Los atletas de Dios: el cura de Jaca que impulsa el deporte en el Vaticano

El sacerdote aragonés Melchor Sánchez de Toca ha promovido la presencia del pequeño estado en sus primeras grandes competiciones deportivas internacionales.

El aragonés Monseñor Melchor Sánchez de Toca y Alameda.
El aragonés Monseñor Melchor Sánchez de Toca y Alameda.
Athletica Vaticana

Al cielo también se va corriendo. O pedaleando. Como Rien Schuurhuis. No sabemos si el alma de este gigantón nacido en Holanda abrirá las puertas de San Pedro, pero sí que se ha ganado un espacio propio en la historia del deporte: el pasado fin de semana, se convirtió en el primer ciclista del Vaticano en competir -y escaparse- en el mundial de ciclismo celebrado en Wollongong (Australia), codeándose allí con estrellas de la materia, como Remco Evenepoel, Tadej Pogacar o Julian Alaphilippe.

La bandera pontificia ya había ondeado en otro gran evento deportivo internacional, en los Juegos del Mediterráneo de Orán (Argelia) del pasado verano, con la atleta Sara Carnicelli en el medio maratón. El estado soberano más pequeño y menos poblado del planeta, insertado en el corazón de Roma bajo el manto del Papa, comienza asomar, de este modo, en importantes competiciones y torneos, algo inédito e inaudito. Su presencia en este tipo de acontecimientos era nula.

¿Quién anda detrás de este impulso del deporte vaticano? Pues un monseñor aragonés. Nacido en Jaca, y con 30 años de trayectoria eclesiástica en la Santa Sede. "Aunque mi familia procede de muchas partes y me he criado por circunstancias de la vida en muchos sitios, estoy muy orgulloso de mi nacimiento aragonés. Llevo como un título de honra ser de Jaca y haber nacido en la Corona de Aragón".

La hermana dominica Marie-Theo Manaudpose.
La hermana dominica Marie-Theo Manaudpose.
M. Brambatti/EFE

Es Melchor Sánchez de Toca y Alameda (1966). Hijo de militar y descendiente de otro Melchor Sánchez de Toca (y Sáenz de Lobera), quien fuera médico y cirujano de la reina Isabel II y atendiera los estertores del presidente Juan Prim en el magnicidio del callejón del Turco en 1870. "Yo nací dentro de la Ciudadela de Jaca, no en el hospital. Soy el único de mis hermanos que nació en casa. La maternidad estaba a tope por entonces. Hasta los tres años viví allí. Después la familia se movió por Alcalá, Marruecos, el norte, el sur, el extranjero… Hasta que yo ya seguí mi camino", explica.

Monseñor Melchor estudió filosofía en Madrid y cursó estudios de teología en Toledo y Roma. Desde 2004 ha ejercido como subsecretario del Consejo Pontificio de la Cultura y es, en ese punto, donde arraiga este florecer del deporte vaticano. "Los trabajadores teníamos el deseo de formar nuestro propio club deportivo y de poder representar de alguna manera a la ciudad. ¿A quién le puede interesar lo que haga el empleado de la tipografía, el de los museos o el de la contabilidad del Vaticano? A casi nadie. Pero el nombre del Vaticano es muy potente. Llama la atención". Así nació, en 2019, la Athletica Vaticana, una organización deportiva -la primera de la historia de la Santa Sede- con personalidad jurídica canónica y dependiente de la oficina de Monseñor Melchor, primer presidente del organismo.

En sus orígenes, se limitaba al atletismo. El propio sacerdote jaqués lo practicaba, con participaciones en maratones, como el de Valencia, y otras pruebas populares de fondo. También el pentatlón moderno le ocupó en su juventud.

La expansión polideportiva

Así, un técnico del hospital Bambino Gesú, un bombero, un carpintero, un trabajador de los museos vaticanos, una médica de la farmacia, algún seminarista o incluso la dominica Sor Marie-Theo dieron presencia a la Santa Sede en diferentes competiciones. Sin embargo, Athletica Vaticana no tardó en expandirse, conformándose ahora como un organismo matriz con secciones, algo al estilo del Consejo Superior de Deportes español. A finales de 2021, el ciclismo obtuvo la membresía de la UCI y el taekwondo la de World Taekwondo, las federaciones internacionales de estos deportes. En abril, el Vaticano ingresaba también en la de pádel, mientras ultima los trámites para ser admitido en World Athletic.

Visita del equipo vaticano al Papa Francisco. El segundo por la izquierda es Melchor Sánchez de Toca.
Visita del equipo vaticano al Papa Francisco. El segundo por la izquierda es Melchor Sánchez de Toca.
AV

Este auge del deporte en la Santa Sede tiene un doble objetivo. "Fomentar la práctica deportiva entre los empleados, como cualquier otro club. También hay un fin de solidaridad con el estilo del Papa Francisco, siempre con un ojo hacia refugiados, discapacitados, personas en situación de exclusión y pobreza. La misión es hacer de puente entre la orilla del deporte y la orilla de la fe", describe Monseñor Melchor, satisfecho del impulso tomado en grandes eventos. "Era importante participar en competiciones internacionales. No para luchar por las medallas, eso sería absurdo, sino para tener una presencia testimonial. Eso sí, cuando participas en una competición, hay que competir. Y eso significa ajustarse a las reglas y también no hacer ridículo. Aunque no luchemos por medallas, tampoco vamos para hacer el ridículo. Este es el estilo que hemos mantenido", indica.

Bajo el sello de las llaves cruzadas de la Santa Sede pueden competir ciudadanos y empleados del Vaticano, y también sus familiares más directos. "Aquí la ciudadanía es algo especial, va ligada a la función, no al nacimiento. Cuando se acaba ese ejercicio, se acaba la ciudadanía. No hay deportistas vaticanos como tal, de nacimiento. Las federaciones internacionales lo saben y lo aceptan porque nuestra participación es especial, han comprendido que es una presencia simbólica y un modo de añadir visibilidad a los campeonatos, como ha sucedido en los mundiales de ciclismo", explica Sánchez de Toca. "Además de ser un club deportivo de tiempo libre, la Athletica Vaticana tiene una función de representación", añade.

La Santa Sede observa así el deporte como una herramienta de diálogo, paz o solidaridad con la que se comparten valores. "La inspiración nos viene del Papa Francisco. Él no es deportista, pero desde el primer momento ha hablado de la importancia del deporte, sobre todo, entre los niños y jóvenes. En sus discurso está muy presente, como aquello de ‘una parroquia sin campo de fútbol no está completa", indica.

Ya se conoce la pasión por el fútbol del Papa Francisco, hincha cerrado del San Lorenzo de Almagro argentino. Una influencia clave para entender el desarrollo del deporte en esta ciudad-estado. Atletas, ciclistas, taekwondokas… Todos son ahora embajadores del Papa en grandes competiciones. Pero falta la más ilustre.

El sueño olímpico del Vaticano

Sánchez de Toca ha participado en reuniones y convenciones del Comité Olímpico Internacional y encabezó la delegación en Orán en los Juegos del Mediterráneo. Ha ejercido, en cierto modo, como un ministro de deportes del Vaticano. Con varias secciones ya constituidas dentro de la Athletica Vaticana, en el horizonte se siluetean los cinco anillos olímpicos. Los Juegos. Algo más que un sueño. Quizá París 2024 sea el escenario de la primera delegación olímpica del Vaticano. Imaginen la escena: el desfile de la ceremonia inaugural, el abanderado, la avanzadilla de atletas y eclesiásticos… "Hay una serie de cuestiones legales sobre las que hay que dialogar. Nosotros, de momento, vamos haciendo vida. El resto ya llegará, si llega. Hay muchas formas de organizar una presencia simbólica, porque ese es el tipo de mensaje que querríamos llevar", analiza con prudencia Monseñor Melchor.

En este proceso, aunque hay un camino avanzado con Athletica Vaticana como germen de un posible comité olímpico nacional, aún quedan obstáculos que gestionar. El estatus internacional del Vaticano ocupa un espacio de grises aún por definir. "Hay que tener en cuenta que no somos un país en el sentido normal del término, sino más bien una entidad soberana de derecho internacional. Para estar en unos Juegos hay que tener un comité olímpico reconocido por el COI. Ellos examinan si se cumplen una serie de requisitos. La Carta Olímpica pide que son necesarias cinco federaciones nacionales reconocidas para conformar un comité nacional. Pero esas federaciones deben tener vida, organizar y promover ese deporte. Por la realidad del Vaticano, es muy complicado. Dentro del Vaticano no se puede organizar gran cosa, no tenemos instalaciones porque no hay sitio. Además, nuestra población es minúscula. Hay poca gente con la ciudadanía (unas 500 personas)", deliza Sánchez de Toca.

El sacerdote aragonés ya ha instalado la semilla. Los próximos meses dirán hasta dónde llega la aventura del Vaticano en el deporte mundial y en qué papel. Monseñor Melchor insiste en el verdadero espíritu del proyecto: "Queremos divertirnos. Participar ya es mucho para nosotros. Competir también es dar lo mejor de sí. No se trata de competir contra otros, sino de hacerlo contra uno mismo". Como ya se sabe: los últimos serán los primeros.

Rien John Schuurhuis, ciclista del Vaticano, con Alaphilippe y Evenepoel.
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Schuurhuis, en el Mundial de ciclismo

El primer ciclista del Vaticano en correr un campeonato del mundo de fondo en carretera es Rien John Schuurhuis. Rodeado de los mejores corredores del planeta, como se observa en la foto, con los dos últimos campeones del mundo, el francés Alaphilippe y el belga Evenepoel, este espigado holandés de 40 años fue una de las atracciones previas de la carrera celebrada en Wollongong. Atacó -los ciclistas vaticanos también atacan- apenas de salida, dejando ver ese maillot amarillo y blanco con los colores pontificios. Abandonó a los 140 kilómetros. Tiene el derecho a correr en la Athletica Vaticana como esposo de Chiara Porro, embajadora de Australia en la Santa Sede. Admirador de Induráin, suele entrenar en las afueras de Roma, por las rutas de los lagos Bracciano y Albano, a las órdenes de su preparador, Valerio Agnoli, viejo gregario de Vicenzo Nibali.

Sara Carnicelli, primera atleta en representar al Vaticano en una prueba multideportiva internacional como los Juegos del Mediterráneo.
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Carnicelli, en los Juegos del Mediterraneo

Hija de un administrativo de las oficinas de la Santa Sede, Sara Carnicelli fue la primera atleta en representar al Vaticano en una prueba multideportiva internacional del alcance de los Juegos del Mediterráneo, celebrados este verano en Orán (Argelia). A sus 27 años, recibió la invitación de los organizadores para correr en la prueba del medio maratón. Hizo el noveno mejor tiempo (1:17:21), pero no clasificó. Al no estar aún admitido el Vaticano como miembro de World Athletic, la federación internacional de atletismo, se le concedió una participación simbólica. Habituada a correr en campeonatos italianos, Carnicelli ya había sido tercera en los Juegos de los Pequeños Estados en los 5.000 metros con los colores del Vaticano, pero no subió al podio al ser, también allí, una atleta de una delegación invitada, sin derecho a clasificar.

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