GOLF

Al Olimpo del golf

Dámaso Carrera, el mejor golfista aragonés del momento, toma el testigo de Raquel Carriedo y se prepara para triunfar como profesional.

Macarena Tey y Kostka Horno abrieron el camino en el campo que Raquel Carrido engrandeció para poner a Aragón en el primer plano internacional. Número uno de la Orden del Mérito Europeo en 2001 y primera jugadora española en formar parte de le Solheim Cup (2000 y 2002), la zaragozana se mantuvo once años en la elite mundial, una profesión que aparcó hace tres años. Desde entonces, el golf aragonés ha estado huérfano de nombres en el plano competitivo, aunque hay un hombre, Dámaso Carrera, que está dispuesto a recuperar aquellos años de gloria.


Dámaso bien podría jugar al baloncesto. Sus 2,05 metros de altura le asegurarían un puesto de pívot titular en cualquier formación de la ACB. Pero prefirió la minúscula bola blanca, antes que el esférico naranja. Siempre ha tenido claro que lo suyo era patear campos de golf y que el futuro se empezaría a escribir así: "El profesional Dámaso Carrera...". Con 25 años, el zaragozano (handicap -1.8) ya ha formalizado los papeles con la Federación Española para alcanzar el ansiado estatus. Ahora falta refrendarlo en el campo y conseguir la tarjeta que el permita jugar torneos de este nivel. Su más inmediato objetivo, la Escuela para participar en el Circuito Nacional que arranca en enero. "Entreno a saco para llegar a este torneo. La competencia es alta: 180 personas y solo 40 tienen la tarjeta", reconoce el campeón de Aragón absoluto, consciente de que empieza el partido más duro de su carrera: "Hay que sufrir a base de golpes y lograr el objetivo".


Dámaso finalizó este verano su formación académica en Springfield (Missouri), donde ha completado los estudios de Administración y Dirección de Empresas, y un máster, con el golf de alto nivel. A su vuelta activó el plan que le conducirá al Olimpo del golf. Primero se probó en el prestigioso Circuito Europeo y a punto estuvo de dar la sorpresa. "Jugué el clasificatorio en Italia (en el campo del Círculo de Golf Bogogno, en Novara) y me quedé a dos golpes de conseguir la tarjeta. Pasaban 32 y me quedé el 37. Tuve mala suerte el tercer día, no me salió nada e hice +7 después de hacer vueltas con -1, -2, y -4", explica el golfista de Los Lagos. El verano se animó y se presentó en el Club de Campo Villa de Madrid, en la séptima prueba del Peugeot Loewe Tour: un golpe le separó de continuar en el selecto grupo de 45 jugadores. Aunque el torneo le daría una alegría ya que se codeó con los primeros espadas en el Prat en Barcelona tras superar el corte.


Desde hace dos meses, un equipo planifica su formación. "Tengo un profesor de técnica, Carlos Bernad, mi profesor de toda la vida; un técnico mental y estrategia en el campo, el francés Bertrand Barère, y un preparador físico, el atleta Felipe Castañer", detalla el aragonés. Y la agenda de trabajo está completa.. "Ahora estoy en plan mili", dice entre risas. Todos los viernes visita el Club de Golf de Soria para mejorar la técnica al lado de su preparador. "En Estados Unidos no me veía nadie, aquí me vigilan y me ponen a punto", recalca. Los lunes aprende en Los Lagos la psicología del juego; los martes y viernes toca aplicarse en la parcela física. "Así que el domingo es mi día libre y ni se me ocurre pisar un campo de golf", sostiene el golfista.


El público dirige su mirada a Dámaso para observar el dominio que exhibe en el green, y también se asombra de la coordinación que posee pese a su altura. "En el golf moderno todos son altos. Ahí está el danés Robert Karlsson, ganador de la Orden del Mérito, con sus dos metros". Su espigada figura le permite aprovechar aspectos del juego que otros golfistas no tienen. "La pegada, sobre todo. Con un menor esfuerzo se saca más potencia", remarca el jugador, orgulloso de su drive de salida y del gobierno de la pelota en el bunker. Aunque ser el techo del recorrido le obliga a potenciar otros aspectos. "Hasta ahora el putt era mi debe, pero últimamente pateo mejor. Sin embargo, mi mayor freno en el campo ha sido la estrategia, tener la cabeza fría para pensar. Nunca me habían educado para enfrentarme a situaciones límite", reconoce.


Dámaso da un salto importante, de jugar por afición a jugar para vivir: "El cambio mental es tremendo. Ahora te arriesgas menos, hay que ser más seguro. Tengo que ver el golf como un trabajo". El zaragozano se ha marcado un plazo para completar su transformación: tres años. "Soy exigente. Si va bien seguiré; si no, me quedará el recuerdo de que lo he intentado con todo", acata.