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Carlos Cantero: "Entrenar es un sacerdocio, vivo por y para la competición"

El técnico del Casademont femenino inicia un nuevo curso después de conseguir la medalla de plata con España sub 16. 

Una imagen de Carlos Cantero desde otra perspectiva.
Una imagen de Carlos Cantero desde otra perspectiva.
Toni Galán

No es sencillo dar con usted, siempre está de aquí para allá...

Llegar del Europeo, hacer las maletas, coger el coche y venir a Zaragoza. Viajamos en avión desde Oporto a Madrid. Y de Madrid vine en coche a Zaragoza.

¿No ha venido en AVE?

No. De hecho tengo el coche ahí fuera con las maletas todavía.

¿Y qué hizo en Madrid?

Apenas me dio a tiempo de hacer las maletas y venirme para aquí. Soy de Vallecas.

¿De Vallecas?

Al ladito del campo del Rayo.

Me encanta ese equipo.

¿Por qué?

Cómo no va a molar un equipo domiciliado en la calle Payaso Fofó…

¡Ja, ja, ja! Es cierto, en la calle Payaso Fofó… Pues muy cerquita de allí vivía yo.

¿Y ahora?

Ahora vivo en Aragonia en un piso que me pone el club.

Se lo ha currado y se lo curra...

Es la vida del deporte. Si quieres llegar a determinadas cotas, es necesario salir de casa. Entrenar en la élite lo exige.

¿Entrenar es un sacerdocio?

Por supuesto. Entrenar es un sacerdocio. Yo le dedico las 24 horas del día.

¿Cuándo se fue usted de casa para entrenar?

Me fui con 25 años. Estuve dos temporadas en Oremburgo, a tres horas y medio de avión de Moscú. Allí, pasados los Urales, en el centro-sur de Rusia.

A 10 grados bajo cero.

A 10 grados bajo cero cuando hacía bueno. Llegamos a estar a 35 bajo cero.

Tiritando me deja usted.

Volví a Madrid. Estuve en el Rivas, en el Canoe. Salté a la Euroliga, de ayudante de Roberto Íñiguez en el Sopron. Quedamos campeonas de Liga y subcampeonas de Euroliga. Luego, al Ensino de Lugo, hasta venir al Casademont.

Quien no ame el deporte, le costará entender su vida…

Empecé a jugar con seis o siete años. Vi que me gustaba. Comencé a entrenar con 16 años. Empecé con minibásket, de segundo… He ido cumpliendo todas las etapas, todas las categorías.

¿El deporte de élite ha hipotecado parte de su vida?

Sí, claro. La vida en pareja tiene que ser una relación a distancia. No queda otra cuando estás fuera. No estoy casado. Voy de aquí para allá… Usted me entiende, sabe lo que exige una profesión vocacional, que te gusta, que te llena, a la que te entregas por completo.

Aunque hay quien no lo entiende, yo lo entiendo, claro que le entiendo…

Además, estrés, ansiedad, la competición... Vives por y para la competición, mañana, tarde y noche.

¿También de noche?

Por supuesto. Si a las cinco de la mañana estás pensando en el partido que sea y se te ocurre una idea, te levantas y la anotas.

A mí me pasa también cuando de madrugada hallo una palabra, una idea, un sonido, un verso…

No se puede dejar pasar ninguna idea en el seguimiento de tu equipo o del rival. Al final, para poder saborear esos momentos únicos que da el deporte, hay que pagar todas estas hipotecas.

¿Hablamos del Casademont?

Claro.

Se están haciendo cosas importantes.

Gracias. Inicio mi segunda temporada. Vamos a jugar en Europa, algo importante en un club joven.

Observo a Vega y a las demás. Veo muchas ganas. Me gusta este Casademont.

Por el equipo y por el club no va a quedar. Es un reto hacer otra buena liga y competir al mejor nivel posible en Europa.

Por cierto, me duele no ver a Ariadna Termis en Zaragoza…

Tiene un gran futuro y lo está demostrando en el Siglo XXI y en la selección española.

¿Cree que se hubiera marchado con la actual estructura de cantera del Casademont?

No lo sé. Sí sé que trabajamos y que contamos con la cantera. Y contamos de verdad: una jugadora junior y una cadete, Arancha Portalez y Leire Urdiáin, ya están entrenando con el primer equipo. Queremos que haya jugadoras de Zaragoza en el Casademont.

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