) en los segundos finales después de ir abajo. Un triple de Rodrigo San Miguel ejerció de palanca del triunfo. Al Besiktas, en competición europea, le levantó la victoria (73-74) con el reloj casi a cero (a 0,4 segundos). Dj Seeley recibió un toque cuando se impulsaba desde el triple, metió dos tiros desde la línea de la falta personal y falló el último a conciencia para diluir el breve tiempo que restaba. El suspense volvió a guiar el final de un partido del Casademont este miércoles frente al Falco Szombathely (70-69). Un angustioso y convencido palmeo de Radovic a cuatro segundos del final puso por delante a los zaragozanos. La última posesión fue a manos de los húngaros. Comenzó a jugarse en los tiempos muertos. Y ahí, la defensa del Casademont desarticuló la última respuesta del rival: un robo de Seeley dejó otra victoria mínima en el Príncipe Felipe.

Da igual el rival, su tamaño, la competición, si la última posesión se ataca o se defiende, si la mano decisiva es de Radovic, San Miguel o Seeley hoy o de Okoye en el ayer… La gestión de esos minutos calientes, ajustados, por parte de Fisac siempre dejan la cara de la moneda mirando hacia arriba. Nueve veces de once, en apenas un año: la fortuna es para quien se la trabaja. El éxito de la delgada línea roja. 

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