Miguel Galindo: "Probablemente sean mis últimos Juegos"

El  aragonés disputará sus cuartos Juegos Paralímpicos como guía del esquiador Jon Santacana.

Miguel Galindo, esta temporada en Kimberley (Canadá).
Miguel Galindo, esta temporada en Kimberley (Canadá).
@MiguelinGalindo

El esquiador de Candanchú Miguel Galindo afrontará en Pyeongchang, del 9 al 18 de marzo, sus cuartos Juegos Paralímpicos como guía de apoyo de Jon Santacana, perteneciente a la Federación Española de Deportes para Ciegos. Santacana y Galindo llevan 16 temporadas juntos, y han crecido deportivamente en las pistas del Pirineo aragonés.

Ya ha iniciado la cuenta atrás de una nueva cita olímpica, ¿con qué objetivos?

Competimos en las cinco disciplinas programadas de esquí alpino (eslalon, gigante, supergigante, descenso y combinada) e intentaremos luchar por estar arriba en todas. Está complicado porque cada vez hay más nivel, pero lo pelearemos con la idea de disfrutar. Llegamos en un momento bueno, hemos trabajado muy bien esta temporada y estamos con ganas de ir allá y poner el broche. Porque estos Juegos de Pyeongchang, probablemente, serán los últimos.

Forman un ‘matrimonio’ desde hace 16 temporadas, ¿cómo ha funcionado la relación?

Como en todo, ha habido altibajos, pero en general el balance es muy bueno y positivo. Si llevamos tantos años es porque nos hemos entendido muy bien desde el principio, y siempre hemos tenido una buena química. Y eso también nos ha ayudado a conseguir buenos resultados, porque trabajamos mejor, con más confianza y buscando lo máximo.

¿Recuerda la primera vez que conoció a Jon Santacana?

Estuve en el equipo nacional de esquí alpino y cuando lo dejé (en 2002) al año siguiente me llamaron para entrar en el equipo paralímpico. La verdad es que no conocía nada del funcionamiento. Me dijeron que había un chico con mucho potencial y que si quería ser su guía. Dije que sí, y en la primera concentración a la que acudí, en 2002, nos fuimos a Italia. Con Jon me encontré a medio camino: había una furgoneta que salía de Barcelona y otra de Zaragoza, y nos juntamos en Francia, en un área de servicio (risas). La primera cita a la que fuimos juntos fue una prueba de la Copa del Mundo en Austria.

Desde entonces han logrado una sincronización deportiva total.

El esquí es un deporte individual y nosotros lo hemos convertido en uno de equipo. Porque si no fuera así sería imposible conseguir resultados ya que, además de todo el esfuerzo físico, la confianza es vital: él se tiene que fiar de lo que yo hago y le digo. Jon siempre responde al máximo, siempre se supera y eso compensa el esfuerzo.

Se ha forjado una gran amistad.

Que seamos amigos ha colaborado muchísimo para que mejoremos. Ha sido mucho más fácil trabajarlo todo; nos pegamos casi todo el año fuera de España en los circuitos internacionales compitiendo, sin nuestros amigos, sin nuestras familias.

Y han construido un palmarés increíble…

Sí, sobre todo en Juegos. En Copa del Mundo hemos corrido más de 200 carreras y los podios son innumerables en estos 16 años. Pero en las cuatro citas paralímpicas que llevamos juntos sumamos dos oros y tres platas y en campeonatos del mundo son siete los títulos.

Apuntaba que estos Juegos de Corea del Sur puede que sean los últimos, pero tras concluir las Paralimpiadas de Sochi, hace cuatro años, también manifestó su intención de dejar la competición.

La intención es real. En 2014, tras Sochi, la idea era dejar el equipo nacional, porque fue un momento muy crítico. Pero, al final, sucedieron algunas cosas que hicieron que cambiara de opinión. La primera era que a los guías se nos reconociera como deportistas de élite, ya que hasta entonces no lo éramos. Esto ya fue un punto a favor para que me planteara continuar. Y también las ayudas que ha habido desde entonces para el Comité Paralímpico y para los deportistas, que han ido mejorando. Ese primer año tras Sochi fue duro, pero aquí estamos.

¿Lo cumplirá?

Creo que sí porque ya tenemos una edad -yo voy a cumplir 37 y Jon los tiene-, llevamos muchos años juntos, el esquí es un deporte muy agresivo y las lesiones se notan más… Pienso que necesitamos un parón: no sé si será este año, porque sí que nos hemos planteado que, si fueran bien los Juegos, seguiríamos hasta el Mundial de 2019. Pero, probablemente, será el último año de los dos. Este deporte es duro, no es fácil compaginar los entrenamientos y la actividad fuera de España todo el año sin tu familia. Y, al final, la cabeza te va pidiendo calma.

¿Ya conocen las pistas donde van a competir?

Estuvimos el año pasado allí porque fue la final de la Copa del Mundo y pudimos probar todas las instalaciones. Siempre antes de los Juegos se hace el ‘test event’, que es para que la gente conozca el entorno y para ver cómo funciona. A nivel de pistas lo tienen muy bien montado, con mucha gente trabajando, pero es un sitio curioso porque se lo han sacado de la nada. No hay un pueblo cercano, estamos a unos 40 minutos de la villa. Un paisaje muy coreano, con montañas bajas, todo lleno de árboles que cortan para dibujar las pistas, no como aquí que la propia montaña te marca el camino.

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