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José Luis Tejel: "Volveremos a llenar el pabellón Príncipe Felipe"

El zaragozano, exentrenador de balonmano, cumple hoy 65 años y se jubila después de tres décadas al frente del pabellón Príncipe Felipe.

José Luis Tejel, director del pabellón Príncipe Felipe.
José Luis Tejel, director del pabellón Príncipe Felipe.
Heraldo.es

Hoy cumple 65 años y se jubila después de estar durante tres décadas, desde su nacimiento, al frente del pabellón Príncipe Felipe. Vaya situación tan extraña para abandonar el mundo laboral.

Llevaba unos años prejubilado, pero sí, hoy me jubilo. Lo cierto es que es extraño hacerlo así. La semana pasada envié una carta a todos los compañeros para mostrarles mi cariño y agradecimiento. Yo he estado 30 años en el pabellón Príncipe Felipe, pero si no es por todos los trabajadores y los compañeros, hubiera sido imposible.

¿Qué planes tiene para cuando superemos la pandemia?

A corto plazo, estar en casa. Tuve una enfermedad en la que lo pasé muy mal hace cinco años y desde entonces he ido acelerando la prejubilación. Por las mañanas intento, o intentaba más bien, jugar al golf y, por las tardes, hasta el año pasado he estado entrenando al balonmano a un equipo de cadetes. El balonmano es una de las pasiones de mi vida.

Inolvidable aquel Helios de principios de los ochenta que alcanzó la élite sin un duro y se codeó después entre los mejores.

Fue una etapa extraordinaria. Yo estuve seis años de segundo entrenador con Cruz Ibero, que fue la persona que cambió el balonmano en Zaragoza e hizo que un club como Helios ascendiera a División de Honor. Después de bajar, volvimos a subir y él decidió marcharse porque no había dinero para reforzar el equipo.

Y le ofrecieron el cargo siendo un veinteañero.

Eso es, me ofrecieron el puesto y aquellos años fui el entrenador más joven de la División de Honor. El equipo eran todo chavales de la tierra. Los extranjeros que teníamos eran los catalanes o gallegos que venían a Zaragoza a hacer la mili. Estuvimos dos años en División de Honor y al tercero no pudimos salir por cuestiones económicas. En la pista, nos salvamos, nunca descendimos. Después de aquello, he pasado por todas las categorías aragonesas. En los últimos años siempre en etapas formativas para compatibilizarlo con el trabajo.

Porque después de aquello le surgió el proyecto de su vida: dirigir el pabellón Príncipe Felipe.

Entré a trabajar al servicio municipal de deportes y, por mi vinculación con el balonmano, me ofrecieron ir a poner en marcha el nuevo pabellón de Casetas. Ese fue mi bautismo con las instalaciones deportivas. Luego llegó el Príncipe Felipe. Vestirlo, ponerlo a punto y quedarme para dirigirlo estas tres décadas.

¡Y vaya tres décadas! ¿Qué evento no ha pasado por el pabellón?

Esa es la pregunta. ¿Qué no ha pasado por pabellón? El otro día, con motivo del 30 aniversario, lo estuve repasando. Intentas cuantificarlo en números y es espectacular. Hay mucha historia del deporte y de la ciudad en esas paredes. El primer concierto, cinco años después de la inauguración, fue de Bob Dylan. Casi nada. Y, desde entonces, la media es de ocho al año. Son más de 200 conciertos, espectáculos de todo tipo, oposiciones, concursos de tambores de Semana Santa, reuniones religiosas, sorteos de viviendas de protección oficial... Y luego, todo el deporte del mundo, claro, incluido el municipal, que es una de las patas clave. Es un pabellón para todos.

¿Qué día no olvidará nunca?

Me quedaría con el segundo concierto que organizamos de los Backstreet Boys. Se hizo con un escenario giratorio en el centro de la pista y pudimos meter a 12.000 personas, cuando el aforo actual para conciertos es de 9.300. No había ninguna parte ciega. Luego, me marcó mucho el show de David Copperfield.

Incluso les hicieron firmar documentos de confidencialidad.

Sí, sí. Lo que él no sabe es que, como actuó dos días, en el segundo ya le cazamos algún truco.

Cumplió 30 años la semana pasada. ¿Hasta cuándo tendremos pabellón Príncipe Felipe?

Hasta ahora, la clase política siempre ha intentado conseguir las dotaciones económicas para mantenerlo. Se ha invertido y se ha cuidado con cariño. Supongo que eso seguirá haciéndose con normalidad y, por eso, le auguro muchas más vivencias. 

El recinto, al final, es eso, un lugar de vivencias, de momentos únicos en compañía de seres queridos. Ahora, por desgracia, está cerrado. Suena hasta extraño lo que comentamos.

Siempre que llueve escampa. Siempre. Hay que ser optimistas. El pabellón va a seguir estando ahí. Los promotores tardarán más o menos en querer venir, pero tarde o temprano volveremos a llenar el pabellón Príncipe Felipe para los grandes conciertos y los grandes partidos. En estos tiempos de incertidumbre, creo que es importante tener esta esperanza. Sea cuando sea, lo conseguiremos.

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