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Los All Blacks de Zaragoza

Matthew Brabazon, Angus Keefe, Jayden Keelan y Johann Eschenbach son cuatro neozelandeses que buscan el ascenso a División de Honor con el Fénix Rugby.

Jayden Keelan, Angus Keefe, Matthew Brabazon y Johann Eschenbach, jugadores del Fénix Rugby
Jayden Keelan, Angus Keefe, Matthew Brabazon y Johann Eschenbach, jugadores del Fénix Rugby
Toni Galán

¿Qué hacen cuatro jóvenes de Nueva Zelanda jugando al rugby en Zaragoza? Matthew Brabazon, Angus Keefe, Jayden Keelan y Johann Eschenbach, los protagonistas de esta historia, son los encargados de dar respuesta a la pregunta: «Jugamos en el Fénix Rugby y vamos a intentar ascender a División de Honor», proclaman al unísono. Pero, provenientes del país con la mejor selección de todos los tiempos, los míticos All Blacks, ¿cómo llegaron hasta la capital de Aragón?

El encargado de abrir camino fue Matthew, que vive su quinta temporada en el conjunto aragonés. «Hablé con un equipo de Madrid que quería ficharme, pero al final se echaron atrás. Yo tenía decidido que quería venir aquí, así que escribí a todos los equipos de la liga y apareció la oportunidad del Fénix», relata el jugador, de 29 años, que actúa como ‘8’.

A casi 20.000 kilómetros de su país, uno de los hombres importantes del vestuario del Fénix teletrabaja como ingeniero desde la capital aragonesa para una empresa neozelandesa. «Es muy difícil comparar el rugby en ambos países. En mi ciudad, que tiene la mitad de población que Zaragoza, hay 14 clubes. Cada uno tiene su primer equipo, segundo, femenino, sub-21... El rugby es el primer deporte, como el fútbol aquí», explica.

Este curso, después de cuatro años como único ‘All Black’ en el vestuario, reclutó para la causa a Johann, Angus y Jayden. Los tres, de 22, 24 y 21 años, llegaron a Zaragoza a través de un agente que gestiona la incorporación de jugadores de rugby a España, especialmente desde Nueva Zelanda, referencia indiscutible de este deporte. «Estamos estudiando español y entrenamos equipos del club: sub-14, sub-16, sub-18 y el femenino. También vamos a colegios para enseñar rugby a los niños, el otro día estuvimos en el reformatorio... Nuestra labor no es únicamente jugar los partidos», explica Angus, que también teletrabaja para una empresa que exporta manzanas en su país.

«El estilo de vida, los horarios, la comida, la cultura... En general la vida aquí es muy diferente, pero nos gusta», apunta uno de los pilares del equipo, al mismo tiempo que comparte su «sorpresa» por el nivel deportivo que han encontrado en España. «Es mejor de lo que esperábamos. En Nueva Zelanda no se escucha demasiado sobre el rugby español, pero el nivel de aquí ha sido una grata sorpresa. Allí los jugadores son más grandes, los contactos más duros, pero el estilo de aquí es mucho más rápido, se juega más con el pie, los campos no son de hierba natural...», enumera.

De izquierda a derecha: Jayden Keelan, Angus Keefe, Matthew Brabazon y Johann Eschenbach, jugadores del Fénix Rugby.
De izquierda a derecha: Jayden Keelan, Angus Keefe, Matthew Brabazon y Johann Eschenbach, jugadores del Fénix Rugby.
Toni Galán

De las pipas al ‘fish and chips’

Alejados del balón ovalado, ¿a qué dedican los cuatro su tiempo libre? Johann acaba de finalizar sus estudios de Contabilidad y Finanzas, mientras que Jayden, albañil en su país de origen, se machaca en el gimnasio y aprende castellano. «Me gusta mucho el Pilar, ir de compras a Puerto Venecia, jugar a baloncesto, la tortilla de patata... ¡y comer pipas! Voy a llevarme 20 paquetes cuando vuelva a Nueva Zelanda», asegura el zaguero con una sonrisa.

En el lado opuesto de la balanza, los cuatro compañeros de piso coinciden en señalar el ‘fish and chips’ como una de las cosas que más añoran de Nueva Zelanda. «También el clima, allí ahora mismo es verano. Con el frío que hace aquí... Zaragoza no es Madrid ni Barcelona, pero es una gran ciudad y muy recomendable para vivir», señala Johann, que juega como primer centro. A pesar de la diferencia horaria (12 horas más en Nueva Zelanda), todos mantienen un contacto estrecho con sus familiares. «Ven los encuentros ‘online’. Los míos los ven al día siguiente, pero parte de nuestros padres se despiertan a las cuatro de la mañana para ver los partidos», reconoce Matthew.

Junto al resto de sus compañeros, este fin de semana arrancan ante el Independiente de Santander la disputa del grupo Élite de rugby, una liga a una única vuelta de la que saldrán los cuatro conjuntos que pelearán por ascender a División de Honor. «Hemos visto los partidos de los otros equipos. Son grandes, muy físicos y juegan inteligente. Esperamos que sea un buen espectáculo y, sobre todo, ganar», sentencian.

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