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La magia del Príncipe Felipe

El pabellón zaragozano lució una entrada espectacular en la cita contra Baskonia y pudo celebrar el pase a semifinales.

El pabellón Príncipe Felipe se vistió de gala en el partido decisivo de los cuartos de final ante Baskonia.
El pabellón Príncipe Felipe se vistió de gala en el partido decisivo de los cuartos de final ante Baskonia.
Oliver Duch

El partido de este domingo demandaba el compromiso de una ciudad entera. Y Zaragoza, fiel a su estilo, aguerrida, familiar y competitiva en sus intereses, amaneció teñida de rojo. Era día de baloncesto, una jornada especial, esas que recuerdan a las grandes citas coperas, europeas y de ‘play off’ por el título...

De esto último iba la película, de avanzar en el cuadro final de la Liga Endesa para evitar un tercer partido de cuartos frente al Baskonia. No sin antes haber sufrido y tensado las cuerdas vocales al límite, el Tecnyconta ya presume de ser uno de los cuatro mejores conjuntos de la competición nacional. Y eso, en buena parte, también fue mérito de la afición, de un Príncipe Felipe pletórico y negado a claudicar cuando la cosa pintaba fea. Finalmente, en un desenlace espectacular, donde fue necesario remontar, al igual que ha ocurrido en numerosas ocasiones a lo largo de la presente temporada, el pabellón pudo continuar soñando.

Fue fundamental el graderío. Desde los ánimos previos al salto, pasando por los nervios en el desarrollo hasta el éxtasis del final. Los jugadores entraron a la cancha con una motivación extra, intensos y veloces, llevados en volandas por el empuje de la hinchada. Con esta puesta en escena, más de cuatro minutos anduvo Baskonia sin anotar, mientras el Tecnyconta arrollaba y cerraba el primer parcial 26-9. Esos momentos fueron claves para el triunfo, al igual que el último arreón del público, destinado a dispersar la concentración visitante y enderezar la esperanza en los compases finales. Por cómo se puso el encuentro, la afición tuvo que achuchar y recurrir al unánime "¡Sí se puede!". Un grito que activó el poderoso instinto de supervivencia del equipo dirigido por Porfirio Fisac para dar la estocada a su rival.

Lo advertía el entrenador segoviano en la previa: "Entre Zaragoza y su afición existe un vínculo con estos jugadores. Ese vínculo, como están demostrando, cada día es mayor y evidentemente se van a entregar. Si fuera por ese motivo de la afición estoy seguro que lo sacaríamos". Y lo reconoció el capitán, Carlos Alocén, después del pitido final, en medio de la fiesta: "Poder disfrutar de un partido así con nuestra gente es maravilloso, vamos a seguir luchando juntos. No hay palabras para definir lo que ha hecho la gente hoy y toda la temporada. Ha sido increíble. Estoy súper agradecido del apoyo que nos dan, y en especial a mí".

La marea hizo la ola. Disfrutó a su manera, a lo grande, emocionada y vehemente en su felicidad. Las ovaciones se sucedieron durante todo el encuentro, en los cambios, las buenas defensas, los mejores ataques... Especiales fueron los aplausos para despedir a Javier Justiz, cuando firmó su quinta falta y fue eliminado. El cubano se coronó como unos de los grandes artífices de la mañana.

Los jugadores agradecieron el apoyo dando la vuelta al ruedo, como los toreros en una buena tarde de faena. Las dos orejas y el rabo se llevó el equipo de Fisac, que se despidió con una bonita conjura en el centro de la pista, espejo de la unión y el ‘feeling’ que existe en el vestuario.

9.622 espectadores despertaron la magia del Príncipe Felipe. Una sintonía recíproca entre la grada y la pista que se ha traducido en resultados durante la campaña. Con esta victoria, ya son 12 las que suma el conjunto aragonés como local. En su escenario, la mayoría de funciones han salido a pedir de boca. Muchas veces con el peligroso aliciente de los finales apretados, pero con un rédito considerable de triunfos por el envidiable manejo de la situación. 11 fueron en el campeonato regular, a los que se suma el primer envite de este ‘play off’, que ya es histórico por fondo y forma.

El Príncipe Felipe se ha aupado como uno de los pabellones mástransitados de la ACB. 7.714 aficionados acudieron por partido en Liga, una cifra muy por encima del promedio general (6.112 espectadores) –la quinta mejor asistencia del campeonato–. Los registros, en una capital de baloncesto como es Zaragoza, van acordes al rendimiento del equipo. Que pase el siguiente.

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