fórmula 1

Carlos Sainz, a repetir la fórmula McLaren en Ferrari 

La llegada del español a la Scuderia se produce después de su peor temporada en 40 años y la necesidad imperiosa de mejorar la imagen. como ya pasó con McLaren.

23 mar. (COLPISA, David Sánchez de Castro)
Carlos Sáinz, en el Gran Premio de Estiria.
Carlos Sáinz, en el Gran Premio de Estiria.
Leonhard Foeger/Reuters

Pilotar para la Scuderia es uno de los sueños que persiguen todos los niños que, como ocurre con el Real Madrid o el Barça, eran de Ferrari desde chiquititos. Pocos, muy pocos, automovilistas rechazan lucir el escudo del Cavallino sobre fondo amarillo de Módena, incluso pese a encontrarse la jaula de grillos que siempre, más o menos de manera pública, se escucha en Maranello.

Cuando Carlos Sainz recibió la llamada de Ferrari (porque nadie llama a pedir trabajo a la Scuderia, sino que es al revés), apenas se lo creía. Días atrás había confesado su amor y cariño a McLaren, con quien se tenía que sentar a negociar a no mucho tardar. De hecho, según él mismo confesaba en su tradicional 'cañas y karting' con la prensa, su intención era seguir muchos años en el proyecto de Woking, cuyo resurgimiento cristalizó en el podio de Brasil que él mismo logró en 2019. Cuando escuchó 'ciao, Carlos' al otro lado del teléfono, todo se tambaleó.

Sainz fue anunciado a mediados de mayo como piloto de Ferrari, después de varias semanas de negociaciones telemáticas y en medio de la mayor pandemia de los últimos cien años. Apenas se lo podía creer: iba a tener un coche ganador, o al menos potencialmente ganador, a partir de 2021. Las palabras «campeón del mundo con Ferrari» sonaban demasiado bien como para decir que no. Quién iba a pensar que 2020 iba a acabar como acabó.

Un año después, Sainz ya forma parte de la familia Ferrari a todos los efectos. Cuando se vistió de rojo por primera vez a finales de año, cuando rodó con el coche de hace tres temporadas en Fiorano o cuando hizo la pretemporada ya notó el peso de la Scuderia sobre sus hombros. Porque su función no será sólo la de ganar (en este 2021 lo tiene harto complicado), sino elevar el listón junto a Charles Leclerc.

Su caso es posiblemente de los más especiales en el automovilismo. Su padre es una leyenda como pocas en la historia de la competición de los rallies, y cualquiera que haya estado en su presencia nota el aura de las leyendas. La historia ya le tiene entre los mejores, y por eso es normal que el antetítulo de 'el hijo de Carlos Sainz' acompañase al hoy piloto de Ferrari en sus primeros pasos. Poco a poco se ha ido quitando esas alforjas para caminar solo.

Sainz, hijo, ya no es 'Carletes', como aún le conocen en el seno de su familia, sino que es Don Carlos. El respeto que se ganó en Toro Rosso, en Renault y sobre todo en McLaren han sido suficiente como para abrirle las puertas de la Via Abetone Inferiore 4, la sede de Ferrari. Como en aquella obra dramática de Friedrich Schiller, Don Carlos se encuentra con la responsabilidad de llevar a buen puerto un imperio que está ahogado por las urgencias y con otros nobles (la 'amenaza' de Mick Schumacher flota sobre su cabeza y la de Leclerc) pugnando por ese trono.

Uno de los grandes valores de Sainz en McLaren es su incansable manera de trabajar. Eso es algo que siempre han destacado de él sus jefes. No es el más espectacular pilotando, ni el más agresivo, pero sabe cuándo serlo. Dosificar sus fortalezas es una de sus grandes virtudes, siempre que tenga herramientas para ello. Cuando Sainz llegó a McLaren prometió trabajo y dejarse la piel. A cambio, pidió un coche a la altura de sus objetivos y ambas partes respondieron.

Queda ver si el SF21 es un monoplaza a la altura de lo que se le exige. Sainz tendrá que demostrar una capacidad de adaptación mucho más rápida que en McLaren, porque como ocurre con el Real Madrid o el Barça, aquí no hay tiempo para aclimatarse. Y mucho menos cuando le van a medir con el mismísimo Charles Leclerc, que es la gran esperanza de futuro de Ferrari. El español se encontrará a su lado al piloto que ha firmado el contrato más largo de la historia de la Scuderia, cinco temporadas, y eso es toda una demostración de confianza de la directiva hacia el monesgasco. y también una responsabilidad.

Si McLaren está hoy considerado como el tercer o cuarto coche de la parrilla, en buena medida es gracias a Carlos Sainz. De él y de Ferrari depende que este año y, sobre todo, el que viene, los tifosi vuelvan a vibrar con los éxitos del Cavallino, que la marea roja, blanca y verde vuelva a estallar de júbilo en Monza y que arranque una nueva era de éxitos. No pudo ser con Fernando Alonso, cuya sombra vuelve a acechar mediáticamente la del madrileño, pero Sainz nunca ha necesitado el foco para brillar. Sólo le hace falta que le dejen trabajar.

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