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Edgar Penón: "Le gané el partido al cáncer y espero volver a jugar al balonmano"

El exinternacional español espera regresar en breve a las pistas tras superar un linfoma.

Balonmano
La sonrisa de Edgar Penón, en la luz crepuscular del invierno.
Toni Galán

En noviembre de 2019 usted dijo en esta misma página que sufría cáncer, que estaba jugando el partido de su vida; pero que lo iba a ganar y que volvería a jugar al balonmano. Edgar Penón, aquel mañana de ayer es hoy. Ahora regresa a esta página con buenas noticias...

Estoy muy feliz. Esta misma semana me han dado los últimos resultados. No solo me he recuperado del linfoma que padecía, sino que incluso espero volver a jugar. Los médicos han estado muy encima de mí. Todos estamos muy contentos.

Sobran los motivos…

Ha sido muy duro. Recuerdo cuando nos cruzamos en el otoño de 2019 en la calle Bilbao. Yo iba con el jugador Sergio García y el fisioterapeuta Diego Ballano. Echamos un café y me dijo usted que yo era el pivote que necesitaba Maristas para ascender, que tenía buen equipo Míchel Martín. Yo le dije que estaba enfermo, que sufría un linfoma en la rodilla y que incluso podía haber sido peor, pues en principio pensaron que era un osteosarcoma, la misma dolencia que tuvo la hija de Luis Enrique.

Claro que lo recuerdo, Edgar...

Usted se quedó muy impresionado y a los días me llamó y me habló de la posibilidad de hacer una entrevista, hecho que agradecí. Y no solo por mí, sino por el estímulo que podría suponer para las personas que sufren cáncer.

Y quedamos, y usted tuvo la dignidad de posar con una gorrita, por la erosión salvaje de la quimioterapia.

Así es. Fueron meses muy duros. Perdí mucho peso, más de 15 kilos. Me fui recuperando poco a poco, con los médicos siempre controlando mi estado. Además, quería terminar mi carrera de Estudios Ingleses, la antigua Filología Inglesa.

Pasó el tiempo, y llegó la maldita pandemia de coronavirus.

Aproveché para estudiar durante el confinamiento. Apenas me quedaban dos asignaturas: Literatura Norteamericana e Inglesa.

¿Pasó el confinamiento entre cuentos terroríficos de su tocayo Edgar Alan Poe y versos deliciosos de Walt Whitman? ¡Oh, capitán, mi capitán!

No, esos escritores los estudié en un curso anterior. Estudié a Eliot. La cosa también fue bien y aprobé. Pero luego me salió un granuloma que los médicos me indicaron que convenía quitar. No era maligno, pero podía llegar a serlo. Esto fue en junio pasado. Después de la intervención, comencé con el trabajo fin de carrera, pero en esos mismos días sufrí el contagio del coronavirus.

¿También la covid…?

Sí. Le gané el partido al cáncer y espero volver a jugar al balonmano. Y eso que también tuve la covid... Los médicos me habían dicho que tenía que tener cuidado y no contagiarme, pues después de haber sufrido el linfoma podía tener complicaciones. Afortunadamente, solo tuve fiebre un día. Eso sí, perdí el olfato durante una semana, pero no hubo más complicaciones. No fue necesario ingresar en el hospital e incluso he generado anticuerpos.

¡Es que usted es de hormigón armado!

Ahí estamos… (sonríe). Llegado aquí, me dije que tenía que volver a jugar, que solo se vive una vez. El balonmano es un deporte de mucho contacto y podía tener problemas en la articulación; pero lo iba y lo voy a intentar.

Me encanta este partido que está jugando por la vida...

Cristian Rosell me dijo que me guardaba una ficha en el Ademar Zaragoza de Primera División Nacional. Me puse a trabajar a tope con Dani Larroy en el gimnasio. Estoy entrenando hasta seis días a la semana. Cada vez estoy más fuerte, más convencido de todo. Tengo unas ganas locas de volver a hacer pista, de coger el balón con las manos, de volver a vivir estos grandes momentos que viví en el equipo nacional, en el BM Aragón…

¡Volverán esos buenos momentos bien pronto, Edgar!

Será ganar el partido de mi vida.

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