FÓRMULA 1

Las dos vidas de Fernando Alonso

Unas vacaciones fueron la mejor decisión de su carrera y el regreso en 2021 le ha granjeado, de momento, dos podios más a su amplio palmarés.

Fernando Alonso se subió al P3 en el Gran Premio de Baréin
Fernando Alonso se subió al P3 en el Gran Premio de Baréin
EP

Fernando Alonso acaba de comenzar su vigésima temporada en Fórmula 1 de la mejor manera posible: un podio. Ya son 99 los que tiene en su palmarés estadístico, lo que le permite situarse a solo cuatro del 'top 5', que cierra Kimi Räikkönen, y a solo siete del mito Alain Prost.

Aunque los demás ya se le escapan (122 de Sebastian Vettel, 155 de Michael Schumacher y los aparentemente imposibles 191 de Lewis Hamilton), el asturiano está, a sus 41 años, casi 42, en uno de sus momentos más dulces. Habría que remontarse diez años para verle en una situación igual.

Hay momentos en la vida que definen una trayectoria, tanto profesional como personal. Decir sí o no a una oferta de trabajo, apostar por un proyecto y rechazar otro o, de un tiempo a esta parte, deslizar a la derecha o a la izquierda en una aplicación para conocer pareja puede ser determinante para un destino.

También tomar una decisión acertada en la Fórmula 1, donde depende más del coche que del piloto en sí. ¿O es que Lewis Hamilton hubiera hecho historia si no llega a cambiar McLaren por Mercedes?

En el caso de Fernando Alonso, su mejor decisión en los últimos años fue, precisamente, dar un paso atrás. Desde que dejó Ferrari en 2014 no volvió a tener un monoplaza con opciones ya no solo a ganar sino a subirse al podio hasta 2018, cuando se retiró.

La llamada de otras categorías, como la Resistencia, la Indy o el Dakar, donde sí tenía opciones de verse triunfador, le atrajeron más que la teórica cúspide del automovilismo, lo que suponía una evidente contradicción. Alonso acabó harto de la Fórmula 1, de su normativa totalmente bloqueante y de estar en equipos donde las promesas no se convertían en certezas.

El punto de inflexión de 2018 fue crítico. Cuando decidió colgar las botas y el mono no fue para irse a su casa, engordar y dedicarse a sus otros negocios, como su incipiente y razonablemente exitosa marca de ropa Kimoa, sino para seguir combatiendo en otros rings. Un obseso del deporte, competitivo hasta para llegar antes a un ascensor, como bien escenificó un viejo anuncio televisivo, no podía estar quieto en casa.

Tres años, muchos cambios

El cambio de actitud de Alonso en ese impás entre 2018 y 2021 vino dado por unas transformaciones personales y profesionales que pocos conocen. El primero, una modificación de mánager. Luis García Abad le había acompañado desde sus inicios en la F1 y, aunque ninguna de las dos partes tiene malos recuerdos mutuos (más allá de las tensiones propias de una relación laboral, nada serio ni determinante), lo cierto es que su sustitución por Alberto 'Galle', un amigo de toda la vida del piloto español, ha venido de la mano de los últimos éxitos en los proyectos que ha tomado Alonso. No fue un divorcio desagradable, ni mucho menos, pero sí una separación para emprender nuevos caminos.

En ese breve paso por una cierta jubilación, Alonso también grabó una serie documental que hizo que la percepción hacia él se modificase. Cortada de golpe, y con un proyecto de biografía escrita que está en 'stand by' desde hace años (en teoría iba a salir a la venta en 2019), Alonso se negó a dar por finalizado su camino en la Fórmula 1. Verse competitivo en Le Mans, donde logró dos épicas victorias, en el Dakar o incluso en Indianápolis, su aventura fuera de la F1 menos exitosa, le hizo volver a recuperar la pasión.

En lo personal siempre tuvo a sus diferentes parejas, como Linda Morselli, modelo, o la más reciente Andrea Schlanger, periodista, que le han ido apoyando en sus diferentes pasos y tropiezos desde ese 2018 en el que decidió apartarse del gran circo para tomar aire.

No es casual que haya una nueva horda de fans, muchos de ellos muy jóvenes, que se han aferrado a la idolatría hacia el bicampeón del mundo de Fórmula 1 como si de una nueva deidad se tratase. Las redes sociales abrazaron a Alonso en una suerte de añoranza de mejores tiempos, de una España triunfadora previa a la crisis de 2008 que se reunía los domingos para verle bañarse en champán. 

El camino del héroe, desde su caída en desgracia cuando se incorporó a la infausta McLaren Honda en 2015, hasta volver con todas las de la ley a un podio con Aston Martin en 2023 es el de hundimiento y redención, visto tantas veces en la literatura clásica. Entre medias, un 'Plan' fallido y una 'Misión' que, por el momento, ha comenzado de la mejor manera posible.

Y es que el siguiente paso de Alonso va a ser su podio número cien en Fórmula 1, como interludio antes de la ansiada victoria 33. Pocos dudan de que ambas metas se alcanzarán en esta temporada, como inicio del fin. Un último 'allegro' antes de la fanfarria final. ¿Hubiera sonado esa sinfonía igual si en 2018 hubiera deslizado a la izquierda?

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