Paul Stoll: "Siempre he sabido que, si quería jugar, debía ser inteligente sobre la pista"

El nuevo base del Tecnyconta (Lansing, Michigan, 1985) cabalga a medio camino entre Estados Unidos y México mientras sus 180 centímetros exhiben descaro con el balón.

Paul Stoll posa tras el entrenamiento que el Tecnyconta realizó este martes en el Príncipe Felipe
Paul Stoll posa tras el entrenamiento que el Tecnyconta realizó este martes en el Príncipe Felipe
Oliver Duch

¿Cómo se está encontrando en su debut en la Liga Endesa? Parece que se está acoplando muy rápido. Lleva tres partidos y su influencia en el juego es cada vez mayor.

Me siento muy bien. Voy mejorando tras escuchar los consejos de Pep (Cargol) y Sergio (Lamúa) para trabajar la estrategia y las jugadas, mejorar en defensa y, en general, ayudar al equipo sobre la cancha. Cada día estoy más cómodo y tengo las ideas más claras.

¿Cuál es el secreto de esta rápida puesta al día? Pero, ¿no estaba sin equipo?

El trabajo, simplemente. Es verdad que llevo desde el final de la última temporada sin competir, desde que dejé el Unics Kazan ruso. Pero he estado entrenando en Michigan, mi tierra, con mi padre. Tiene 64 años y trabaja como entrenador en un gimnasio. Además, he jugado con la selección mexicana las dos ventanas de clasificación FIBA para el Mundial. Me siento bien físicamente y tengo mucha confianza en mi juego. Sólo necesito competir. Creo que puedo dar mucho más y ayudar al equipo.

Ha jugado en México, Israel, Turquía y Venezuela. Y ahora aterriza en nuestra ventosa Zaragoza.

Sí. Mi compañero en el Unics Quino Colom y Rubén Garcés, que estuvieron en el club, me han dicho que es una bonita ciudad, con un buen equipo y una gran afición. Apenas llevo jugados dos partidos en el Príncipe Felipe y ya lo estoy comprobando. La gente es increíble; se nota que entienden de baloncesto. Me gustaría quedarme, aunque eso no depende de mí.

Sí, se le ve a gusto. Menudo triplazo se jugó y metió el pasado domingo ante el Bilbao. Debían de ser unos ocho metros...

Sí, puede ser.

En su presentación se definió como "un ganador". ¿Qué le gustaría conseguir con ese gen competitivo?

Quiero que ganemos el mayor número posible de partidos. Además, quiero mejorar, acabar la temporada en plena forma y demostrar que valgo para esto.

También dijo en esa ocasión que los pilares de su vida eran Dios, el baloncesto y su familia.

Sí. Los dos últimos están especialmente relacionados. Mi familia lo es todo para mí. Soy claramente un hombre de familia. Ahora están en Michigan y los echo de menos. Mi padre jugó a baloncesto durante su etapa universitaria. Yo empecé a jugar a los tres años gracias a él. He llegado a cruzar Estados Unidos para ver un partido o un torneo de baloncesto en el instituto o en la universidad. Me encanta.

Aun así, usted está a medio camino entre dos culturas: la americana, pero también la mexicana.

Sí. Estudié en Estados Unidos y jugué durante la universidad en los Pan American Broncs de Texas y en Lansing, en Michigan, aunque mi debut profesional fue con los Algodoneros de la Comarca, en México. Mi madre es de allí y tengo la nacionalidad. Sabía que iba a ser pequeño (1,80 metros) porque ella es pequeña, pero tiene un corazón muy grande. Lo daría todo por ella. Debe medir 1,50 aproximadamente, ¡como un niño! He sido siempre consciente de que si quería jugar a nivel profesional tendría que ser duro sobre la pista, inteligente y hacer las cosas muy bien. Al menos, un par: asistir y meterlas. Para que los equipos dijeran ‘necesitamos a ese jugador’. Mi padre me ha enseñado todo lo que sé. No llegó a la NBA; de hecho, era mejor a fútbol americano. Es un tipo grande. Como Gary (Neal). Vamos de mayor a menor mi padre, yo y mi madre en cuanto a altura. ¡Hay mucha diferencia!

La imagen de los partidos universitarios estadounidenses que llega a Europa, ¿es cierta?

Sí, son de locos. En Michigan todo el mundo estaba de pie, gritando, animando... Podía haber más de 15.000 personas en el pabellón. Las entradas se agotaban. Me enamoré aún más del baloncesto.

¿Y cómo recuerda su debut como profesional en México?

Estaba muy emocionado. ¡No podía creerme que me pagaran por jugar a baloncesto! Si lo hacía gratis hasta hace no tanto... Fue genial. En esa época no sabía español, así que aprendí un poco. Y creo que algo he mejorado (risas).

En 2014, marcó un hito con la selección mexicana, la que le ha ayudado a mantener el ritmo. Se clasificó para el Mundial de España y su país volvió a esa competición tras 40 años.

Me siento parte de la historia del país. Es algo que va a acompañar toda la vida y siempre podré decir que jugué un Mundial. Aunque eso forma parte ya del pasado. Ahora hay que pensar en qué hay por delante.

Curiosamente, perdió en octavos del torneo ante Estados Unidos. Ambos países volvieron a converger. La historia de su vida.

Tenían a Stephen Curry, Kyrie Irving, DeMarcus Cousins, Anthony Davis... una gran plantilla. Fue divertido, pero los nombres no me asustan. Siento que puedo competir con cualquiera.

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