ciclismo

Valverde: el hombre, el ciclista, el mito

Unidos por el origen y el final de la carrera de uno de los mejores ciclistas españoles de la historia, los aragoneses Sergio Samitier, Jorge Arcas y Ángel Vicioso trazan su figura el día de su retirada del ciclismo.

El pasado Giro de Italia: Jorge Arcas y Samitier protegiendo al ‘Bala’.
El pasado Giro de Italia: Jorge Arcas y Samitier protegiendo al ‘Bala’.
Sprint Cycling Agency / Movistar Team

Después de varias toneladas de arroz con pollo, Alejandro Valverde (Las Lumbreras, Murcia, 1980) deja el ciclismo. Al menos, lo va a intentar. El ciclista español con más victorias (133) de siempre, el mejor clasicómano de la historia de este país, se retira a los 42 años, 21 de ellos como profesional. Una caso asombroso de longevidad bien llevada: Valverde nunca ha dejado de ganar o subirse al podio ni hasta en sus últimos días. No ha tenido más secreto que el amor por lo que hace. El ciclismo no ha sido para él ni un oficio ni una tediosa obligación, sino más bien un patio de recreo a ruedas: ha corrido tanto porque correr le hace feliz.

Su última carrera como profesional será hoy entre las hojas secas y el asfalto húmedo del Giro de Lombardia. Allí, le escoltará un aragonés, su compañero de habitación esta temporada, el serrablés Jorge Arcas. También en el equipo Movistar ha disfrutado de su epílogo el barbastrense Sergio Samitier. Ellos conectan a Valverde con el zaragozano Ángel Vicioso, compañero en el equipo Kelme en su primera temporada en profesionales, en 2002. Unidos por el origen y el final del ‘Bala’, trazan su figura, describiendo al hombre, al ciclista y al mito.

EL HOMBRE

Hijo de un camionero amante de la bici, Valverde no tardó en destacarse en las escuelas ciclistas. De niño, lo conocieron como el ‘Imbatido’, apelativo que le acompañó en su etapa amateur. Fue el Kelme quien le abrió la puerta de profesionales en 2002. Sus primeras victorias en La Vuelta, al año siguiente, y su plata en el Mundial de Hamilton tras su compatriota Astarloa, fueron quitándole el velo a ese chico predestinado, simpático, con ese acusado acento murciano por el que le conocían como Torrente entre sus compañeros. «Alejandro siempre ha sido una persona alegre cuando gana, pero también cuando pierde. Ha sido muy buen compañero y rival. Su pasión por el ciclismo es tal que su forma de vida es cuidarse. Otros ciclistas no han sido así. Valverde no deja el arroz con pollo ni en vacaciones», relata Ángel Vicioso, su compañero en aquel año 2002,. «¡Pero si Alejandro comió arroz con pollo incluso el día de su boda!», irrumpe Sergio Samitier.

 «Nunca olvidaré que cuando me fichó Movistar, en mi primera concentración, compartí cuarto con él. Esos días son muy tranquilos, para hacer grupo. No se entrena gran cosa. Aprovechas para conocer a la gente, echar alguna cerveza… Yo siempre llegaba a la habitación a las tantas. Pero Alejandro era de ideas fijas: siempre se acuesta a las once y se levanta a las seis. Y claro, me despertaba siempre. Recuerdo que entonces estaba enganchado al ‘Coche Fantástico’. De verdad que es muy buena persona. Todo el mundo le quiere », añade.

«Es un tipo muy bromista. Muy atento a todo. Es de esos personajes que hacen familia. No he conocido a nadie tan entregado al ciclismo como él, a disfrutar de la bici, de los entrenamientos, de la competición… Alejandro es irrepetible», señala Jorge Arcas desde Italia, con el protagonista de esta historia justo al lado tumbado en la cama.

Vuelta a Murcia 2007: Ángel Vicioso, segundo clasificado tras Valverde.
Vuelta a Murcia 2007: Ángel Vicioso, segundo clasificado tras Valverde.
EFE

EL CICLISTA

Lombardia es una de las carreras pendientes de Valverde. Allí, ha sido segundo tres veces, pero nunca ha ganado. Pero, más que sus victorias, la grandeza de su trayectoria la miden los triunfos de ausencia inexplicable en su palmarés. A Valverde se le ha amado y odiado a partes iguales. Podía ganar en todos los sitios y a lo largo de todo el año: competiciones de tres semanas como La Vuelta (podios en Giro y Tour), clásicas de todo rango (Lieja, Flecha Valona, San Sebastián), etapas (4 en el Tour, 12 en La Vuelta), vueltas de una semana (País Vasco, Cataluña, Dauphiné…). «Desde el primer día se le notaba algo especial. Ya en las concentraciones se le veía que al primer día iba como todos, al segundo también, pero el tercero ya andaba por encima. Y eran sus primeros días de profesional. Era pura clase», afirma Vicioso, un ciclista de esencias parecidas a Valverde: pasaban con solvencia la media montaña, eran rapidillos y rematadores...

No ha habido en la historia del ciclismo español alguien tan ganador y tan polivalente: dominante en cotas y puertos cortos, explosivo, rápido en grupos reducidos, por eso se le extrañan carreras como Amstel, Lombardía, Strade Bianche, Tirreno-Adriático o París-Niza que se quedaron en las piernas. No pareció importarle nunca, con su aire despistado, plácido. A veces mal colocado, a veces sorprendido (aquel chubasquero en una Vuelta…). Pero también a manos, durante 17 temporadas, de la estructura deportiva que le ha pagado varios millones de euros y que siempre miró más por los mejores escenarios para el equipo que para él. Ganaba tanto y tan fácil Valverde que se le exigía -desde el sofá- ganar siempre. «Ha sido especial. Fíjate que hasta hace dos años no entrenaba ni con potenciómetro. Ni tenía preparador. Lo suyo era salir con su ‘grupetta’ de amigos de Murcia y pasárselo bien. Se conoce muy bien, es pura vieja escuela. Y entrenando… Un picado. Va muy rápido. Entra a todo, te ataca, te esprinta… Siempre tiene que pasar el primero», bromea Samitier.

Vuelta a Murcia 2007: Ángel Vicioso, segundo clasificado tras Valverde.
Vuelta a Aragón 2003: en Illueca, su única victoria en Aragón.
HA

De todas las 133 victorias de Valverde, solo una la firmó en Aragón. Fue en 2003 –su segundo triunfo como profesional–, en la meta de Illueca, en la tercera etapa de la Vuelta a Aragón. En uno de esos finales ligeramente empinados en los que se le encendía el reactor, le ganó en el esprín a Ángel Edo, Michael Albasini y un tal Marco Pantani.

Ángel Vicioso, después de compañero, fue muchas veces rival. Primero, en la Once y el Relax, como rival directo, jugándose carreras contra el joven murciano: en País Vasco 2003, en la Vuelta a Murcia 2007... Después, como lugarteniente de Purito Rodríguez, adversario de Valverde en los años de Katusha. «En las reuniones de equipo, había miedo. Sabíamos que tenía una distancia en los finales en la que era invencible. Si lanzaba el esprín a 250 metros o 300 metros era imposible. Era un rival muy duro. Había que sacarlo de su distancia, había que ganarle de lejos, como Purito, que alguna vez le esprintó a 400 metros», recuerda el de Alhama.

Innsbruck 2018: Alejandro Valverde, por fin, campeón del Mundo.
Innsbruck 2018: Alejandro Valverde, por fin, campeón del Mundo.
Agencia EFE

EL  MITO

Alejandro Valverde abrió la puerta de su cielo en Innsbruck en 2018. Con 38 años, toda su carrera cobró sentido, redondeándose como un deber cumplido. Ese día cazó su unicornio. Ese día ganó el Mundial y se vistió de arcoíris, después de seis medallas (dos platas y cuatro bronces) en la prueba que se convirtió en su obsesión. Nadie ha subido tantas veces a un podio del campeonato del mundo. Tampoco ha ganado nadie tantas veces la Flecha Valona y solo Eddy Merckx ha vencido más Liejas que él (4). Es el dominador histórico de las Ardenas (19 podios), por encima del Caníbal. Pero no terminan ahí los logros que cincelan su mito: ciclista más veces número 1 de la temporada UCI (5), podios y etapas en las tres grandes… Y, cómo no, su amada Vuelta a Murcia, la carrera que puso incluso por encima de sus sueños.

En este camino hacia la eternidad, Valverde también fue atrapado por las zonas oscuras de la Operación Puerto. Después de año y medio de sanción, en 2012, volvió más fuerte que nunca, más descarnado y ligero, pero igual de campeón. «Era mi favorito –cuenta Samitier–. Cuando me convertí en su compañero, no me daba cuenta realmente de con quién estaba entrenando. No lo podía ver como un mito, sino como un compañero, porque es tan humilde y tan buena gente que no caes en la cuenta de que es un ciclista único». Interviene Vicioso: «Alejandro ha tenido impacto en el ciclismo mundial. No solo en el español. Se retira un ciclista de los que pueden contarse con los dedos de una mano. Le vamos a echar en falta, porque no hay ganadores así, corredores capaces de conseguir victorias desde enero a septiembre, y, además, tan variadas».

Vuelta a Murcia 2007: Ángel Vicioso, segundo clasificado tras Valverde.
Tour de Francia 2005: su primer triunfo en la ronda francesa, en el alto de Courchevel, batiendo en un mano a mano Lance Armstrong
EFE

Cuando en el prólogo del Tour de Francia de 2017 se pulverizó la rodilla, se le dio por retirado. Pero de nuevo volvió más fuerte. Ganó el Mundial, y si no ha ganado más carreras es porque el nivel de sus rivales se ha disparado. Nunca hay que dar nada por sentado con él. Ni siquiera que sea capaz de retirarse de verdad viendo sus últimos resultados, dos veces podio en las clásicas italianas de otoño. «Está acabando de la mejor forma que se puede hacer», dice Arcas. «Haga lo que haga, este invierno seguro que viene a la concentración de Almería a reventarnos. Vendrá, y nos dejará tirados en cuanto pueda», advierte Samitier. Así es el ‘Bala’. Así habrá sido el ‘Bala’, cuando haya que conjugarlo en doloroso pasado.

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