Brindis por el Ebro

Este domingo consumó la gesta de clasificarse para la Copa y ahora aspira al ‘play off’.

Los jugadores del Ebro se funden en un abrazo con la afición al concluir el encuentro.
Los jugadores del Ebro se funden en un abrazo con la afición al concluir el encuentro.
Rubén Losada/Fotografiarte

Emociones a flor de piel las vividas este domingo por la mañana en La Almozara, en un partido difícil de olvidar por todo lo acontecido. En un final agónico, de vida o muerte, el Ebro se llevó un triunfo memorable, que le hace clasificarse para la Copa del Rey y tener opciones de meterse en el ‘play off’ de ascenso en la última jornada. Sobrevoló durante muchos minutos ese empate que tanto daño hacía a unos y otros, pero los ibicencos se la jugaron en el descuento, y el Ebro supo ganar en la última jugada.

Le costó coger vuelo al encuentro. Muchas interrupciones en forma de faltas y tensión, mucha tensión entre dos contendientes que se jugaban dos aspiraciones distintas. Enmudeció el numeroso público que pobló las gradas del campo, cuando Pepe Bernal clavaba un disparo en toda la escuadra. El banderín levantado del asistente por fuera de juego, anulaba la validez del mismo. Un buen susto, que sirvió para espolear a los arlequinados. Un remate de cabeza de Ubay que no se fue por mucho, fue el preludio del primer tanto, en una jugada muy bonita entre Teo Tirado y David Mainz, el de Sádaba ve el desmarque de Javi Cabezas, que regatea, se planta delante de Imanol, al que fusila sin piedad. El tanto golpeó duro a los peñistas, que vivieron momentos de estar al borde del abismo. El cráter entre unos y otros pudo ser mayor si el poste no se hubiera situado como obstáculo a un carrerón de David Mainz, tras gran pase de Borja Martínez, pero el delantero, tras superar al meta, se quedó casi sin ángulo, tuvo que rematar algo forzado y el palo repelió su intento. Como ha pasado y seguirá sucediendo millones de veces, del blanco al negro se pasa en un pestañeo, y de verse dos goles por delante el Ebro, se encontró de buenas a primeras con el empate. Un penalti indiscutible de Michele al ex arlequinado Salinas, que Rueda, con mucha tranquilidad, convertía en el empate a uno, tras engañar al cancerbero Salva.

Ahora los que parecían seriamente dañados por haber encajado eran los pupilos de Emilio Larraz, que se fueron tocados al descanso, y no regresaron mucho mejor de él. La Peña Deportiva achuchaba mucho, tenía más posesión, y aunque los acercamientos no eran nítidos, se veía claro que si alguno iba a marcar, eran ellos. Desde el banquillo se divisó que aquello no marchaba como correspondía y hubo cambio de planes, en forma de nuevo esquema con la entrada de Iván Forte por Teo Tirado, reemplazando la defensa de cinco jugadores. La vacuna empezó a hacer su efecto, y espoleados por una grada que no cesó de animar, se dio el necesario susto para hacer pensar a un conjunto insular que estaba campando a sus anchas. David Mainz le gana la espalda a la defensa, intenta picar pero le sale un pase al segundo palo, para que Borja Martínez ejecute, y tras pegar nuevamente en el poste, un defensor saque bajo palos. La Peña se iba a quedar con uno menos por expulsión de Salinas. Y la locura se iba a apoderar de todo y de todos. El colegiado veía agarrón de Pajarero a Górriz. Nuevo penalti en contra, que esta vez ejecutaba Guille Andrés, centrado, y Salva evitaba el 1-2 desviendo con la pierna. Y en el último suspiro, el gol de Javi Bolo que haca posible la gesta.

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