baloncesto

Casademont Zaragoza: ni ataque ni defensa

El Casademont está lejos de ser el equipo equilibrado que persigue Ponsarnau. Se desconecta con facilidad y sufre para generar situaciones ofensivas

Foto del partido Avtodor Saratov-Casademont Zaragoza, primera jornada de la FIBA Europe Cup
Foto del partido Avtodor Saratov-Casademont Zaragoza, primera jornada de la FIBA Europe Cup
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Ni ataque ni defensa. El Casademont Zaragoza es un equipo perdido. No consigue explotar sus virtudes y permite que castiguen con facilidad sus defectos. Está lejos de ser el bloque equilibrado que persigue Jaume Ponsarnau. Y así, sin armonía, es imposible que este vestuario celebre éxitos. Y también se pudo ver este miércoles en el debut en la FIBA Europe Cup, con una rotunda derrota ante el Avtodor Saratov (100-80)

Por todos es sabido que el Casademont no reúne tanto talento como antaño. Se fueron muchos puntos con las salidas de Ennis, Barreiro, Sulaimon o Brussino. No hay tanto genio. Y este defecto solo se puede compensar a través de un baloncesto coral, compenetrado, solidario.

La plantilla actual es de pico y pala. Necesita la aportación de todos. No hay tantos jugadores capaces de romper un partido. Con Mobley y Okoye, que ayer convirtieron 19 y 18 puntos respectivamente, no basta. Hay que sumar más nombres al apartado anotador.

Los pívots tienen que aparecer más. Hlinason y Vilá no anotaron un solo punto ante el Avtodor Saratov ruso. Y esta escasez, más allá del rendimiento individual de ambos, viene propiciada por la ausencia de ritmo ofensivo; por la falta de movimientos y automatismos.

Exceptuando el tramo final de la primera parte, los bases del Casademont fueron incapaces de marcar el ritmo del partido. Sipahi volvió a rendir por debajo del nivel que requiere el puesto, sumando una sola asistencia; San Miguel alternó momentos de arrebato, de orgullo, con desconexiones; y Javi García no llegó a disputar un solo minuto.

Hacia adentro, a los ‘cuatros’ les cuesta mucho abrir el campo para resultar amenazantes; las acciones en la pintura son demasiado previsibles; y así, hombres llamados a ser determinantes en el juego ofensivo como McLean, Vanwijn o Waczynski no fueron más allá de los cinco puntos.

Mobley y Okoye aparte, tan solo Dino Radoncic estuvo a la altura de las exigencias anotadoras, mientras que los rusos consiguieron que hasta cinco jugadores (James Funderburk, Grant Jerret, Zeljko Sakic, Phil Scrubb y Jaron Johnson) superasen la barrera de los 10 puntos ayer.

El Casademont solo encontró ritmo anotador en el segundo cuarto. Durante el resto del encuentro, exhibió una insuficiencia ofensiva reflejada en los porcentajes de acierto. Desde más allá de la línea de 6,75, los de Ponsarnau convirtieron el 40% (10 de 25) de los lanzamientos. En tiros de dos, la efectividad fue del 57%. Números deficientes, teniendo en considerando también la entidad del rival.

El Avtodor Saratov, acostumbrado a encajar alrededor de 90 puntos por partido, dejó en 80 al Casademont Zaragoza; mientras que en ataque fue un rodillo que arrolló la debilidad de los aragoneses; de un equipo que en los compromisos más recientes no está defendiendo al nivel que requiere la competición. Las derrotas encajadas ante Burgos, Valencia, Barça o Tenerife pueden estar, de algún modo, justificadas por la categoría de estos bloques. Mucho menos admisible es que el Avtodor Saratov, octavo clasificado de la liga rusa, te convierta 100 puntos y te supere con tanta facilidad como lo hizo en la tarde del miércoles.

El Casademont Zaragoza ofreció una imagen alejada de lo que tiene que ser un equipo. Descompuesto y frágil en defensa. Bloqueado y sin ideas en ataque. Ponsarnau insiste en que el bloque está en todavía en construcción, pero hacen falta visos de mejoría. Hay distintas formas de perder. Y la de este miércoles, por la incapacidad mostrada en el tramo final, fue preocupante. Se abre una semana de reflexión. Se vienen seis días, los que van desde hoy hasta la visita al Hapoel Gilboa, en los que el técnico catalán debe recuperar al vestuario para convencerlo de que hay que volver a ser un equipo.

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