ciclismo

José Luis Hernández, el rey de la N-330

A los 66 años, el ciclista aficionado zaragozano José Luis Hernández ha completado 42.000 kilómetros en bicicleta durante 2021. Una cifra estratosférica.

José Luis Hernández, segundo por la derecha, junto a sus compañeros Julián, Pilar y Jesús.
José Luis Hernández, en la carretera de Valencia.
Heraldo

Al otro lado de la barra de la cafetería del Hotel Cariñena, a la salida de la localidad vinatera en dirección a Paniza por la carretera de toda la vida, las camareras le dan los buenos días a José Luis como si fuera uno más de allí. Lo conocen y bromean, mientras él pide los cafés y se sirve de galletitas y pequeñas magdalenas de chocolate de una cesta de mimbre del mostrador. “Estas son las buenas, anda come una”, anima. Las conoce todas porque ha estado muchas veces allí.

Porque es su rutina: levantarse en Zaragoza, ponerse el culotte y el maillot o la chaqueta si hace frío, atarse el casco a la cabeza y las zapatillas a los pies y poner la bicicleta rumbo a la carretera de Valencia, a la vieja N-330. Desde allí, casi siempre, hasta Cariñena o pasando por ahí, parando al café reglamentario. “Por lo menos, la mitad de los kilómetros los ha hecho en esta carretera”, explica Pedro Soriano, uno de sus fieles escuderos.

Y la mitad de lo kilómetros que en 2021 ha hecho José Luis Hernández, que es así como se llama y se apellida, son muchos kilómetros. Son unos 22.000. Porque la cifra entera, la gorda, la importante, la que nos anima a acompañarle en un día de niebla tempranera en Zaragoza y sol ventoso en Cariñena, es una barbaridad: 42.000. Sí, 42.000. Esos son los kilómetros que a cierre de año -y aún faltan cuatro días más- ha recorrido José Luis en 2021. Y lo ha hecho, atención, con 66 años. 42.000 kilómetros, 66 años. Casi nada.

Bajen al garaje y enciendan el ordenador de a bordo del coche. O es usted transportista, o taxista o un trotamundos de los viajes, o su automóvil difícilmente se habrá, siquiera, acercado este año a la mitad de la cifra que las piernas y la cabeza de José Luis -“porque el físico te tiene que dar, pero hay que tener un cabeza muy fuerte”, puntualiza Pedro Soriano- han pedaleado este 2021. “Casi siempre salgo por aquí, en dirección Cariñena”, explica José Luis. Son las 9.15 y la grupeta va fundiéndose con otras en un domingo como otros muchos en la vieja carretera de Valencia. Vieja en todos los sentidos, con sus grietas y sus agujeros. “Me conozco dónde está cada bache”, bromea, como si tuviera mapeado cada metro de asfalto. Junto a él, pedalean buenos compañeros, Pilar, Julián y Jesús, además de Pedro.

José Luis Hernández, segundo por la derecha, junto a sus compañeros Julián, Pilar y Jesús.
José Luis Hernández, segundo por la derecha, junto a sus compañeros Julián, Pilar y Jesús.
Heraldo

Para completar su desafío, hay que tener muchas cosas, pero sobre todo tener tiempo. “Era tapicero, y cuando me jubilé comencé a salir más. El año pasado ya hice 31.000. La intención era llegar en este a los 35.000, pero los amigos me fueron animando a que sumara los 40.000”, indica. Esa meta redonda la alcanzó el pasado 1 de diciembre, en una etapa de 100 kilómetros hasta pasado Longares, otro de sus pueblos habituales.

El 1 de diciembre

A José Luis le sobró, de este modo, un mes. O le va a faltar alguna semana más al 2021 para clausurarlo con 45.000. Un ciclista profesional, por ejemplo, rara vez sobrepasa los 30.000 por año entre competición y entrenamiento. No son comunes ya tales volúmenes de trabajo. Uno de los más apasionados de este deporte, el mito Alejandro Valverde, un ciclista al que no le cuesta nada salir a la carretera a hacer lo que toque ese día, publicó sus datos de la plataforma Strava e iba a cerrar el año con 35.000. Y es de los que más hace de todo el pelotón. Y ahí anda José Luis, a la altura de Muel, mientras se cruza con otros habituales de esa ruta. Todos le saludan, casi todos lo conocen. “A mí la bicicleta me lo arregla todo. Me va bien para el cuerpo, para la cabeza...”, describe. Sale casi todos los días. “A veces doblo y salgo también por la tarde”, señala. No perdona una José Luis: "El otro día me pusieron la tercera dosis  y la vacuna de la gripe, subí a casa, me vestí y a la bici". 

Da igual la niebla, el frío, el cierzo, el calor seco y desgarrador de la estepa… Hay que tener mucha fuerza de voluntad para no quedarse en casa muchos días al levantar la persiana. Mucho pundonor y perseverancia. Y también mucha pasión, mucho amor por el ciclismo. Como en tantas cosas de la vida, lo que se hace con pasión se hace a gusto. Da igual la edad, precisamente, en un deporte tan llevadero y tan amable con el paso de los años. “Yo alucino conmigo mismo, con lo bien que voy. Verte así a uno le motiva más y ve correspondido el esfuerzo. Es muy gratificante”, reconoce José Luis, ya con el cortado bien relamido, por la carretera de Alfamén.

Toda esta historia comenzó con la lesión de su hijo futbolista. “Se rompió la rodilla y el médico le dijo que no jugara más, que o bici o natación. Fui al Carrefour y compré dos bicicletas de montaña. Y hasta hoy. Con mi hijo y su grupo salgo mucho también”, relata. José Luis tampoco perdona las vacaciones. “Cuando en agosto voy a Alcocéber, lo primero que meto al coche es la bici”, sonríe.

Su salida más larga del año fue en mayo. Una ‘brevet’ de 308 kilómetros trazando las provincias de Zaragoza y de Huesca. Más de 10 horas pedaleando. “Ese día me metí a la cama doblado. Pero al día siguiente ya estaba otra vez en la carretera. Tengo la fortuna que pese a los años recupero bastante bien”, asegura José Luis. Este verano también ascendió colosos como el Tourmalet o el Aspin en los Pirineos. Solo en la semana entre el 19 y el 25 de julio su computadora registró 1.212 kilómetros. Ese mes, acumuló 4.300, casi tantos como en octubre. No hay treguas para José Luis, que, atención, no anda despacio: ha empleado unas 1.485 horas en completar sus 42.000 kilómetros. Es decir, una velocidad media de 28 km/h.

Más deprisa va bajando de María de Huerva. Apenas queda un arreón para llegar a Zaragoza y José Luis se pone a toda máquina. ¿Y al año que viene qué? ¿A superar los 42.000? “Ya veremos, ya veremos...” Y se agarra abajo José Luis, y sigue hacia adelante.

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