aragón es extraordinario

En El Saladillo de Gallur no se escapa ni un platillo

El Club de Tiro al Plato El Saladillo acumula tres décadas de trayectoria con una actividad entusiasta, persistente y fructífera; ya ha dado un campeón de Europa

El Club de Tiro al Plato El Saladillo de Gallur está a las afueras del pueblo, en la zona que tiene ese condimentado nombre. Ángel Zalaya, actual máximo responsable del club, y los hermanos Carlos y José Atienza, miembros fundacionales y galluranos a carta cabal, representan a la institución a la hora de echar la vista atrás. "En 1988 nos juntamos nosotros tres -recuerda José- junto a otros dos amigos que disfrutaban con el tiro al plato, Saturnino y Antonio, y decidimos empezar. Pedí al Ayuntamiento la concesión del terreno, que no era cultivable, nos dijeron que sí en 1989 y al año siguiente ya nos inscribimos como agrupación deportiva, la tercera del pueblo tras el Club Deportivo Gallur de fútbol y la Sociedad de Pescadores".

La actividad comenzó paso a paso. "Los fines de semana íbamos haciendo cosas con las primeras máquinas; juntábamos mil pesetas, comprábamos unos bloques, conseguíamos materiales... fuimos aprendiendo más y más, y con unas ayudas de la DPZ y el Ayuntamiento pudimos empezar a organizar competiciones".

Los inicios se centraron en una especialidad muy concreta. "Empezamos con los llamados recorridos de caza; en eso fuimos pioneros en Aragón -recuerda Ángel- allá por 1990. Es una especialidad muy curiosa. A ver, las máquinas del foso son fijas, se regulan con un altavoz; pides plato y sale uno. El recorrido es más imprevisible, y supone una simulación de la caza con los platos; la máquina puede tirar un plato rodado simulando un conejo o uno al aire como si fuera una paloma. Nos federamos en Navarra, en Tudela, porque allí la práctica estaba más extendida; teníamos mucha amistad con la gente de la Armería Cano, y nos ayudaron a empezar. Finalmente les compramos unas máquinas manuales; aún conservamos una. José María Arranz, presidente de la Federación Aragonesa de Caza, nos apoyó y se aficionó; ha estado tres veces en los nacionales".

En El Saladillo hay cinco puestos para los tiradores; los platos eran de carbono antes, y ahora son de un material biodegradable de filosofía ecológica, normalmente resina de pino. El club tiene actualmente nueve socios, que han arrimado el hombro y puesto dinero de sus bolsillos por igual. En el club hay quien prueba con la escopeta tordera, muy típica de la zona, con calibres que van del 4 al 12 en saltos pares. "Se llegó a comercializar el tordo aquí para la conserva -explican los Atienza- hasta que se prohibió embotar caza. Había un carrizal aquí y también se cazaba con redes. La tordera la tiraban alguno espalda con espalda, porque pega un buen empujón; hay que emplearla con cuidado y sabiendo lo que llevas"

"Las primeras máquinas -frecuerdan los tres- nos las dio Cano de un foso antiguo de Alfaro. Con un préstamo de 6.000 euros las conseguimos en propiedad. Ya las cambiamos, las de ahora están más actualizadas. Seguimos haciendo todas las actividades adicionales que podemos, aunque algunas se han parado por la pandemia, como las tiradas de aire comprimido para los peques o las perdigonadas con diana en las fiestas. Alguno de aquellos pequeños que comenzó con las de hacer ruido ya se ha animado a probar con los platos. Tenemos caseta con mesa amplia para las reuniones… el día en que lo estrenamos igual nos juntamos 60 a comer, entonces se podía", explican los hermanos Atienza.

Un campeón de Europa y un subcampeón de España

En el club gallurano comenzó a tirar al plato un campeón de España y de Europa de la modalidad compak, Juan Carlos Navarro, ejeano. "Venía con su padre de chavalín, tendría 12 años la primera vez -explica Zalaya- y ya era tremendo. En 2018 hizo 199 de 200, se quedó a un plato del récord del mundo". Hasta los 16 años debe haber un adulto responsable con los tiradores. Juan Carlos, de la quinta del 83, ya es un espejo para las nuevas generaciones.

"Aquí tenemos ahora -explica Juan Atienza- a Ismael García, de Torrellas, que compite con nuestros colores y es subcampeón de España de foso universal y olímpico. Juan Manuel Cintora, de Tarazona, ha sido campeón de España en cuarta categoría, otro gran tirador. La verdad es que para ser tan pocos, tenemos muy buenos deportistas".

Carlos y Juan le echan loas a su compañero de armas deportivas. "Ángel era un máquina en recorrido de caza -dicen, mientras el aludido sonríe orgulloso- y ahora está de coordinador". "Sí, más bien de encargado de limpieza, de cortar la hierba, de todo… con eso de que estoy jubilado", se queja Ángel entre risas. "Aquí hay faena todo el año; cuidar los árboles, la hierba, pintar… la pandemia ha parado también esto, como todo".

Un club de tiro al plato exige dedicación; en Zaragoza hay tres, en Villanueva, Cariñena y Gallur. "Las medidas de seguridad -apunta Ángel- son muy estrictas; para empezar, es necesario que haya 200 metros de ángulo de tiro, vallar bien todo a tres alturas de alambre, marcar un perímetro claro, un camino de acceso correcto… desde 2004 tenemos el permiso de campo de tiro fijo, hasta entonces era eventual". "El Ayuntamiento ayudó mucho ahí -corrobora Carlos- además de la gente de Intervención de Armas, gracias a dos responsables de Ejea y Tarazona que apostaron por nosotros. Hubo trabas de otros lados, pero la cordura imperó".

En años normales se hace al menos una competición mensual en Gallur. "Sobre todo son tiradas de la mancomunidad y comarcales con la Ribera Alta, siempre muy atenta con nosotros, como el Ayuntamiento y la DPZ, más allá de años más duros en los que llegaban menos dinero. Además, se tiraba por San Pedro y San Antonio, en las fiestas, y el Memorial de Saturnino, socio fundador, en septiembre. Esperamos retomar ese ritmo en cuanto sea posible".

Artículo incluido en la serie 'Aragón es Extraordinario'

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