baloncesto
El Casademont Zaragoza visita al Valencia Basket con la necesidad de reaccionar
Aleix Durán dirigirá al equipo aragonés este domingo en Valencia (17.00, Movistar+), uno de los escenarios más exigentes de la competición.
Urge reaccionar. Después de haber encajado tres derrotas consecutivas, el Casademont ha acentuado sus dudas, su angustia, su ansiedad. Su negativa trayectoria compromete drásticamente su continuidad en la Liga Endesa, donde permanece en una situación de máximo resgo: se halla a un solo partido de las posiciones de descenso a la Liga LEB, cuando sólo restan 11 jornadas para que finalice la competición regular. Un escenario inquietante, desalentador, que ya ha tenido consecuencias en el banquillo. El club despidió el pasado domingo al entrenador, Jaume Ponsarnau, y este domingo será su asistente, Aleix Durán, quien asumirá la dirección del equipo mientras se contrata a un nuevo técnico (18.00, Movistar+).
El Valencia, sin embargo, no parece el rival más propicio para iniciar la reacción. Cuenta con una de las plantillas más imponentes de la categoría; y está capacitado para conquistar la victoria ante cualquier rival y en cualquier escenario, tal y como evidenció recientemente con los triunfos ante el Barcelona (86-76) y el Real Madrid (93-94). Superó a los catalanes en la Fuente de San Luis, el pasado 5 de marzo, en el duelo correspondiente a la 18ª jornada del campeonato; y sorprendió al conjunto blanco en el WiZink Center, justo antes de la Copa del Rey, tras un choque igualado que se resolvió en los compases finales. Y el pasado lunes, en su última actuación liguera, los levantinos se impusieron al Baxi Manresa (90-85), el equipo revelación de la presente campaña. Además, el Valencia también aspira a todo en la Eurocup, competición que lidera en la actualidad con un balance de 11 victorias en los 15 encuentros disputados.
Su mejor argumento atiende a Bojan Dubljevic, el jugador más productivo de la plantilla. El pívot promedia 16,6 créditos de valoración por partido, fundamentados en 12,2 puntos, 5,8 rebotes y 3 asistencias, con un 42% de efectividad en los lanzamientos triples. Jasiel Rivero, Louis Labeyrie, Mike Tobey y Víctor Claver son otros de sus artistas cotizados en el juego interior; mientras que Martin Hermannsson, Xabier López-Arostegui y, sobre todo, Klemen Prepelic son sus mayores amenazas desde el perímetro. El esloveno aporta 14,3 puntos y 3,1 asistencias por partido en 23 minutos de juego, un diáfano indicador de su facilidad anotadora. Pese a los numerosos contratiempos que han azotado a su plantilla desde el inicio de la temporada –lesiones prolongadas, casos positivos por covid...–, la escuadra de Joan Peñarroya se alinea en la actualidad en la quinta posición de la tabla, con una victoria menos que el Baxi Manresa y el Joventut de Badalona, tercer y cuarto clasificado, respectivamente. Ambos cuentan con un partido más que los valencianos, quienes tienen pendiente aún el encuentro ante el Tenerife, correspondiente a la vigésima jornada, que fue aplazado en su día por la pandemia del coronavirus.
Eso sí, este domingo no podrán actuar los bases Nenad Dimitrijevic, baja indefinida por una infección vírica, ni tampoco San Van Rossom, quien sigue recuperándose de una lesión muscular.
Mientras, el Casademont es un equipo abatido, inconstante, con importantes desequilibrios en el juego, sin una propuesta colectiva solvente. Lejos de reaccionar, su juego ha presentado una involución sorprendente en las últimas jornadas, lo que se ha traducido en el despido de Jaume Ponsarnau. Los aragoneses acuden hoy al careo tras haber encadenado tres derrotas consecutivas: perdieron en la pista del Manresa (94-73), lastrados por un segundo cuarto muy deficiente; claudicaron después ante el Gran Canaria (76-86), en el pabellón Príncipe Felipe, sometidos por el devastador acierto de John Shurna (24 puntos anotados); y cedieron también en casa contra el Tenerife (62-77), hace siete días, tras haber sido superados nuevamente en todos los órdenes del juego.
En este contexto, al Casademont le sobreviene ahora una prueba de altura, de muy mal pronóstico, frente a un adversario muy poco habituado a las concesiones.
