Veinte kilómetros para honrar a un amigo

Los compañeros de la infancia de Héctor Vilellas, fallecido el año pasado en la carrera Behobia-San Sebastián, completan la prueba este año en su memoria

El grupo de amigos al completo, tras finalizar la prueba en San Sebatián. P. M.
El grupo de amigos al completo, tras finalizar la prueba en San Sebastián. P. M.
P. M.

Veinte kilómetros para honrar a un amigo. Ha pasado un año desde que el joven Héctor Vilellas dejó un vacío en sus seres queridos. Sin embargo, no transcurre un día sin que no se acuerden de él. Y así seguirá siendo. Tenía tan solo 27 años. Tan sonriente. "Siempre contagiaba su alegría", recuerda su compañero de aventuras desde la infancia, Sergio Clemente. "Sonaba una canción y no podía resistirse a bailarla", aporta otro, Saúl Vicente. Con una vida social plena y muy querido en su trabajo. Taustano. Y muy viajero. Siempre abierto a conocer mundo. A descubrir nuevos enigmas. Y a ponerse a prueba.

El dolor que dejó en los corazones de su entorno más cercano es indescriptible. No es ley de vida. Sus amigos de Tauste, con los que compartió toda la vida –colegio, instituto, deporte, viajes, aventuras, almuerzos por las mañanas, tardes de paseo y largas noches– quisieron honrarle corriendo la carrera en la que se dejó la vida, la Behobia-San Sebastián. "Cuando Héctor falleció recuerdo que pasamos las semanas más duras de nuestras vidas. Enseguida pensamos que teníamos que terminar la prueba por él y completar los kilómetros que le quedaron", recuerda Daniel Sanjuán.

"En ese momento empezamos a mirar una casa en la que pudiésemos alojarnos todos, 27 amigos. La verdad es que estamos muy agradecidos por el trato que hemos recibido por parte de la organización", cuenta, Sergio Clemente. También un grupo más reducido comenzó a prepararse para recorrer los 20 exigentes kilómetros del trayecto, con dos largos repechos. "Yo había dejado el deporte y gracias a la ilusión de hacerle el homenaje, me he estado preparando y me ha picado el gusanillo de correr. También he dejado de fumar", reconoce otro miembro de la peña, Rafa Fernández.

Con una camiseta en recuerdo a su amigo, en la que se podía observar una pajarita, un corazón en el que resaltaba la palabra "alegría" y la frase que más le definía -"las mejores aventuras no se viven en casa"-, su cuadrilla, más unida que nunca, vivió con emoción la carrera.

Un grupo reducido recorrió los 20 kilómetros, algunos optaron por los últimos cinco y otros animaron a sus amigos desde la barrera. "A mí me dio mucha pena no correr este año, pero al estar guiando en la preparación a todos, sentí de alguna manera que también había corrido la carrera", asegura Jorge Ederra, que el año pasado participó y este no pudo hacer el recorrido porque fue intervenido hace un mes de una lesión en la rodilla.

Los cinco amigos que corrieron los 20 kilómetros.
Los cinco amigos que corrieron los 20 kilómetros.
P. M.

Los nervios el día de la carrera eran difíciles de disimular. A la dificultad física se sumó también la carga mental y la razón por la que estaban allí, en la salida de la Behobia-San Sebastián. Cada uno hizo su carrera, pero en la mente siempre estaba Héctor. "Intentamos ir los cinco que la corríamos entera juntos, pero fue imposible. Yo empecé con Clemente y Rafa y pronto me di cuenta que no podía seguir su ritmo. De primeras pensé que era lo peor que me podía pasar porque no me gusta correr y pensaba que se me iba a hacer muy duro", reconoce Mauro Alonso.

Sin embargo, consiguió cambiar de visión e intentó disfrutar del recorrido al máximo. "Al ir solo, piensas mucho en él. Intenté pensar en momentos buenos que he pasado junto a Héctor", cuenta. El peor momento, asegura, fue cuando llegó al kilómetro donde su amigo se desvaneció el año pasado. "Se me vino el mundo encima, pero saber que lo estaba haciendo por él me dio fuerzas", apostilla.

"Poco después, cuando ya quedaba muy poco para llegar a la meta, empecé a escuchar gritos de ánimo y resulta que eran todos los amigos del grupo que estaban dándome el último empujón hasta la meta. Fue muy emocionante", recuerda. Lo mismo sintieron el resto de corredores del grupo. "Fue un momento increíble el sentir el apoyo de todos. Al fin y todos estábamos allí por lo mismo", recuerdan Clemente y Rafa.

Al finalizar, los sentimientos afloraron. "Tuve que aguantarme las lágrimas, pero sin duda, me quedé tranquilo al ver que todos mis amigos habían finalizado también y estaban orgullosos de haberlo conseguido", reconoce Mauro. "Héctor la quería terminar y yo sentí que la finalizó conmigo", declara Clemente.

Ahora, este grupo de taustanos planifica ya su participación el próximo año. "Algunos de los que no la corrieron entera, ya nos han dicho que se la van a preparar de cara al año que viene", desvelan. En el viaje de vuelta ya comenzaron a planificar la próxima prueba.

Hace un año que Héctor se fue, pero su luz brillará por siempre.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión