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El Ebro busca más química en La Química

El club arlequinado regresa a su campo de La Almozara y regionaliza su proyecto con el objetivo de la Primera RFEF.

Raúl Jardiel se dirige a sus jugadores en una sesión de entrenamiento.
Raúl Jardiel se dirige a sus jugadores en una sesión de entrenamiento.
CDEBRO

Vuelve el Ebro a La Almozara. Busca más química en el también conocido como barrio de La Química, reminiscencia de la Industrial Química de Zaragoza o Unión Alcoholera. Más química en La Química. Más calor de hogar después de haber jugado en los últimos cursos en el estadio federativo Pedro Sancho. Más energía para intentar aproximarse a un fútbol profesional que rozó hace tres temporadas con Emilio Larraz en el banquillo. Ese extrañísimo partido final en el campo del Atlético Baleares… Derrota digna de ser vista (los goles, de verbena, aún se pueden escrutar en ‘youtube’…). Ese día acarició el Ebro el ‘play off’ de ascenso a la Segunda A. Ahora, con la nueva estructuración de la categorías, se encuentra a dos peldaños de ese objetivo, en la Segunda de la RFEF. Saltar a la Primera de la RFEF se impone como primera meta.

Seis años en la Segunda División B significan un bagaje muy notable. Dos porterías desnudas y un ambigú con los vestuarios en mitad del pedregal de El Carmen era su haber material en los años 80. Todo los demás, lo esencial, lo primero en el fútbol y en la vida, era cariño, muchísimo cariño, pasión por el fútbol en los tiempos de Manolo Bayo como presidente. Se valló el campo a principios de los 90. Llegó Benito Ansón y después Jesús Navarro, que sigue siendo su presidente. Césped artificial ya en el tercer milenio. Y hace ahora siete años, el mecenazgo de Javier Borao, que ha desarrollado y sigue desarrollando la mayor inversión económica conocida en el fútbol zaragozano, Real Zaragoza al margen.

Borao profesionalizó la gestión del club. Se apoyó en Ander Garitano en el apartado deportivo. Con Loreto saltó a la primera desde Tercera a Segunda B. Después llegó Larraz, al que le faltó (o le sobró…) el dichoso partido ante el Atlético Baleares para obrar un milagro con escasos precedentes en el fútbol español. También se clasificó el equipo para la Copa del Rey. Ese día tan bonito frente al Valencia en La Romareda… Después vino Manolo González. Ya se había ido Larraz. Luego se fue Ander. Los resultados proclaman que ya nada fue igual. Pasaron Pepe Cuevas y Manolo Sanlúcar. El curso pasado, crucial en la estratificación del fútbol español, se dejó pasar la gran oportunidad de establecerse en la nueva Primera RFEF. En un grupo relativamente sencillo de Segunda B, no se alcanzó la Primera. Ahora se encuentra censado en la nueva Segunda de la RFEF, a dos categorías del fútbol profesional, idéntica distancia que hace siete años, cuando Borao decidió apostar por este proyecto.

Ahora arriba Alberto Monsalvo a la dirección deportiva. Monsalvo ha firmado a Raúl Jardiel como entrenador, técnico que viene de hacer una gran temporada y ascender al Brea a Segunda RFEF. El club se regionaliza: la mitad del plantel lo integran jugadores aragoneses. Solo quedan dos futbolistas de la plantilla anterior: el portero Loscos y el medio Quesada. Sube un talento desde el conjunto juvenil, el ágil guardameta Rubén Cebollada, de lo mejorcito de la División de Honor Juvenil. El resto, fichajes que deben devolver al Ebro a ese espacio que se ha sabido ganar en seis años de lucha en la extinta Segunda División B: Álvaro Meseguer, Jorge Adán, Ayoze Placeres, Noel Carbonell, Raúl Sola, Oier Sarriegi, Nahuel Omiliani, Jorge Pérez, Abel Suárez, Iñaki Santiago, Nando Quesada, Miguel Díaz, Guille Alonso, Álex Altube, Eder Díez y Javi Valdés.

Mucho cambio. Escasa añoranza del pasado más inmediato. La Primera es lo primero. No será sencillo. Ya lo advierte Jardiel. "Vamos a competir en un grupo muy fuerte, pero nosotros tenemos que preocuparnos de nosotros mismos. Se ha trabajado bien para hacer la mejor plantilla posible. Ahora vamos a competir lo mejor que podemos", apuntó el nuevo entrenador del Ebro. Desde luego, la nómina de clubes que integran el Grupo III de la Segunda RFEF, donde está ahora censado el Ebro, aglutina bastante más potencial que el caramelo que no se supo saborear la pasada temporada, esa Segunda B de clubes navarros, riojanos y aragoneses. Pero vamos a quedarnos con lo bueno del pasado, que no es poco. Y vamos a intentar subir a Primera RFEF. Y para alcanzarla, más química en La Química.

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