CAI ZARAGOZA

Adiós a un "laker"

Mike Higgins abandona Zaragoza y rememora sus tiempos junto a Magic o Worthy.

Apura sus últimos días en Zaragoza entrenando por las mañanas en el Príncipe Felipe. Profesional ejemplar de principio a fin. Ya tiene preparadas las maletas para regresar a Estados Unidos, previa visita a Canarias en busca de sol y descanso. Un equipaje en el que no faltará el entrañable recuerdo de su paso por el CAI y por Zaragoza. "He sido muy feliz y me alegro de haber contribuido al ascenso. Marchar me entristece un poco pero así es nuestra profesión. Le deseo lo mejor al club y a la afición". Palabras emocionantes y con el sabor de la despedida.


Michael Scott Higgins (1967) es un experto en las mudanzas. Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Brasil y España, las escalas de un viaje al que se resiste a poner punto y final. "Todavía puedo aportar. Me encantaría seguir en España, por supuesto. Ya se verá", afirma.


De todas estas experiencias baloncestísticas, una deslumbra con especial fuerza: su efímero pero intenso paso por los Lakers del "showtime", aquella pléyade de estrellas dirigidas por Pat Riley, el rey de los anillos con permiso de Auerbach y Jackson. Fue en 1989, la primera temporada después de Kareem Abdul Jabbar.


"Jugar en la NBA no era mi sueño. De hecho, de adolescente jugaba al fútbol (soccer) de portero. También practicaba el fútbol americano. Pero a los 15 años, en parte por mi altura, comencé con el baloncesto. No lo hice imitando a Jordan, sino por la diversión que me proporcionaba el juego", rescata de su memoria.


Soñado o no, lo cierto es que aterrizó en uno de los planteles más legendarios de la historia. ¿Cómo fue el cambio?: "Al fichar por los Lakers ingresé en un mundo totalmente diferente al que había vivido. Yo venía de una pequeña ciudad y dejé atrás a mi familia y a los amigos para trasladarme a ese mastodonte que es Los Ángeles en todos los sentidos. Pasé de una modesta universidad en Colorado a militar en la franquicia campeona de la NBA".


Recuerda perfectamente cómo fue su primer día de entrenamiento, su bautizo como 'laker': "Me impactó. Fui al campo de entrenamiento en Inglewood y, de repente, me encontré con Magic Johnson, James Worthy, A.C. Green, Michael Cooper... Pero, más que los nombres, lo que más me impresionó fue la dureza de las sesiones. Aprendí mucho. Magic, que era un genio, era el que entrenaba más duro. Se me quedó grabado para siempre y me prometí dar siempre el 100%".


Sudor acompañado de lujos desconocidos para el resto de clubes del planeta: "Más que un equipo de baloncesto, parecíamos una banda de rock and roll. En aquellos tiempos éramos los únicos en viajar en avión privado. Nos recogía un autobús en la pista de los aeropuertos y nos llevaba directamente al hotel de cinco estrellas, donde ya nos esperaban con la llave".


Fue cortado en diciembre pero amasó unas enseñanzas que ha aplicado hasta la actualidad: "Estuve con los mejores del mundo y ellos jamás se relajaban. Solo valía ganar y se entrenaban a tope para lograrlo. Ésa es la única receta para el éxito".


Tras una fugaz estancia por otras escuadras de la liga americana, se embarcó en una vuelta al mundo en tres continentes. Desprejuiciado y abierto de miras, recaló en Japón ("una experiencia muy dura para mi esposa"), en Argentina ("un país precioso, pero en grave crisis económica que afectaba al baloncesto"), en Brasil ("agradable") o España ("mi segunda casa").


El itinerario se ha detenido, por ahora, en Zaragoza. Good luck, Mr Higgins.