CAI ZARAGOZA

¡Ave, Zizic!

El nuevo jugador del CAI Zaragoza llegó ayer por la tarde a la estación de Delicias

Zizic firma un autógrafo a una empleada de la estación de Delicias a su llegada a Zaragoza.
¡Ave, Zizic!
JOSÉ MIGUEL MARCO

Los jugadores de la difunta Yugoslavia tienen una expresión que invita a retorcerse del frío que irradia de su rostro. Son personas que hicieron de la canasta un plano astral para abstraerse de la guerra y parecen ausentes de toda realidad que la que no sea la de una cancha de baloncesto. Ayer a Zizic solo le faltó encoger los hombros al bajar del AVE ante el enjambre de flashes que saltó en cuanto se abrió la puerta en el andén de la estación de Delicias, minutos antes de la seis de la tarde.


Ambiente calmado a pesar de la transcendencia de su llegada. Solo faltó que alguno de los presentes exclamase la máxima latina de: “Ave, Zizic”. Sin embargo, no es el César. Ya le hubiese gustado a Julio tener esa planta (2,07 metros) a la hora de recibir los tortazos en La Galia. A pesar de todo, se le parece bastante. El croata es el elegido para dirigir a la tropa caísta a recuperar el terreno clasificatorio perdido tras esa nefasta racha que concluyó el pasado domingo frente a Cajasol. Cerrada está y, por ello, mejor no recordarla, que los lamentos no ayudan a que entré más fácil en el aro. Para el balcánico, completa normalidad y una extremada tranquilidad, al igual que su pareja. Solo un autógrafo a una empleada de la estación. Su representante fue el único que repartió sonrisas y saludos a golpe de bien.


Ningún centurión del CAI aguardaba a su llegada. Ni Segura, preparando la sesión vespertina del equipo; ni el director general, García Chápuli, ni el presidente, Reynaldo Benito. Esas presentaciones son más apropiadas en un foro como las oficinas del club, a donde se dirigió inmediatamente para terminar de rubricar su condición de jugador del equipo aragonés.

Los tres ‘senadores’ enviados a su búsqueda fueron: Miguel Mur, director de Marketing, Arturo Sisó, jefe de prensa, e Iván Carrascón, delegado del primer equipo. Brazos estirados, apretón de manos y fórmulas de cortesía en inglés, cómo no. Solo hubiese faltado un ‘Kako si?’(¿Cómo estas?) en su idioma natal para terminar de marear a los viajeros, que intentaban descifrar la identidad del ilustre pasajero que acababan de abandonar el AVE que ellos se disponían a ocupar.


No se le hizo de noche a nadie con su llegada. Eso queda para el que se plante delante suyo con una pelota de baloncesto entre las manos. Y es que la cordialidad, después de la debida presentación en sociedad ante sus compañeros y los medios de comunicación, quedará de lado en cuanto el balón se lance al aire el próximo domingo en el campo del Pamesa. Ojala la buena educación se convierta entonces en una buena dosis de codazos y empujones en la ‘Fonteta’. Será el momento de jugar. El momento de ganar. El ansia de la victoria, por delante de todo, que por lo conocido hasta el momento, los ex yugoslavos son a los que les escuece perder incluso a las canicas.


Entre bastidores quedó su plan para su primera tarde en Zaragoza. La premisa: descanso. Una salida para conocer al que será su puente de mando mientras vista la camiseta del CAI, parecía lo único previsible. Mejor que llegue fresco y con el mono de trabajo atado hasta el cuello. Será el momento de meter las patas en el barro de la lucha de la permanencia, algo desconocido para él viendo su hoja de ruta deportiva, que incluye al Split, Cibona, Galatasaray, Panathinaikos o Barcelona, su único equipo en la ACB y curiosamente, el destino donde se dirigía el AVE que le dejo en Zaragoza. Un tren, que con su llegada, cogerá Ondrej Starosta.