El primer mercado de Cordero

Juan Carlos Cordero, este lunes sobre el césped de La Romareda.
Juan Carlos Cordero, este lunes sobre el césped de La Romareda.
Francisco Jiménez

El sello y personalidad de Juan Carlos Cordero como director deportivo parten en esta ocasión con algunos hándicaps, fruto, sobre todo, de las circunstancias concretas que ha encontrado en el Real Zaragoza, más allá de su estilo o perfil del futbolista que desea para este proyecto.

La primera de estas limitaciones no es otra que la obligación de acometer una operación salida, más o menos intensa, antes de abordar cualquier nuevo fichaje.

Dani Lasure abrió espacio al chileno Tomás Alarcón, al aceptar el lateral aragonés la liquidación de su contrato; pero no existe a estas horas mayor capacidad de absorción de jugadores en la plantilla.

En este punto, el Real Zaragoza, sencillamente, no cuenta con fichas liberadas para nuevas piezas. Es más, se vería en la obligación de dar un dorsal de la primera plantilla a James Igbekeme si el centrocampista nigeriano se quedara en Zaragoza al término del presente mercado de invierno.

Miguel Torrecilla, antecesor de Juan Carlos Cordero en la dirección deportiva, ya trató de deshacer la pesada madeja del contrato que firmó en su día a Radosav Petrovic, quien pudo marcharse el pasado verano al Al-Nassr de Cristiano Ronaldo. Sin embargo, la operación no llegó a fructificar. Ni liberó espacio ni techo salarial.

También se intentó algo similar con Giazka Larrazabal, otro de los salarios notables. El resultado es el visto. Sigue el jugador vasco en la plantilla.

Durante el pasado verano, se marcharon, fundamentalmente, los futbolistas cedidos por otros clubes y Sabin Merino. Enrique Clemente, Javi Ros, Bikoro y Haris Vuckic, así como sus representantes, no plantearon grandes escollos en esos procesos de negociación, como tampoco lo hicieron, en otro nivel, futbolistas en periodo de formación, como son los casos de Carbonell y Baselga.

¿Será capaz ahora Juan Carlos Cordero de abrir los huecos necesarios para aportar refuerzos, frescura o ambiciones más determinantes?

El nuevo director deportivo, en segundo término, debe amoldarse a una cohabitación con Fran Escribá, cuyo rol durante las pasadas semanas ha desbordado los límites clásicos del entrenador. Durante dos meses, el técnico ha ejercido de referencia interna inevitable, entre otras razones porque la plaza de la dirección deportiva quedó vacante.

Escribá afrontó la crisis deportiva en la que Juan Carlos Carcedo dejó al equipo, retocó sus engranajes, modificó el estilo, desechó la posesión como gran valor y recuperó el pulso de un conjunto que estaba apagado. Conocedor del terreno en el que se mueve, Cordero sabe que en este mercado de invierno debe reforzar el trabajo emprendido por Escribá y su cuerpo técnico antes que pensar en el organigrama del club, el reparto de poder o la instalación de otra lógica.

Uno y otro, Escribá y Cordero, están aquí y en este ahora porque sus tiempos los determinó previamente Raúl Sanllehí, director general. El primer ejecutivo de la sociedad anónima deportiva aragonesa enseguida apostó el pasado mes de noviembre por Fran Escribá, como sucesor de Carcedo, y se tomó un tiempo largo para elegir nuevo director deportivo, una vez destituido Miguel Torrecilla. Cordero está llamado a configurar un entramado deportivo más sólido a medio plazo.

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