baloncesto

Las urgencias del Casademont Zaragoza

El equipo aragonés sigue presentando grandes desequilibrios en su juego que necesita resolver con la mayor prontitud.  

Jordan Bone dialoga con Omar Cook y Adam Waczynski, en el partido ante el Gran Canaria.
Jordan Bone dialoga con Omar Cook y Adam Waczynski, en el partido ante el Gran Canaria.
José Miguel Marco

El Casademont sigue con su preocupante proceso. Lejos de reaccionar, su juego presenta una involución sorprendente que, en la actualidad, compromete drásticamente su continuidad en la máxima categoría nacional. Es un conjunto vulnerable, quebradizo, indolente por momentos, con numerosas desatenciones, con importantes problemas de índole estructural; un bloque abatido, desencantado, sin carácter, sin apenas argumentos en los dos lados de la pista. Tras la celebración de 22 partidos de la Liga Endesa, el cuadro aragonés queda retratado en la mayoría de los apartados estadísticos de la competición. Entre otras muchas carencias, se trata del peor equipo en asistencias y el antepenúltimo en valoración, un diáfano indicador de su anarquía, su desconcierto y su confusión. No existe una propuesta colectiva solvente.

Una plantilla descompensada

El club no supo forjar una buena plantilla en verano. Desde entonces se compite con un bloque frágil, inestable, descompensado, que se desencaja con una facilidad sorprendente ante las primeras adversidades. El equipo es un mosaico desilusionante de jugadores, y los desequilibrios resultan muy evidentes. Los bases no se caracterizan, precisamente, por su facilidad para anotar, y además tampoco están acertados en la dirección –la edad y la fatiga no perdonan–; en el juego interior faltan rebotes, envergadura, vehemencia y capacidad de intimidación; al margen del importante déficit anotador del equipo, pendiente casi siempre de las ocurrencias de Adam Waczynski, Deon Thompson, Matt Mobley, Dino Radoncic o Jordan Bone. Todo se reduce a impulsos individuales. La entidad tuvo que acudir al mercado por segundo año consecutivo, pero las carencias de la plantilla siguen sin resolverse.

El equipo con menos asistencias

El Casademont es un equipo desnortado, sin timón, que practica un juego lento, plano y previsible. No genera ventajas. Se maneja en ataque sin el ritmo, la fluidez y la velocidad necesarias para obtener lanzamientos liberados. De hecho, es el equipo que menos asistencias reparte de la Liga Endesa, con sólo 14,2 pases de canasta por encuentro. Solamente el Bilbao Basket (14,3) y el Real Betis (14,7) –actual colista del campeonato– presentan números tan negativos en este apartado. La impericia ofensiva del Casademont conlleva tiros forzados, de máxima dificultad, en ocasiones al límite de la posesión. Todo ello se traduce en porcentajes muy bajos de tiro, y también en canastas fáciles para un rival que puede rebotear y lanzar rápidos contragolpes.

El peor en lanzamientos triples

El conjunto aragonés no intimida desde el perímetro: anota 7,2 triples por partido, el dato más bajo de la Liga Endesa, tras exhibir también el peor porcentaje de tiro de toda la competición. En este sentido, el Casademont presenta un 31,9% de efectividad desde más allá del arco, después de haber acertado en 158 de sus 495 lanzamientos. Ninguno de los ala-pívots de la plantilla, ni Dino Radoncic, ni Hans Valwijn, ni mucho menos Jaime Fernández, representan una amenaza desde la línea de 6,75, lo que facilita sobremanera la defensa del rival.

Bajos porcentajes en los tiros libres

La escuadra aragonesa tampoco es fiable en los tiros libres, otro lastre habitual en su rendimiento. Su eficiencia en este sentido se reduce a un 73,7%, tras haber convertido 328 de sus 445 intentos. Se trata del cuarto porcentaje más bajo de la Liga Endesa: únicamente el Andorra (70.4%), el San Pablo Burgos (69,7%) y el Bilbao Basket (68,4%) exhiben peores guarismos que los aragoneses desde la línea de personal. Deon Thompson (54,8%), Tryggvi Hlinason (51,2%) y, sobre todo, Rodrigo San Miguel (50%) presentan un desatino inusual en este aspecto del juego.

Antepenúltimo en puntos anotados

Lógicamente, su falta de clarividencia ofensiva conlleva una modesta productividad. Tras la celebración de 22 encuentros, el Casademont factura 77,5 puntos por partido, el tercer peor registro de la Liga Endesa tras el Real Betis (75,8) y el San Pablo Burgos (77,4). Jordan Bone, con 13,3 tantos por duelo, Matt Mobley (10,6) y Adam Waczynski (10,5) son los principales anotadores del cuadro aragonés, que perdió el pasado mes de noviembre a Stan Okoye –uno de sus grandes argumentos ofensivos– debido a una importante lesión.

El rebote, otra importante rémora 

El Casademont también presenta debilidades en el capítulo reboteador:#contabiliza 32,8 capturas por partido, el tercer peor registro del campeonato. El Gran Canaria, el pasado domingo, se adjudicó el triunfo (76-86) tras haber sumado hasta 14 rebotes más que los zaragozanos –15 de ellos ofensivos, lo que proporcionó segundas opciones al conjunto de Porfirio Fisac–. En la actualidad, el Unicaja de Málaga (32,2) y el Lenovo Tenerife (31,3) son los dos únicos conjuntos de la Liga Endesa con menos rechaces acumulados por partido.

Fragilidad defensiva

Su debilidad en ataque también acaba mermando sus facultades en defensa. Cuando no entran los tiros, la desesperación y la impaciencia se imponen. Por momentos no hay concentración, ni energía, ni perseverancia, sino desánimo y dejadez. El Casademont es el segundo equipo que menos personales comete (18,7 por encuentro), lo que puede interpretarse como signos de apatía y falta de intensidad. En los 22 partidos disputados, la escuadra de Ponsarnau ha encajado 83,5 puntos de media, lo que evidencia sus continuas desatenciones en las labores de contención. Otra rémora considerable para aspirar al triunfo.

Dos únicos triunfos a domicilio

En el presente ejercicio, seis de los ocho triunfos del Casademont se han producido en el pabellón Príncipe Felipe. Es, sobre todo, en sus desplazamientos cuando los aragoneses exhiben su perfil más vulnerable. Los zaragozanos contabilizan dos únicos triunfos como visitantes. Ganaron en Bilbao (76-100) y en Andorra (83-92), mientras que claudicaron en Tenerife (90-65), Barcelona (76-63), Gran Canaria (79-76), Badalona (84-78), Santiago de Compostela (87-82), Málaga (112-72), Madrid (94-69), Fuenlabrada (77-55) y Manresa (94-73). Un balance desalentador.

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