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Carlos y Roberto García: "El atletismo es una escuela vida y la apertura total al mundo"

Los gemelos del mediofondo español, nacidos en Fuendejalón, se dedican a la gestión deportiva. Miran atrás y adelante: lo mejor está por llegar

Roberto y Carlos García fueron olímpicos en Atenas-2004 y corrieron en 5.000 metros.
Roberto y Carlos García fueron olímpicos en Atenas-2004 y corrieron en 5.000 metros.
Toni Galán.

Carlos y Roberto García son atletas de medio fondo y ahora ocupan cargos de gestión en Adidas. Son gemelos, nacidos en Fuendejalón en 1975, y grandes amigos. A veces, el azar les regala reacciones similares, pensamientos paralelos, una admiración recíproca y algunos equívocos. Uno de los más divertidos lo sufrió el campeón olímpico Fermín Cacho: en una semifinal de 1.500, Roberto quiso romper la carrera, pegó un acelerón y se puso en cabeza. Y Fermín Cacho salió tras él de inmediato. Los compañeros le dijeron: «Que no es ese, tranquilo, que es el hermano gemelo». Días atrás, el explosivo Carlos había logrado una marca de 3.36 en los 1.500. Roberto tiene 3.38.

¿Había antecedentes atléticos en su familia, sucedía algo especial en Fuendejalón?

ROBERTO. No había antecedentes ni en la familia ni nada. Llegó un profesor de gimnasia al pueblo, Ramiro Serrano, que era muy aficionado a atletismo y nos puso a correr a todos. Nos cambió la niñez.

CARLOS. Tuvimos que esperar a quinto de EGB, a los diez u once años, para competir en alevines y ahí se forjó nuestra vocación.

¿Cómo eran los entrenamientos?

ROBERTO. Por los viñedos de Fuendejalón. En las primeras salidas a otros pueblos se te abría un mundo nuevo. Y cuando, años después, vinimos a Zaragoza tuve la sensación de que aquello era como Nueva York. El atletismo fue para los dos una escuela de vida y una apertura total al mundo.

CARLOS. Ramiro Serrano nos hacía circuitos de entrenamiento. Teníamos una pista en torno al parque, la escuela y la iglesia de 389, y allí hacíamos las carreras de 1.500. En otro lugar corríamos 10.000 metros. Cuando Ramiro se fue a Zaragoza, lo echamos de menos.

¿En qué sentido?

CARLOS. Seguíamos entrenando, pero bajaron las marcas. Y yo, y es mi caso concreto, estaba poseído por el atletismo. Era mi mundo, mi obsesión, me parecía que era la única razón de mi vida.

ROBERTO. Yo desconecté un poco, me lo tomaba con más calma, aunque nunca lo dejé. A mí me gustaba mucho el deporte, pero había más cosas en la vida.

Ustedes son gemelos, han corrido mediofondo. ¿Cómo ha sido su relación, ha habido fricciones, quién manda más?

ROBERTO. Nos hemos peleado como hermanos. Y a la vez hemos sido inseparables. En el pueblo no nos confunden: nos reconocen por la voz, hasta por la espalda. En otros lugares, sí se han producido confusiones.

CARLOS. Si usted quiere saber quién era el malo, se lo digo: el borde era yo, el que tenía más mala leche, el que podía ser más competitivo. He sido ansioso e impaciente muchas veces; siempre he ido al 125%, incluso en los entrenamientos. «Cuando eres joven, tienes piernas y no tienes cabeza; más tarde, cuando tienes cabeza, ya no tienes pies». Esa frase, que no es mía, podría resumir mi carrera.

Fuendejalón es puro mundo rural y vinícola. ¿Cómo vivían allí?

ROBERTO. De maravilla. A campo abierto, en libertad, con los amigos.

Creo que su padre criaba champiñones.

ROBERTO. Sí, es así. Quizá porque vivíamos en el campo nos atraía el cross. Mucho antes de las pistas, hacíamos cross, que parece una carrera más fresca, menos ortodoxa, de otra naturalidad.

CARLOS. En una de las competiciones de cross estaba el mediofondista José Luis González, delgado, finísimo. Su estampa nos emocionó a los dos. Encarnaba al gran atleta, al gran campeón.

Después se desplazarían a Zaragoza.

CARLOS. Sí. Nos instalaríamos en el colegio Baltasar Gracián y pronto fichamos por Helios y tuvimos de entrenador a Andrés Moreno, que ha sido decisivo para nosotros. Había que estudiar algo, aunque para mí no era lo fundamental, y me matriculé en Derecho. Para mí ser un gran corredor era mi gran sueño.

ROBERTO. El atleta bueno era Carlos, aunque yo también corría lo mío. Yo había venido a Zaragoza para hacer una carrera, escogí Empresariales. Para mí el atletismo no era el mundo, pero si estaba dentro del mundo.

No tardaron en llegar los éxitos.

ROBERTO. Carlos fue subcampeón del mundo en el Campeonato de Europa Junior en Lisboa, en 1994... Y aquello era impresionante. De no haber sido por las lesiones, su palmarés habría sido mucho mejor, y aún así es muy bueno.

CARLOS. A los dos las lesiones nos han castigado mucho. Nos ha colocado en situaciones extremas. Y eso también nos ha servido para la vida. Hemos tenido que asumir retos, superar decepciones, tirar para adelante en medio de muchas dificultades.

Lograr el éxito con 18 años, ¿le daría seguridad, caché, ambiciones fundadas?

CARLOS. Por supuesto. El triunfo es muy estimulante para cualquiera. Y tenías la sensación de que los sueños empezaban a cumplirse.

ROBERTO. El atletismo es un deportivo limpio, y creo que muy objetivo. Quedas como has corrido.

No podemos resumir aquí toda su trayectoria, larga, intensa, con títulos, buenas marcas y extensa presencia nacional e internacional. Los dos estuvieron en Atenas en 5.000. ¿Cómo lo recuerdan?

CARLOS. Cuando estás allí no te impresiona estar cerca de El Guerrouj o Bekele u otros. Estás a lo tuyo. Concentrado. Habíamos pasado una noche de nerviosismo y ansiedad, y sales a intentar meterte en la final. Me apena no haber vivido tan bellas experiencias con sosiego.

ROBERTO. Para mí lo más grande es integrar la selección española olímpica. Ser olímpico entre tanta gente. Eso me emocionaba muchísimo.

¿Qué hay de cierto de que la ciudad deportiva donde se alojaban era una fiesta de promiscuidad y alegría?

ROBERTO. No sé si les ha pasado a otros. Vas a competir y es en eso en lo que estás pensando. Cuando acaba tu participación, a veces hay un poco más de alegría, ganas de vivir y divertirse. Solo eso.

¿Cómo fue su integración a la sociedad?

CARLOS. Por las lesiones, nos retiramos más bien pronto. Yo había hecho Derecho y tuve la suerte de que me cogieran en el sector comercial de Adidas.

ROBERTO. A mí me costó más. Primero tuve una beca para hacer un máster en Madrid, y luego también logré entrar en Adidas. Lo llevamos bien: hemos vivido con tanta presión que, en cierto modo, estás preparado para casi todo.

¿Cómo están ahora? Además de su trabajo intenso, son padres implicados.

CARLOS. Desde luego. Tengo dos hijos varones y me enseñan mucho; juegan al fútbol y he aprendido también de eso. Lo miro con menos prejuicios.

ROBERTO. A mí me parece que el hecho de ser padre ha marcado mi evolución. Tengo una hija y gemelos en camino.

¿Qué le deben a Aragón y viceversa?

CARLOS. Aragón es nuestra tierra, el territorio que amamos, el hogar de nuestras raíces, y creo sinceramente que estamos empatados. Nos ha dado mucho y nosotros también le hemos dado todo lo que hemos podido con esfuerzo y honestidad como hacen otros compañeros, pensemos ahora en Toni Abadías o Carlos Mayo.

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