Un equipo sin rotación

El Tecnyconta se distingue por su escasa profundidad de banquillo: seis de sus jugadores apenas suman.

Pep Cargol, entrenador del Tecnyconta, durante el partido contra el Obradoiro.
Pep Cargol, entrenador del Tecnyconta, durante el partido contra el Obradoiro.
Toni Galán

Las actuaciones del Tecnyconta presentan un denominador común: la escasa productividad de sus jugadores de banquillo. Un factor que condiciona drásticamente el rendimiento del equipo zaragozano, que suele desplomarse en los últimos compases de los partidos, tras haber realizado un desgaste formidable con anterioridad; o que, en su defecto, se desencaja drásticamente con las primeras rotaciones y queda obligado entonces a ir a remolque, con el importante lastre de tener que remontar amplias desventajas en el marcador.

En este sentido, hay un dato especialmente significativo: hasta cuatro jugadores del cuadro aragonés promedian más de 25 minutos por duelo, lo que supone una erosión física de entidad frente a cualquier adversario. Se trata de Dylan Ennis y Milko Bjelica, quienes se acaban de incorporar a la plantilla; y de Tomás Bellas y Gary Neal, quien supera la media hora de juego por partido. Y muy cerca de ellos se sitúa Nikola Dragovic, quien no alcanza esos registros –actúa 23 minutos por duelo– por su indolencia, su apatía y sus desconexiones en las labores de contención, lo que ha reducido drásticamente su presencia en la pista en los últimos compromisos.

El serbio, de hecho, representa una de las notas negativas de los zaragozanos en el tramo final de la competición. Su rendimiento, ya de por sí irregular, ha experimentado un descenso gigantesco en las citas más recientes, con una actitud por momentos indecorosa. Frente al Burgos, el pasado domingo, y contra el Real Betis, en la jornada anterior, el ala-pívot se quedó sin anotar un solo punto y finalizó ambos duelos con valoración negativa. Sin embargo, más preocupante aún es su escaso desempeño en defensa, donde sus desatenciones y su dejadez son tan repetidas como sorprendentes.

Dragovic ha perdido protagonismo con la incorporación al equipo de Bjelica, quien ha superado la media hora de juego en los tres partidos que ha disputado. Lo ha hecho, en gran medida, porque el bajón experimentado por Dragovic resulta devastador. En las 28 primeras jornadas, el serbio venía jugando 25 minutos por choque, con unas cifras de 9 puntos, 5 rebotes y 9 créditos de nota general; pero su facturación se ha desplomado en los tres últimos compromisos, con unos guarismos de 2 tantos, 3 capturas y 1 de valoración en los 11 minutos que permanecido sobre la pista.

Bjelica carece de un recambio de garantías en su posición, ya que Álex Suárez tampoco ha respondido a las expectativas generadas. El ala-pívot ha desaprovechado una gran oportunidad para desplegar todo su talento en Zaragoza. Pese a contar con unas capacidades físicas privilegiadas, se ha distinguido por su falta de ambición y su escasa incidencia en el juego: en defensa presenta, en ocasiones, preocupantes signos de dejadez; mientras que toda su amenaza ofensiva se reduce al tiro exterior. Suárez, de hecho, no ha participado en ninguno de los tres últimos partidos por decisión técnica.

Carencias en el perímetro

Lo mismo sucede con Janis Blums, una de las mayores decepciones del presente curso. La aportación del escolta, que ya era insignificante, se ha reducido a la mínima expresión en sus compromisos más recientes: ni un solo punto anotado en los últimos tres encuentros, consecuencia lógica de su impaciencia y sus malas selecciones de tiro.

También Paul Stoll, el sustituto de Bo McCalebb, se halla muy alejado de su verdadero potencial. El base ha manejado con precipitación y ansiedad, se ha caracterizado por sus decisiones erróneas y se ha prodigado en las pérdidas de balón. Además, Mazalin es un proyecto de futuro que, de momento, no presenta el cuajo necesario para competir en la ACB; Michalak ofrece importantes altibajos en su juego, al margen de su impericia en las tareas de contención; y Triguero, salvo en contadas ocasiones, ha venido a desempeñar un papel secundario en el juego interior. Y aunque el pívot siempre ha cumplido con creces con su cometido –su implicación es indiscutible–, su presencia en la pista se ha minimizado aún más tras la llegada al equipo de Xavi Rey. Al menos, Barreiro y De Jong sí que están aportando en diferentes facetas del juego.

En este escenario, Gary Neal y Milko Bjelica rebasan la media hora por partido; y Tomás Bellas y Dylan Ennis –dos bases– acumulan 26 minutos por choque. Por sus manos pasa la salvación.

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