Creer o querer creer

opinión Mientras el Real Zaragoza está sumido en una crisis financiera, deportiva y social, la afición espera que se produzca un milagro.

Las sociedades anónimas deportivas, desde la perspectiva de las Finanzas y la Economía Financiera, no son en general empresas rentables y existe un notable riesgo financiero colateral, especialmente cuando están avaladas desde el sector público. Salvando las distancias y los equívocos, no debemos olvidar el caso del rescate financiero de Irlanda, que estuvo debido, resumida y simplificadamente, a un sector privado -sobre todo el bancario- al borde de la insolvencia que arrastró al sector público que lo avalaba.

De esta situación de dificultad financiera, extrema en el caso de algunas entidades deportivas, solo se salvan los grandes clubes como el Real Madrid y el Barcelona, que acaparan de forma notable y poco equitativa -desde nuestro punto de vista- la mayor parte de derechos televisivos.

No olvidemos que los derechos televisivos constituyen la principal fuente financiera en su actividad. Los pasivos de estas entidades están -o deberían estar- meridianamente claros, igual que los activos. Si bien en esta última parte nos da la impresión de que la Contabilidad no refleja la imagen fiel de la empresa como principio fundamental que debería ser seguido escrupulosamente, ya que hay sociedades que pueden indicar que sus activos en cuanto a futbolistas son sesenta millones de euros.

Y eso, con datos de mercado, no hay quien se lo crea. Es más, pienso que los datos contables de algunas entidades, vistos de manera rigurosa y filtrados por una buena auditoria y un examen judicial posterior, llevarían a algunas entidades a un concurso de acreedores y suspensión de pagos. Una situación que, en algunas empresas en las que dicha situación traumática ha sido modélicamente analizada, detectada, diagnosticada y se ha efectuado el correspondiente plan de viabilidad, se ha superado en tiempo récord, como es el caso reciente de la conocida General Motors.

Vuelvo al tema de los derechos televisivos. Para dentro de algunos años -concretamente en la temporada 2015/2016- posiblemente se ponga en marcha algún tipo de acuerdo y reparto más equitativo entre los clubes y sociedades anónimas deportivas. Pero, evidentemente, se trata del típico 'ad calendas grecas' que no resuelve nada en el penoso momento actual.

Respecto a la viabilidad financiera de determinadas sociedades, como es el caso del Real Zaragoza, es conocida su grave y delicada situación financiera en una larga saga en cordel que conduce desde el gran momento del zenit, mítico y legendario, del triunfo en la Recopa de Europa, a dos penosos descensos a Segunda División. Dos pésimas temporadas que dejaron al equipo, a una sociedad que es algo más que una sociedad -es uno de los grandes iconos y embajadores de nuestra Comunidad Autónoma- y a la quinta ciudad de España sin 'visibilidad' en medios de comunicación nacionales y, por supuesto, internacionales.

Una decadencia futbolística que también condujo al club a su actual penoso devenir por la Primera División, con una pérdida total de patrimonio neto y una deuda reconocida que se cifra en 107 millones de euros. No es de extrañar que la propiedad de la empresa haya pensado en su venta en más de una ocasión. Eso sí, siempre y cuando el comprador asuma la deuda y la posterior tarea titánica de sacar a flote la entidad, para lo que se necesita una ilusión y un equipo rector formidable y de excelencia en gestión financiera, deportiva y social, además de los máximos apoyos a todos los niveles.

En estos momentos existen varios grupos organizados que intentan dar un cambio radical, no solo a la situación financiera del Real Zaragoza, S.A.D., sino también a la gestión deportiva y social del club. Parece que el futuro próximo nos dará las claves financieras, deportivas y sociales del devenir del Real Zaragoza.

Y las de su inquebrantable afición, muy resignada en estos graves momentos, pero que se agarra a la esperanza, esa que dice que hay otros clubes que han pasado también por muy delicadas situaciones, comprometiendo incluso su propia supervivencia. Es el caso del Valencia en 1984 o, más recientemente, el del CAI Zaragoza de baloncesto, por quedarnos en nuestra tierra y por salirnos del ámbito futbolístico para tener más perspectiva. La afición está y estará ahí, esperando el milagro: necesitamos creer o querer creer.

* Catedrático de Finanzas de la Universidad de Zaragoza