aragón

Pablo Sanz: "El partido de Aspanoa es más necesario que nunca"

El joven, superviviente de leucemia, acudirá este domingo a la cita con la solidaridad.

Pablo Sanz, ayer, así de sonriente.
Pablo Sanz, ayer, así de sonriente.
Oliver Duch

El próximo domingo, día 14, regresa el partido de Aspanoa, que este año reunirá en La Romareda a los veteranos de la Real Sociedad y del Real Zaragoza. Pero no es solo un partido de fútbol, es mucho más, como nos cuenta Pablo.

A veces, más que preguntar, conviene dejar hablar.

Yo pasé una leucemia aguda cuando tenía 10 años. Ahora tengo 18. Me diagnosticaron la enfermedad en 2013, el 30 de octubre. Recuerdo que sentía cansancio, que veía a los compañeros salir del colegio con manga corta, y yo, con chaqueta. Mi madre, Elena, por instinto, decidió llevarme a Urgencias, que están muy cerca de mi colegio, El Salvador. Estaba muy débil, no podía llegar al hospital. Tuvo que ayudarme mi hermana, Laura.

Nos hemos quedado en la puerta del Hospital Infantil.

Allí me hicieron analíticas a las 17.30. Dos horas y media después, me dijeron que tenía que ingresar. Estuve año y medio sin ir al cole.

¿Cómo se cuenta eso a un niño de 10 años?

La doctora Carlota Calvo me dijo lo que pasaba, lo que iba a pasar: que no me crecería el pelo, que pasaría por diferentes etapas, que no iría al colegio… Fue una lluvia de emociones: unas malas, otras buenas, incluso bonitas e inolvidables.

¿Dice que también experimentó sensaciones buenas e incluso inolvidables…?

Aunque no lo parezca, las hay. Durante la enfermedad he conocido a gente con un corazón enorme, gente espectacular, tanto compañeros como enfermeras.

¿Y los estudios?

Mis mejores amigos, Víctor y Ricardo, acabaron quinto curso de Primaria. Yo también lo acabé porque el hospital me puso una profesora en casa. Así conseguí sacar el curso.

¡Y sacó el curso y todo! ¡Qué bien, Pablo, qué bien!

Pasé a sexto. Empecé yendo menos horas y tuve que repetir. Mi padre, Manuel; mi madre, Elena; mi hermana, Laura; mis abuelos… todos me ayudaron mucho. Incluso nos hicieron una fiesta a toda la familia en el club del colegio en la Navidad de 2014.

¿La enfermedad enseña?

Sí. Y me dio la oportunidad de conocer Aspanoa, la Asociación de Padres y Niños Oncológicos de Aragón. Me hicieron la vida más fácil con el apoyo psicológico. Además, traen voluntarios al hospital, dejan la residencia de Aspanoa para pasar pequeñas temporadas entre familia y amigos, van los Reyes Magos al hospital y también a la sede… Se desviven por nosotros.

Y el joven Pablo fue creciendo...

También he formado parte del grupo de jóvenes de Aspanoa. Y también continué estudiando. Estoy terminando un grado medio de Auxiliar de Enfermería. Ahora estoy de prácticas en la MAZ.

¿No acabó harto del hospital?

Qué va… Gracias a la enfermedad, me he dado cuenta de que me gustaba la rama sanitaria, ayudar a los demás, ponerme en su lugar.

¡Qué lección de vida, Pablo!

Es lo que pienso y siento.

También tenemos que hablar de ese partido de fútbol que es mucho más que un partido de fútbol.

El domingo hay que ir a La Romareda. Veremos a futbolistas que fueron muy buenos y quieren dar lo mejor de sí por un buen fin.

Aunque los años de gloria ya pasaron... Qué mejor ejemplo que Andoni Cedrún. Solo suele jugar este partido al año, el de Aspanoa, ninguno más.

Yo también seré portero el domingo, pero en la puerta del campo…

¡Ja, ja, ja!

En serio. Hay que ayudar. También iba al campo cuando estaba enfermo. Y mi madre, que salía con una letra G bien grande.

¿G, de gracias?

Claro. Hay que ir al campo el domingo. El precio de la entrada es simbólico. Y el dinero recaudado es fundamental para que Aspanoa pueda seguir haciendo la gran labor social, investigadora y de todo tipo que hace en ayuda a quienes sufren el cáncer infantil. Después de la pandemia, el partido de Aspanoa es más necesario que nunca.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión