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La tercera juventud de Sorinas

El veteranísimo guardameta de 59 años se volvió a poner bajo la portería la semana pasada en un partido con La Almunia de San Juan. 

Sorinas, en el centro de la imagen, el día de su regreso.
Sorinas, en el centro de la imagen, el día de su regreso.
Heraldo

José Antonio Sorinas Citoler. El nombre y los apellidos remiten a fútbol aragonés del bueno de finales de los años 70 y en la década de los 80. Y, aunque no lo crean, de hace cuatro días en 2022. Del chaval que en su primera juventud se inició como guardameta en el Juventud de Monzón y llegó a jugar finales de Copa del Rey de juveniles con el Real Zaragoza frente al Barça. Del hombre que logró el ascenso a Segunda División A con el Deportivo Aragón y después defendió las porterías de los mejores equipos altoaragoneses. Y ahora, del señor de 59 años que se atrevió la semana pasada a ponerse bajo el portal de La Almunia de San Juan en partido oficial de liga de Primera Regional. Es la tercera juventud de Sorinas. Por cierto, con Sorinas como portero, su equipo venció en Santa Lecina (0-2).

Sorinas se retiró muy tarde del fútbol. Tenía 42 años cuando oficialmente colgó los guantes en La Fueva. Pero no. Hace una semana se los volvió a colocar. "Me los puse por una urgencia", contextualizó el veterano guardameta. "Expulsaron al portero de La Almunia de San Juan, Aarón Rovira, y, como no hay portero reserva, me tuve que poner yo, que soy el entrenador de porteros del equipo. Afortunadamente, ganamos en Santa Lecina; pero fue porque la defensa estuvo muy acertada... Hacía 16 años que no ponía en una portería en partido oficial. Intento mantener la forma, pero ya tengo demasiados años para jugar", aclaró, antes de citar la única objeción que encontró en su regreso. "Mi padre, Severo, que tiene 91 años, me dijo que qué hacía, que tuviera cuidado con lesionarme", subrayó.

Detrás de esta anécdota se esconde una carrera conocida y reconocida en el fútbol aragonés. El propio Sorinas la repasa tras parar su camión, que, con productos químicos como carga, transportaba ayer a Madrid y Valdepeñas. "Echo la vista atrás y me doy cuenta de todo lo bueno que me ha dado el fútbol, de los buenos amigos que he hecho, del cariño que siempre encontré en los campos en que jugué", sintetizó. Paradójicamente, tan vasta carrera comenzó pronto. Tan pronto, que en su primer equipo, el Juventud de Monzón, jugaba haciendo alineación indebida pues todavía no tenía la edad. "Empecé a jugar con 14 años en categoría juvenil. O sea, antes de tener la edad. Jugaba con la licencia de otro jugador. El caso es que el entrenador me ponía aunque no fuera reglamentario pues todavía no era ni juvenil. Tenía condiciones. Recuerdo que el Real Zaragoza juvenil me fichó en un partido en Ejea. Vine a Zaragoza. Teníamos un equipazo con Carlos Casaus de entrenador, con Rafa Latapia, Blesa, Pedro y Chus Moreno, Arribas… Jugamos la final de la Copa del Rey de juveniles con el Barça en el estadio Vicente Calderón de Madrid. Después jugué tres años en el Aragón con Casaus, Luis Costa y Manolo Nieves. Subimos a Segunda A y todo, pero me lesioné en la clavícula en un partido con el Salamanca y bajaron del primer equipo a Manolo Ruiz", apuntó.

"En Zaragoza, viví en la residencia de jugadores de la calle Cervantes. Mi compañero de habitación era Paco Güerri, que llegó a ser internacional con España. Nunca olvidaré cuando me puse su camiseta sudada de la selección española", continuó narrando. Pero la historia de la camiseta de Güerri no fue la mayor locura que cometió en el fútbol. "En el Tamarite llegué a jugar un domingo habiéndome casado el día anterior. Me puse de portero antes de irme de viaje de novios. En Tamarite estuve 12 años. Allí me casé con Mari Paz. Tuve dos hijas, Jenifer y Jezabel, y un hijo, Edgar, que también es portero y con 20 años juega ahora muy bien en el Tamarite", evocó.

Además de en Tamarite, Sorinas cuidó durante dos décadas las mejores porterías de la provincia de Huesca. "Del Aragón me fui al Peralta. Y de allí, al Barbastro, con Luis Ausaberri como técnico. Había un gran equipo con Hervera, Irigoyen, Brualla, Castanera e incluso Petón. Terminé jugando en La Fueva, con Fernando Arnedillo, antes de haber militado en el equipo de mi ciudad, Monzón", repasó antes de sentenciar el porqué de su pasión por el fútbol. "Gané dinero en el fútbol, pero no jugué ni juego por dinero. Jugué y juego porque me apasiona el fútbol. Por eso me sigo manteniendo en forma a los 59 años", concluyó el mítico Sorinas.  

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