REAL ZARAGOZA

Agapito diseña otra revolución de invierno

El presidente, pese a la nula liquidez de la entidad, está buscando mecanismos y trueques mediante los que sea posible cambiar el rostro del equipo dentro de mes y medio.

Agapito Iglesias.
El desahogo de Agapito
JOSé MIGUEL MARCO

Hace varios días que Agapito Iglesias ingenia, en 'petit comité', una nueva revolución de invierno. Una restauración forzada de la plantilla, a poner en marcha dentro de 45 días, cuando llegue el 1 de enero y se abra el mercado futbolístico durante un mes de vértigo, mucho más este año en el que ya no habrá limitaciones de ningún tipo para ejecutar cualquier transacción de futbolistas.El presidente está repitiendo las mismas sensaciones y conductas que desarrolló a estas alturas del calendario en 2009, hace un año. El Real Zaragoza se hunde, el equipo es una maquinaria sin solvencia para sujetarse en Primera y, por puro rozamiento y acumulación de malos resultados, el ambiente dentro de la caseta se deteriora progresivamente sin remedio.

Agapito asume que el plantel que le ayudaron a montar Pedro Herrera y Antonio Prieto no sirve para sobrevivir en la élite. "Lo que nos pasa no es problema solo de Aurelio Gay. Esto es lo que tenemos y las circunstancias no nos acompañan", dijo anteanoche con toda intención Agapito a la salida del estadio tras caer ante el Sevilla.

Su revolución, copiando lo que ya protagonizó el año pasado de la mano del defenestrado Gerhard Poschner, contempla la sustitución del entrenador alrededor de las fechas navideñas. También la salida inmediata de varios de los jugadores con peso específico en el actual equipo que, por diversas causas de tipo personal, están desconectados del compromiso que exige el presente zaragocista. Y, por supuesto, la llegada de varios fichajes que los sustituyan y que refuercen a quienes se queden como esqueleto del Zaragoza de la segunda vuelta.

El matiz novedoso, esta vez, será (de no cambiar radicalmente sus intenciones en las próximas cinco semanas), el despido del director deportivo, Antonio Prieto, que jugará el papel de chivo expiatorio por los monumentales yerros cometidos durante el verano en el diseño arquitectónico del actual equipo. La figura del secretario técnico, Pedro Herrera, principal asesor de todo lo referente al área deportiva desde hace lustros, vuelve a quedar en segundo plano cuando de rendir tributo a su gestión se refiere. A estas alturas, nadie -ni los propios interesados- es capaz de aventurar qué sucederá en este caso concreto una vez que el procedimiento de reconstrucción del equipo se ponga en marcha de nuevo.

El discurrir de la competición y la penosa marcha del Real Zaragoza, tanto en la Liga (último tras dos meses sin salir de los puestos de descenso), como en la Copa (eliminado en la primera ronda por un Segunda División), ha alimentado los roces, las discusiones y las diferencias de criterio dentro de la caseta. Tanto entre el cuerpo técnico y los jugadores, como dentro del propio grupo de futbolistas entre sí. La falta de resultados, el aumento del grado de las críticas externas y la irreversible fractura social que se vive en la burbuja del zaragocismo han favorecido el rápido deterioro del ambiente interno dentro de la plantilla. Es la inevitable ley del fútbol en casos como el que se da -se repite, realmente- en el Real Zaragoza.

Imposible llegar así a mayo

Existe un enorme malestar, cada vez más exteriorizado, con las posturas personales de algunos jugadores clave en la salvación del año pasado como Contini y Edmilson. Ni uno ni otro han rendido este año como se esperaba y, además, su actitud es considerada por el club como perjudicial para el día a día del colectivo de profesionales. En la sede de La Romareda se tiene claro que es aconsejable que ambos busquen otro acomodo de manera anticipada (clonando lo hecho hace meses con Ayala, López Vallejo, Ewerthon, Braulio o Songo'o). Y quizá no sean los únicos, ya que alguno más también muestra un disgusto cada vez más visible desde fuera. Algo a extirpar. Como Agapito está atrapado en el cepo de la insolvencia financiera de la SAD -este matiz agrava la situación respecto de la cintura que el club mostró en enero pasado, cuando cuajó hasta 13 movimientos en todas las direcciones-, también estudia el modo de obtener 'cash' a través de algún traspaso, por un lado, o de mover el género a base de trueques, por otro.

La venta anticipada de Ander Herrera, por duro que sea justificarla ante la opinión pública a mitad de curso, podría ser la primera solución por este flanco (en principio, está programada para el verano próximo). Si el Athletic, el Sevilla o cualquier otro club interesado hace una oferta laminera, Agapito la aceptará. Con dinero solo, o con dinero y jugadores (los andaluces sugieren la inclusión de Romaric y otro futbolista en la hipotética operación). Por Pennant también se va a intentar recaudar algún millón.

Las incorporaciones se sustentarán en el ahorro que pueda generarse con las bajas que se den (argumento utilizado el año pasado) y en la destreza que los agentes y representantes de cabecera muestren para traer más cedidos, baratos y aceptando pagos aplazados. Se buscan dos piezas clave: un delantero goleador y un centrocampista organizador. Pero se quiere que no sean las únicas caras nuevas. Según se consumen las bajas forzosas, se irán buscando más recambios en los puestos respectivos.

Mientras, la misión de Gay y el actual equipo, pese a su progresivo descrédito popular, es llegar con vida al Año Nuevo. Todo el plan es difícil. Esto último, tal vez lo que más.

la tensión y la ansiedad son ya manifiestos compañeros de viaje en el Real Zaragoza. Hasta ahora, se sabía de su presencial, en un grado u otro. Desde el pasado domingo, se conoce positivamente que están interiorizadas. Han entrado incluso en los espíritus más pausados y serenos, como es el del entrenador, José Aurelio Gay. Sólo desde esta perspectiva puede entenderse que el técnico señalase directamente a los jugadores tras la derrota sufrida frente al Sevilla. Jiri Jarosik incluso fue mencionado expresamente.

Cuando esto sucede, a la luz pública, en presencia de todos cuantos quieran mirar por la ventana, por lo común se abre un abismo entre plantilla y cuerpo técnico, con las consecuencias que ello comporta.

Rara vez nadie ha salido indemne de estas travesías. Todo lo contrario. Se ha dejado la piel y la vida tras la declaración o -si se prefiere- el desahogo. Los equipos de fútbol, como los grupos en general, suelen obedecer a estas dinámicas internas, aquí y en todas partes.

Si Gay ya tenía bastante difíciles las cosas de por sí, ha convocado a uno de los peores enemigos que se dan en el fútbol, acaso el más feroz de todos ellos. Un entrenador no es nadie sin la lealtad y el compromiso de quienes saltan al terreno de juego cada fin de semana. El técnico madrileño ha roto un principio elemental para el correcto funcionamiento del bloque y para la gestión de su autoridad. Lo llamativo del caso es que Gay conoce todo esto sobradamente.