Subdirector de HERALDO DE ARAGÓN

A casa

Busquets y Koke, tras el partido con Rusia.
Busquets y Koke, tras el partido con Rusia.
Lavandeira / Efe

Se veía venir. Cuando juegas de espaldas a la portería, tiras los pases hacia atrás, aburres a la parroquia, enervas a los más pacientes, careces de profundidad y te fulminan al seleccionador horas antes del inicio del Mundial, lo más lógico es que hagas las maletas antes de tiempo. Los partidos de España fueron una suerte de repetición maldita, un carrusel de impotencia, una voluntad aniquiliada por unos jugadores que parecían retenidos, como si les faltara una marcha en la caja de cambios. Así ha escrito la selección española este Mundial, que ha perdido en los despachos y en el campo, y por este orden. España tenía un plan, basado en la circulación y posesión del balón, en la técnica de unos futbolistas sobresalientes. Pero les faltó seguridad atrás y mordiente adelante. Y, junto a ello, una dirección deportiva adecuada, encomendada a Fernando Hierro a toda velocidad, fruto de la irresponsabilidad de la Federación. Un encargo para ir directo al cadalso. Como así ha sido. Afortunadamente, queda toda la canícula y medio Mundial. Y hay un tipo por ahí llamado Mbappé que atesora todas las cualidades que le faltan a nuestra selección. A disfrutarlo.