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"Lucho por hacer visible el deporte femenino"

Marta Alonso, jugadora de fútbol sala, se retira después de 17 años de presencia en la élite.

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Marta Alonso, siempre con el balón a mano.
Oliver Duch

¿Por qué le llaman Martica?

Cuando debuté en la Primera División de fútbol sala, con el Zaragoza 2002, había bastantes jugadoras veteranas, gente de mucho nivel en el fútbol sala como Pilar Hernández, Raquel, Mónica Sandoval…

¿Y?

Pues que yo solo tenía 17 años. Por eso me pusieron Martica, porque era la de menor edad del equipo. Y con Martica me he quedado.

Martica cumplirá 35 años en diciembre…

Así es. Y he decidido dejarlo. La vida son etapas. Ya llevo 17 años jugando a máximo nivel. El sacrificio ha sido mucho para compatibilizarlo con los estudios y el trabajo.

¿Ha ganado mucho dinero en el fútbol sala?

No. Siempre he jugado porque me gustaba. Mi sueldo más alto fue de 250 euros. Y solo cobramos medio año esa temporada… (sonríe).

No sé si reír o llorar…

Mejor sonreímos, que llorando no vamos a arreglar el fútbol sala femenino. Para mí siempre ha sido una pasión, y como tal me lo he tomado.

¿Es cierto que comenzó jugando con los chicos?

Claro. En un pueblo como Remolinos, en el que no hay mucha población, tuvimos que hacer un equipo alevín mixto para poder jugar. Cuando por edad ya no pude jugar en el equipo mixto, cuando solo tenía 13 años, pasé a jugar en el equipo femenino absoluto.

¿Ha dicho que jugaba con un equipo de categoría absoluta cuando solo tenía 13 años?

Sí, sí, ha oído bien, a los 13 años. Me acogieron muy bien, pues en el equipo jugaba mi tía Ana Giménez y mi prima Mamen Esquej.

Su nombre comenzó a sonar pronto en Zaragoza…

Sí. Siendo jugadora juvenil, me llamó el equipo de las Delicias, y siendo todavía juvenil salté a la máxima categoría con el Zaragoza 2002, que primero se llamó Foticos y luego Mainfer. Jugué cuatro años en Zaragoza y luego me marché a Madrid.

¿Por qué se fue?

Quería estudiar Educación Física, además de seguir jugando al máximo nivel. En Madrid jugué nueve años en el club Soto del Real. Allí también comencé a trabajar gestionando actividades deportivas.

Hasta que regresó a Zaragoza.

Mi sueño era ascender a la máxima categoría del fútbol sala con un equipo de mi tierra. Y lo he logrado por dos veces: he subido a la Primera División con el Sala Zaragoza y ahora con el Intersala Promises.

Eso de subir con dos equipos hay que explicarlo…

Primero fue el ascenso con el Sala Zaragoza. Llamé a Chus Muñoz y fiché. Afortunadamente, todo fue bien y ascendimos. Después me llamó el Intersala y ahora acabamos de ascender a la máxima categoría con Carlos Valero como entrenador.

¿Talismán? ¿Suerte? ¿Cómo calificaría los dos ascensos con los dos clubes?

Dos buenos equipos que trabajaron bien. No hay secretos en el deporte. Yo solo soy una jugadora que lo hace lo mejor que puede como cierre o ala y que intenta contribuir al colectivo.

¿Qué va a hacer ahora?

Seguir luchando por el deporte. Trabajo en el centro de enseñanza Ceneted. Soy la responsable de la zona norte, de los centros de Pamplona, Tudela, San Sebastián, Bilbao, Oviedo, Santander y Zaragoza. Deporte y educación son básicos en mi forma de entender la vida.

Los valores del deporte y de la educación se aprecian nada más hablar con usted.

Tengo que agradecerle mucho a mi padre, José, director de Ceneted, y a mi madre, Feli, profesora de Primaria. Me han apoyado siempre. Me han enseñado a luchar, a respetar, a mejorar, a vivir con pasión todo lo que hago.

Martica ha luchado mucho por el fútbol sala femenino…

Todo lo que ha estado en mis manos. Lucho por hacer visible el deporte femenino, y el fútbol sala me encanta. Deseo que las niñas que empiezan a jugar tengan referentes. Ese era y es mi objetivo.

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