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Verónica Lacruz: "Me decían que estaba loca por dedicarme al boxeo"

Madre, camarera, profesora de boxeo y deportista profesional, todas sus ocupaciones no impidieron a esta aragonesa hacerse un hueco entre las mejores de España.

Carlos Villar Ortiga
Verónica Lacruz.
Verónica Lacruz.
EFE/Javier Cebollada

Apodada 'la pantera' por sus rápidos movimientos de cintura y su ligereza sobre el ring, Verónica Lacruz se convirtió en 2005 en la primera boxeadora profesional de Aragón pese a que familia y amigos pensaban entonces que "estaba loca".

Su decisión de introducirse en una disciplina monopolizada por los hombres ha abierto el camino a muchas mujeres de la comunidad, que se han asentado en un deporte cada vez más profesionalizado.

Madre, camarera, profesora de boxeo y deportista profesional. Todo a la vez. Unas circunstancias que no le impidieron hacerse un hueco entre las mejores de España y llegar a conquistar un bronce en los campeonatos estatales.

Tras colgar los guantes, decidió pasarle el testigo a su hija Asun, de 13 años, que desde que era un bebé le acompañó a sus primeros combates y que ahora también sueña con convertirse en una profesional como su madre.

Pregunta: ¿Cómo fue tu primera pelea, el primer contacto con los guantes a nivel profesional?

Respuesta: Con presión, la verdad. Hubo bastantes medios de comunicación, tanto periódicos y radios como televisiones de Aragón. Estaba toda la familia, los amigos.

Todo lo que había guanteado siempre había sido con chicos y era lo típico: no te quieren pegar, no te quieren hacer daño.

Vino una rusa. Había hecho un par de peleas de boxeo pero venía del taekwondo, una tía durísima que me puso la cara como un cromo. En uno de los minutos mi entrenador me preguntó si tirábamos la toalla. Le contesté que ni se le ocurra. Estaba aquí todo el mundo para verme a mí. Acabamos el combate, que eran cuatro asaltos de dos minutos, y yo no me vine abajo.

P: A los tres años de empezar tu carrera te convertiste en madre ¿Qué suponía entonces para una deportista de élite? ¿Cómo se retoma luego la competición?

R: Yo lo retomé bien porque fui madre con 21 años y con 23 volví a la competición. Era joven, tenía fuerza, ganas y espíritu. Ella vino desde el minuto uno conmigo al gimnasio. Yo recuerdo que salíamos del cole, Asun tenía deberes y tenía un pupitre en la nave de López Bueno en la que yo entrenaba con él. Antes de caminar ya se colocó sus primeros pasos de boxeo.

P: Tuviste que compaginar tu carrera deportiva con tu vida familiar y profesional.

R: Daba incluso clases, solamente para mujeres, porque a mí me impactó mucho llegar y que eso fuera un mundo masculino. No había opciones para la mujer. De hecho, mi entrenador tuvo que formarse para poder entrenarme. Cuando yo retomé ese mundo, en el que ya había más mujeres, empecé a dar clases dos días por semana. Trabajaba por la mañana, yo fui camarera durante muchísimos años. Llevaba a mi hija al cole, me iba a trabajar, volvía, comía, la recogía, me iba a dar las clases y después entrenaba.

P: ¿Cómo fue el momento de comunicarle a tu entorno y a tu familia que querías dedicarte al boxeo?

R: Mis amistades me decían que estaba loca. Mi madre y mi tía, las más cercanas, me lo decían con disgusto. Yo siempre he sido una chica muy atlética, me han gustado todo tipo de deportes y desde pequeñita tenía cualidades. Mi madre decía: hay miles de deportes, elige otra cosa.

Eso fue al principio, pero mi madre en seguida fue reclutando a todas mis amistades y mi familia, que venían a los combates con camisetas y pancartas. Eso era una odisea. Yo tenía una grada que era impresionante.

P: ¿Ha cambiado mucho el boxeo femenino desde que empezaste a competir hasta ahora, que lo hace tu hija?

R: Actualmente tenemos cuatro campeonas del mundo en boxeo profesional. Cuando yo empecé estaba solamente María Jesús Rosa, que falleció hace unos años de cáncer.

Solamente estaba ella y un par de boxeadoras más profesionales. El boxeo profesional era inviable. No tenías ninguna oportunidad. Ahora, las boxeadoras viven del boxeo.

P: ¿Crees que se mantienen hoy en día algunos de los estereotipos sociales que se asocian a la mujer boxeadora?

R: Todavía hay algún estigma que yo creo que desaparecerá porque las mujeres están llegando lejos. Por ejemplo, a Joana Pastrana se la ve vestida con un vestido y luego la ves en el ring. Esa esencia femenina en ocasiones se pierde cuando una está en combate pero eso depende de la visión que tiene cada uno.

Tú cuando ves boxeo, ves dos tíos o dos tías dándose palos. Yo veo una esquiva, un pasito lateral, un croché, un gancho. Veo algo bonito. Para mí, el boxeo es arte.

P: ¿Te ha tocado enfrentarte personalmente a ese tipo de comentarios machistas?

R: Te voy a contar una cosa que me pasó. Cuando trabajaba de camarera, yo llevaba bandeja. Vino un hombre que ya iba un poco tocado de vinitos y me dijo si me podía hacer una pregunta personal: ¿Tú has sido un hombre alguna vez? Es que tienes unos brazos... Yo lo que soy es boxeadora, le respondí.

Sí que te tienes que enfrentar a eso pero en realidad te da igual, no te importa.

P: Después de hacer todo el trayecto ¿Qué consejos le das a tu hija?

R: Que disfrute y que haga amistades por todos los sitios. Si de algo me ha servido a mí el boxeo es para conocer gente con la que te comprendes. Y, sobre todo, mi consejo es que disfrute encima del ring porque se pasa súper rápido y luego te parece poco. Es como el que se casa, que se pega todo un año preparándolo y en un día se ha terminado la boda.

Me gustaría, si ella sigue en competición, sacarme el curso de ayudante de entrenador porque yo no tengo tiempo para estar con ella diariamente y, además, su entrenador lo hace muchísimo mejor que yo. Pero sí que me gustaría poderla acompañar en la esquina.  

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